Capítulo 1: Un Reino Cruel

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En un mundo medieval donde las criaturas mágicas típicas de los cuentos de hadas son reales, se encuentra, en un lugar remoto de la Tierra Onírica, el reino de Aldoriah. Un reino donde la mayoría de sus habitantes son pobres, pero que alberga a una de las familias más ricas de toda la Tierra Onírica. Todos los años, en la ciudad, se celebra un festival llamado "Dungeons and Hungers", en el cual se elige al azar a cien habitantes del reino, quienes están obligados a participar. Este festival es organizado por la familia real y se ha celebrado desde los inicios del reino de Aldoriah hasta la actualidad.

—¡Más rápido, Kurt! Nuestra madre está preocupada, tenemos que volver a casa enseguida. —Dos jóvenes iban corriendo, cargando verduras y frutas casi echadas a perder. 

Sus rostros reflejaban la urgencia de la situación mientras se apresuraban por las calles empedradas del reino de Aldoriah.

—Ya lo sé, Michael. 

Kurt y Michael eran dos hermanos provenientes de una familia muy pobre. Kurt tenía el cabello rubio y los ojos azules, como su madre; Michael, por otro lado, tenía el cabello castaño y los ojos marrones, como su padre. Su padre murió en el festival Dungeons and Hungers cuando ellos eran bebés, y desde entonces, su madre se ha encargado de cuidarlos.

Aunque no lo pareciera, Aldoriah era uno de los países más ricos de toda la Tierra Onírica. Sin embargo, sus calles y su pueblo eran considerados de los más pobres del mundo. Esto se debía a que todas las ganancias generadas por el reino se las quedaba la familia real, sin repartir nada al pueblo. La gente no tenía voz en ese reino; todos odiaban a la familia real, pero nadie hacía nada porque significaba la pena de muerte.

El único lugar bello del reino era el castillo real, que estaba separado del pueblo. Se encontraba en la cima de una gran colina, y si un habitante común del reino se acercaba a las puertas del castillo, era considerado motivo de pena de muerte.

—Oh. —Una puerta rechinó a lo lejos de una humilde casa —. Chicos, me tenían preocupada. Ya casi daban las 10.

—Lo siento, madre. Aquí tienes las verduras y frutas que nos pediste —comentó Michael jadeando.

Otra de las muchas reglas era: "La Regla de las 10". Esta norma estipulaba que si una persona se encontraba deambulando por las calles del reino a las 10 de la noche, debía ser ejecutada de inmediato, sin importar el motivo por el cual estuviera allí a esa hora.

—Estas verduras no durarán un día más, tenemos que comerlas de inmediato. —La señora Capell fue a cocinar; se encontraba un poco más tranquila al saber que sus hijos habían vuelto.

Varios disparos se escucharon junto con gritos provenientes de las oscuras calles de Aldoriah.

—¡Papá! ¡Despierta, papá! —Un niño que parecía tener tan solo 7 años estaba en el suelo llorando sin parar mientras cargaba el cuerpo de su padre. Los soldados lo asesinaron con frialdad —. N... no... no puede ser verdad. ¡Respóndeme, pa...! —El sonido de un disparo interrumpió el llanto de aquel niño.

—¡Aléjense de la ventana! 

La señora Capell apartó a Kurt y Michael de la ventana; ambos habían visto todo lo sucedido. Las lágrimas de los tres comenzaron a caer en un silencio amargo y doloroso.

Dungeons and HungerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora