El fuego de los destinados

El regreso de la familia Mansour

El regreso de la familia Mansour a Aetheris no fue un simple regreso a casa, sino una travesía cargada de expectativas y temores. Después de años de vivir en Alemania, donde Jalil y Zara  Mansour habían buscado nuevas oportunidades para la familia, la crisis en Aetheris los había llamado de vuelta. El reino, una vez próspero y vibrante, estaba sumido en una guerra devastadora que amenazaba con desmantelar todo lo que habían conocido.

La familia llegó a Aetheris en un momento de incertidumbre. El reino había sido arrasado por una invasión del reino vecino, Vordalia, cuyo nuevo rey, Kingel, había desatado una guerra para expandir sus dominios. Las calles estaban desiertas, los campos de cultivos habían sido saqueados, Vordalia y Aetheris era todo un desastre, la familia Mansour solo esperaba que mientras más se acercaran a la capital del reino mejor estuvieran las cosas.

Los Mansour estaban llegando a la manada donde iban a quedarse, su casa en el reino ahora estaba destruida por la guerra ya que se encontraba en los límites de Aetheris junto con Vordalia, la familia no estaba desamparada tenían una fuerte relación con los Blackwood con quienes iban a quedarse hasta que la guerra terminara y pudieran reconstruir la casa en sus tierras.

Selene, la hija menor de los Mansour estaba nerviosa, ella quería decir con todas su fuerzas que no lo estaba y que por sobre todas las cosas no tenía miedo pero, lo tenía, ambas cosas, miedo y nerviosismo, la relación entre los mayores de cada familia era muy buena pero entre los hijos no lo era, bastaba decir que Seraphina la hija mayor de los Mansour había quemado por completo la casa en un ataque de ira, para explicar el porque de sus sentimientos ¿Se encontrarían a Liam ahi? Por supuesto que sí, era la casa de sus padres y él la heredará en cualquier momento, la pregunta correcta era ¿Livia estará en esa casa? Después de todo es la mate de Liam.

Cuando sus padres le dijeron a Selene que iban a regresar a Aetheris para ayudar en la guerra era claro que iban a ir con los Blackwood, la amistad entre las familias era fuerte y duradera, tanto Jalil y Zara como Edward y Ema se habían apoyado mutuamente en tiempos de necesidad y sus hijos habían crecido juntos forjando lazos profundos. Sin embargo, después del accidente de Seraphina la familia Mansour se vio obligada a irse del reino por el bien de todos los demás, tenían que proteger a sus amigos de su hija mayor.

Cuando entraron en los terrenos de los Blackwood y visualizo a todos ahí, incluida Livia, Selena estaba segura de algo Seraphina iba a explotar y no iba a ser nada bonito. Edward y Ema junto con su hijo y la mate de este se encontraban en la entrada de la mansión de estos, Edward y Ema, ahora con el cabello encanecido y las facciones con algunas arrugas estaban visiblemente conmovidos al ver a sus viejos amigos de regreso.

– ¡Jalil, Zara! – exclamó Edward, mientras abrazaba a su viejo amigo. – No puedo creer que esté aquí, después de todo lo que ha pasado es bueno tenerlos de vuelta.

Zara, con el corazón en un puño, respondió con una sonrisa que intentaba ocultar la tristeza que le había causado ver cómo estaba su reino ahora.

-Hemos estado esperando este momento durante mucho tiempo. La situación en Aetheris nos obligó a regresar y no postergarlos más.

Mientras las familias se reunían, Selene observaba todo callada, sintiendo una mezcla de alivio por ver a los Blackwood a salvo pero de igual forma con aprensión, los recuerdos que tenía con esta familia no eran del todo lindos y la causante de todo esto se acercaba junto a Liam para saludarla, los dos iban tomados de la mano, Liam estaba serio, había cambiado mucho pero ahora le resultaba difícil a Selene ver el brillo en los ojos del chico, un brillo que siempre tenía cuando estaba con Seraphina, Livia a comparación de su mate estaba sonriendo, tenía una mirada intensa que solo estaba dirigida hacia Selene, está solo pudo responder con una sonrisa forzada, no quería complicar las cosas, su familia y la de ellos iban a convivir por mucho tiempo, hasta que terminara la guerra.