Capítulo 5: La Cueva Del Diablo

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Kurt siguió su camino por las oscuras mazmorras. Los pasillos parecían eternos; los gritos y gruñidos de criaturas desconocidas que se escuchaban de vez en cuando no ayudaban en nada. El hambre de Kurt no paraba de crecer; cada vez se sentía más cansado y preocupado por Michael, Iris y Scott.

—Mich... —Kurt cayó al frío y húmedo suelo de la mazmorra.

Una criatura con cabeza de mosca y cuerpo de escarabajo apareció delante de Kurt, que seguía desmayado en el piso. Aunque la criatura tenía la apariencia de insectos pequeños, su tamaño era parecido al de un niño de 6 años. El ser misterioso comenzó a arrastrar a Kurt hacia las profundidades más desconocidas de la mazmora.

—¡Déjenme ir! ¡Ya les dije que yo no soy comestible! —Kurt se despertó poco a poco al escuchar los gritos de una voz familiar—. ¡Por favor, déjenme ir! —Aquellos gritos eran súplicas acompañadas de llanto.

—¿Dó... dón... dónde estoy? —Kurt miraba con asombro y asco el lugar en donde estaban: el nido de la criatura que lo encontró tirado en el piso. Era un sitio lleno de telarañas y baba por todos lados; el olor era asqueroso.

—¿Kurt? Al fin despertaste, me tenías muy preocupado. —La persona que estaba gritando era Michael.

—¡Michael! Hermano, no sabes lo mucho que deseé reencontrarnos —comentó Kurt.

—No sabes cuánto deseo abrazarte en este momento, pero, como puedes ver, nuestros cuerpos están envueltos en la telaraña creada por esos horribles seres. —Los cuerpos de Kurt y Michael estaban envueltos desde el cuello hasta los pies en telarañas.

—¿Cómo llegaste aquí, Michael?

—Aparecí en este lugar. He estado horas envuelto por esta telaraña. ¿Y tú cómo llegaste aquí?

—Solo recuerdo que estuve caminando mucho tiempo por los pasillos de la mazmora; después de eso no recuerdo qué me pasó.

—¿Cómo son, Kurt?

—¿A qué te refieres, Michael?

—Los pasillos, ¿cómo es este lugar?

—Es oscuro, frío, húmedo y lleno de melancolía. —Las lágrimas de Kurt brotaron en silencio.

Una criatura del nido se acercó al lugar donde estaban Kurt y Michael. Parecía extrañada y algo temerosa.

—¿Qué quieres? ¿Vas a comernos? —preguntó Michael con furia.

—¡Grrrrr! —La criatura se sintió amenazada; se notaba su miedo.

—Tranquilo, Michael. Parece inofensivo. Además, dudo que tenga intención de comernos —señaló Kurt.

—¿Cómo sabes eso?

—Llevas horas atrapado aquí. Si hubieran querido comerte, ya lo habrían hecho, ¿no crees?

—Desearía usar esa lógica, pero te recuerdo que son seres desconocidos. No sabemos qué están planeando.

—¿Eh? ¡¿Qué está pasando?!

La cueva llena de telarañas comenzó a temblar poco a poco; los temblores provenían de un agujero enorme. Todas las criaturas que habitaban en ella se agruparon en un solo punto, emitiendo fuertes gruñidos. Kurt y Michael no entendían lo que estaba ocurriendo, pero no parecía algo bueno.

—¡Ahhhhhh! ¡He vueltooooooo! —Un troll del tamaño de una casa había entrado por el agujero de gran tamaño—. Vaya, vaya, vaya, ¿pero qué tenemos aquí? Dos niños humanos. Muy bien hecho, muchachos.

—¡Grrrrr! ¡Grrrrrrrrrrrrrr! —Todas las criaturas dieron un gruñido de victoria alabando al troll.

—¿Cómo se llaman, mocosos? —preguntó el troll con una voz gruesa e intimidante.

—¿Para qué quieres saber el nombre de tu comida? —respondió Michael intentando librarse de las telarañas.

—Ja, ja, ja, ¿escucharon eso, muchachos? Piensan que los voy a comer, ja, ja, ja. —El troll no paraba de reírse junto a las criaturas de la cueva. Kurt y Michael estaban extrañados por la actitud del troll—. Escuchen, mocosos. Nosotros no comemos humanos, los vendemos.

—¿Qué? ¿Nos vas a vender? —Kurt estaba totalmente desconcertado con lo que dijo el troll.

—¡Exacto! Soy un troll vegano, odio la carne, ¿verdad, "Aracoflyx"?

—¡Grrrrrrr! ¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrrr! —Las pequeñas criaturas llamadas Aracoflyx gruñeron nuevamente.

—¿Y a quién les vendes tu mercancía? —Michael estaba interrogando al troll.

—¡Cállate! Yo soy el que hace las preguntas. —El grito del troll retumbó en las paredes de la cueva—. Muy bien, es hora de irnos. —El troll tomó a los dos muchachos con una sola mano; ambos estaban atrapados en su gigantesca palma.

—¡Oye! ¡Déjanos salir! —Gritó Michael sin recibir respuesta—. Malditas telarañas, es imposible quitármelas.

—Michael, el troll dijo que nos iba a vender. ¿Por qué el troll nos querría vender?

—No lo sé, Kurt. Tal vez ocupe el dinero.

—¡No, Michael! Aquí abajo no existe el dinero; el troll quiere otra cosa.

—¿Qué otra cosa quisiera el troll?

—Dijo que era un troll vegano; tal vez esto no sea una venta, sino un trueque.

—¿Un trueque? ¿Por qué un trueque?

—A lo mejor nos va a cambiar por un par de verduras, es lo único que se me ocurre.

—Bueno, eso al final no importa. Sin embargo, me preocupa pensar a qué criatura desconocida nos podría intercambiar el troll.

Kurt y Michael llevaban ya media hora en la gigantesca mano del troll. El camino se sentía eterno, como si no tuviera fin.

—¿Qué tal, señores? —El troll estaba platicando con otros seres.

—¿Escuchaste eso, Kurt? —susurró Michael.

—Sí, al parecer ya llegamos.

—Disculpen por la tardanza, pero ya saben cómo es el camino en estos calabozos —exclamó el troll.

—No se preocupe, ¿tiene algo interesante para nosotros? —Una voz gruesa se escuchaba platicando con el troll.

—¡Qué rico olor desprende de su mano! —Le siguió otra voz igual de gruesa—. Mmmh, huele a carne fresca.

—Dejen que se los muestro. —El troll abrió su mano mostrando a Kurt y Michael.

—¡Carne humanaaaaa! —Dos criaturas que parecían la mezcla de un humano y un lobo estaban delante de los hermanos.

—¿Qué diablos son ustedes? —preguntó Michael temeroso.

—¡Cállate! ¡No tienes derecho a hablar! —dijo el troll.

—Está bien, no pasa nada. Tiene curiosidad, así que se lo diremos. Nosotros somos "Lycans", una raza parecida a los hombres lobo, pero a diferencia de ellos, nosotros sí podemos controlar nuestra forma animal.

—Bueno, basta de charlas. ¿Tienen lo que busco?

—Claro que sí, muéstraselo. —Uno de los Lycans mostró unas verduras muy apetecibles.

—Excelente. —El troll tomó las verduras y arrojó a los muchachos al piso—. Siempre es un placer hacer tratos con ustedes.

—Igualmente, Tyrus. —Los Lycans tomaron a los chicos y desaparecieron en la densa oscuridad de la mazmorra.

Dungeons and HungerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora