Enemigos.

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—¿Tienes algo que hacer ahora, Marinette? —le preguntó Alya a la azabache en cuanto llegó el fin de las clases.

Marinette ya había guardado sus cosas, solo estaba siguiendo a Alya. Seguía sorprendida porque tenía a alguien con quien conversar, apenas se estaban conociendo, pero si las cosas salían bien podrían convertirse en buenas amigas.

—Supongo que volver a mi casa, nada más —respondió de modo sincero —. ¿Tú también?

—Bueno, si te soy sincera tengo ganas de caminar un rato. ¿Te gustaría acompañarme? No sé si te gusta caminar o prefieres volver a tú casa enseguida.

—Caminemos —Alya sonrió. Realmente pensaba que Marinette y ella podrían convertirse en grandes amigas —. ¿Adónde te gustaría ir?

—Solo caminemos y veamos hasta donde llegamos.

Marinette asintió y siguió a Alya, durante el camino ambas conversaron un poco.

—¿Chloé siempre te molestaba? —Marinette asintió —, es una pena no haber llegado antes, créeme que odio las injusticias y yo te hubiera defendido desde antes —aseguró —. Lo bueno es que ya nos conocimos. De todas formas, en los cursos siempre hay personas malas.

—Eso es triste.

—Sí, pero lo bueno es que son pocas esas personas —Marinette asintió, ella consideraba que solo tenían a Chloé en su salón, por suerte —. Creo que ahora que sabemos que hay superhéroes, podríamos considerar que esas personas son como nuestros enemigos. Por cierto, ¿tú considerarías que Félix es un enemigo o no? —Alya tenía mucha curiosidad sobre ese chico, porque la confundía. Su actitud era algo rara. A veces era muy serio y parecía estar enojado todo el tiempo, pero cuando se trataba de Marinette, actuaba de modo distinto.

—¿Félix un enemigo? —repitió algo desconcertada —, no creo que sea un enemigo, él conversa. Puede que su mirada no sea amable todo el tiempo, pero no es alguien malo.

—Confiaré en tú intuición, porque mi intuición me dice que tú y yo seremos grandes amigas.

—Mi intuición me dice lo mismo —Alya abrazó a Marinette por los hombros y continuaron charlando, solo que ahora su tema eran los superhéroes de París. Alya realmente los admiraba.

—Parece ser que ya tienes una amiga, a pesar de tú cara de pocos amigos —le dijo Plagg a modo de burla.

—¡Cállate y escóndete! —lo regañó Félix.

Félix había decidido caminar hasta su casa, porque de ese modo podía tomar un poco de aire y evitaría encontrarse con su tío, realmente no quería verlo. No imaginaba que caminando se toparía con Alya y Marinette y que hablarían sobre él. Se sorprendió un poco al escuchar a Marinette defenderlo, se notaba que esa chica era amable.

Apenas llegó a la Mansión, simplemente subió a su habitación, por suerte Gabriel no estaba a la vista, ese hombre casi nunca estaba presente. Pudo ver a su mamá practicando yoga, ella simplemente lo saludó y él se encerró en su habitación.

—Debiste haber elegido a alguien como Adrien, él es mejor persona que yo —le reclamó a Plagg.

—Lástima que no puedes quitarte el anillo, muchacho —Plagg le sacó la lengua, demostrándole que no le interesaba en lo absoluto.

*

Al día siguiente, apenas se toparon en el colegio, Félix notó como la azabache se puso algo nerviosa y no supo cómo reaccionar, ella realmente era tímida. Él la saludó con su mano, en un gesto educado y ella le devolvió el saludo.

Apenas entraron al salón, Marinette se sentó con Alya y Adrien se sentó con Nino. Félix era el único que quedaba solo, pero no le molestaba.

—¿Segura que no es un enemigo? Parece disfrutar estar solo... —susurró Alya.

—Creo que le cuesta socializar con otros —respondió del mismo modo.

—Pero puede hablar contigo, Marinette...

—Quizás es selectivo, hablaré con él en el recreo.

Y apenas llegó el recreo, Marinette se quedó sentada. Esperó a que los demás salieran, como sucedió el día anterior, solo quedaron ella y Félix en el salón. El problema era que ella había dicho que "hablaría con él", pero olvidó un detalle muy importante: ¡ella era la persona más tímida del mundo!

—¿No qué hablarías conmigo? —preguntó. Marinette se sonrojó, levantó su mirada y lo observó con algo de pánico en su rostro —, tengo buen oído, lo siento, no quise que te sintieras mal.

—No, no... es que... —a Marinette se le enredó la lengua gracias a sus nervios. ¿Por qué tenía que ser tan torpe?

Mes Felinette.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora