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Semanas después

Selene:

Selene se acomodó en una silla del acogedor apartamento de Miss Ellen, las paredes decoradas con retratos de épocas pasadas y estantes repletos de libros antiguos.

Miró a su alrededor, sintiéndose un poco más cómoda con cada objeto que la rodeaba. Pero no era solo el entorno acogedor lo que la animaba, sino la noticia que traía consigo: su relación con Arthur había empezado a florecer de una manera que nunca imaginó.

—¡Estás tan feliz!—dijo Miss Ellen, su voz melodiosa interrumpió sus pensamientos—Cuéntame más sobre él.

Selene sonrió, sintiendo que podía abrirse con aquella mujer tan sabia.

—No puedo creer lo rápido que todo ha cambiado. Arthur y yo solíamos ser solo amigos... Me parecía tan aburrido y distante al principio, y ahora…—sus ojos brillaban—Es encantador y, a veces, un poco torpe… pero de una manera tan refrescante.

Las palabras se deslizaban de sus labios mientras narraba sus pequeñas aventuras: las largas charlas en el parque, los juegos de cartas improvisados en su apartamento, y cómo él había hecho el esfuerzo de cocinar para ella una noche, lo cual resultó en un delicioso, aunque algo desastroso, plato de pasta.

Cada relato hacía que su corazón palpitara con una felicidad que nunca había imaginado experimentar.

Sin embargo, apenas iba a relatar un momento especialmente tierno cuando Miss Ellen, con una sonrisa pícara, hizo el comentario que Selene, sin saberlo, temía:

—¡Hacen una muy linda pareja!—dijo, guiñándole un ojo.—Y no puedo dejar de pensar en lo adorables que se verían mini Augustitos y Selenitas corriendo por aquí.

Selene se atragantó con el té,casi escupiéndolo. Su rostro se encendió como una fogata al darse cuenta de lo que Miss Ellen insinuaba. ¿Estaba hablando de hijos?¡Acababan de comenzar su relación!

—¿Cómo puede hablarme de eso?—logró decir, aún con una risa nerviosa.—Apenas estamos en una relación. Hay tiempo para eso, ¡mucho tiempo!

Miss Ellen estalló en risas, su alegría era contagiosa.

—Oh, querida, era solo una broma.

Selene se sentía aún más sonrojada, pero no podía evitar sonreír también. Había una parte de ella que disfrutaba esa especie de expectativa. Sin embargo, no podía dejar de recordar que apenas estaban aprendiendo a navegar por estas nuevas aguas.

—Aún estamos descubriéndonos el uno al otro. Los besos, las risas, todo está tan fresco. Pero... imagino que sería bonito, algún día, pensar en formar… una familia.—su voz se volvió un susurro.

Miss Ellen la miró con una calidez que solo las almas sabias tienen.

—Selene, cada momento que comparto con ustedes es una alegría. Esta relación traerá mucha luz a tu vida, y a la de mi buen amigo August.Solo tómense su tiempo.

El rostro de Selene seguía sonrojado, pero una sonrisa se había dibujado en sus labios.

Desearía poder compartir con Miss Ellen todos los matices de su aventura con Arthur. Había mucho por explorar, y aunque el futuro se presentaba incierto, también era emocionante.

Ella estaba lista para todo, desde esos dulces momentos de ternura hasta los inesperados giros que la vida pudiera traer.

La pobre Selene casi se nos va al otro barrio con semejante comentario!!!

Promesas para un futuro que jamás llegará(sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora