Muerde, por veinteaba vez en lo que va de la hora, la goma de su lápiz con excesivo nerviosismo mientras relee sus respuestas finales. Decidida a no hacerlo apenas hubo puesto un pie dentro de esa aula, Rebecca ahora rompe su propia promesa implícita revisando sus respuestas, lo cual no le trae otra cosa que malestar estomacal y demasiada desconfianza sobre sí misma.
‹‹Ya está, terminó››, piensa, mirando el reloj sobre la pizarra de gis en la pared frente a ella ‹‹dos minutos, es todo Rebecca, en dos minutos te vas a la mierda de aquí››, se repite, tratando encarecidamente de no contar los ciento veinte segundos que la separan de la libertad.
A el tipo a su derecha se le cae el bolígrafo y Rebecca siente cada vello en su nuca erizado del susto. Tan sólo de escuchar ese ligero golpe, ya había crispado los dedos en el lápiz.
‹‹Deja de ser una histérica››.
La manecilla avanza, torturando a la pelirrubia con su horrible lentitud. Un minuto; un minuto menos y sería todo.
──Abajo los lápices ──anuncia la supervisora, con los codos sobre la mesa y el índice deslizando con elegancia las gafas sobre el puente de su nariz──. Se acabó el tiempo.
Rebecca toma aire, sujetando de la esquina inferior izquierda el montón de hojas para ponerse de pie y dejarlo en el escritorio de la supervisora. Una fila de estudiantes se forma a su espalda, unos más angustiados que otros, mientras caminan como reces al matadero.
Rebecca en algún momento fue de esos: asustados, peleles que caminaban al escritorio con la angustia y la resignación al fracaso en medidas exactamente iguales. Pero ya no más, no después de meses de estudiar y realmente esforzarse para obtener una calificación aprobatoria en los extraordinarios.
Su pase de salida de ese maldito pueblo estaba a milímetros de distancia y maldición, se sentía realmente bien.
Apenas pone un pie fuera del aula, puede respirar de nuevo aire que no huele a desesperación y viruta de borrador. Choca los costados de sus botas en un tic insistente, mientras pasea la mirada al rededor del amplio y vacío patio de escuela.
Demasiado vacío para su gusto.
Rebecca suspira, con dedos entrelazados detrás de la cabeza y estira su cuerpo hacia arriba, tratando de entretenerse en el crujir de su cuello y no en el hecho de que espera a alguien. Alguien que debería estar ahí.
──Si sigues tronándote así los dedos, vas a quedar reumática ──Freen llega desde atrás, acercándose a la mayor para hablarle al oído.
──Creí que te habías ido. ──con ceño fruncido y una postura amenazante, Rebecca encara a la menor.
──No te dejaría, aunque me recibas así de feo ──bebe de su jugo en cajita, con un encogimiento de hombros y una sonrisilla en los labios──. Hola.
──Sí, vámonos. ──Rebecca avanza sin esperarla y a Freen no le causa otra cosa que gracia, cuando camina detrás de la más alta y molesta pelirrubia.
──Claro su alteza.
Salen del colegio a la fría mañana, revestidas de una chaqueta de cuero y una amplia sudadera respectivamente, caminando una mucho más rápido que la otra, pero para Freen no es problema hacerle tregua a la, aparentemente, resentida ex-bravucona.
──¿Me vas a ignorar? ──y efectivamente, la ignora──. Vamos Beck, sólo fui a la maquina expendedora.
──No te estoy ignorando, animal ──Rebecca habla entre dientes, volteando a penas a ver a la menor detrás suyo──. Trato de salvarte el culo.
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Rude Girl (Beckfreen)
RandomLa delgada línea existente entre ser azotada en los casilleros por tu bravucona y terminar entre sus piernas. ┊ ➶ 。˚ ° fanfic original por @byun-bacoon ┊ ➶ 。˚ ° adaptación utilizada por @imrosesbf