El regalo era un collar que tenía una mariquita y un gato entrelazados, era muy bonito. Marinette sonrió mientras lo observaba y para Félix esa fue una buena señal.
—Lo compré porque pensé que te gustaría, sé que te gustan los superhéroes.
—Me encanta, es muy lindo, ¡muchas gracias! —la sonrisa de la azabache era muy linda, Félix pensó que en ese momento ella se veía hermosa, resplandeciente.
Marinette intentó ponerse el collar sola, Félix extendió su mano y en ese momento... ella le entregó el collar, sus dedos se rozaron por unos segundos, ambos sonrieron ese tipo de electricidad recorriéndolos y compartieron una mirada por un segundo. Entonces, Félix le colocó el collar y ella nuevamente agradeció, emocionada. Ambos compartieron una sonrisa.
Durante el resto de la fiesta, ninguno de ellos pudo dejar de mirarse, a pesar de no estar juntos en ese momento.
Cuando la fiesta acabó, Félix se acercó a la azabache. Ya era hora de volver a casa.
—¿Qué tal estuvo tu cumpleaños? —preguntó Félix en cuanto estuvo frente a ella.
—Fue el mejor cumpleaños que he tenido en mucho tiempo, gracias por esto.
—Deja de agradecerme todo el tiempo, Marinette, mereces cosas buenas —respondió. Marinette solo sonrió, porque estuvo a punto de agradecerle nuevamente —. ¿Necesitas ayuda para volver a casa?
—Iré con mis padres —Félix los vio, ellos lo saludaron y él se sonrojó un poco, ¿cómo es que no pensó en eso antes? —. Creo que ya deberíamos irnos, nos vemos mañana en el colegio —la azabache se acercó para darle un beso en la mejilla.
Félix no dejo de observar a Marinette hasta que ella se fue. Luego suspiró y entró. Su corazón latía de un modo rápido, realmente se sentía distinto, era una sensación de felicidad que le agradaba.
Subió las escaleras y al llegar a su habitación, se encontró con Adrien en su cama.
—Te vi —declaró Adrien. Félix lo miró alzando una de sus cejas, ¿acaso lo había visto transformándose en Chat Noir? Félix no lo creía posible —. Estuviste mucho con Marinette y la mirabas de un modo tierno. ¡Primo! Ya deberías darte cuenta de tus sentimientos.
—Creo que tienes razón —confesó Félix —. Marinette me hace sentir distinto, me gusta estar con ella, me gusta verla y definitivamente, me gusta —declaró.
Desde su escondite, Plagg se sorprendió con esa confesión. Él sabía muy bien que algo ocurría, pero ¿su serio portador realmente tenía sentimientos?
—¡Te lo dije! —Adrien aplaudió —, ¡Siempre lo supe! ¡Era muy obvio! Ella te gusta, tú le gustas, solo falta que comiencen a salir.
—En eso te equivocas, Adrien —el aludido frunció su ceño ante esa declaración, ¿cómo que se equivocaba? ¡Él mismo había confesado sus sentimientos! —. A mí me gusta Marinette, pero yo no le gustó a ella.
—¡No puedes ser tan ciego! —Adrien tomó una de las almohadas y golpeó en el rostro a su primo —, ¡Es obvio que también le gustas!
—Marinette es distinta a las demás chicas, ella es miedosa y bastante tímida. No te puedo hablar mucho sobre ella, pero su vida es diferente —Adrien asintió, entendía que la azabache tenía ciertos problemas —. Por eso prefiero darle tiempo, quizás todo esto podría asustarla...
—¿Crees que alguien podría asustarse ante una declaración de amor? Yo creo que la harías sentir feliz. ¿Por qué no intentas ir lento? Quizás Diego podría darte consejos —sugirió Adrien —. Él nunca me ha hablado de su novia, pero si tiene novia es porque sabe de este tema.
—Sí, tampoco es como que quiera contarle a todo el mundo mis sentimientos.
—No todo el mundo, solo Diego, Nino y yo —Félix miró a su primo alzando una de sus cejas —. No me mires así, Nino es mi mejor amigo y se sienta a mi lado, escucha todo —Félix negó con la cabeza ante esa respuesta.
*
Marinette le contó a sus padres lo feliz que se sentía y lo bien que lo había pasado, detallando todo y terminó diciendo que ese había sido el mejor cumpleaños de toda su vida. Sus padres se sintieron tan complacidos, se sentían encantados.
Una vez sola en su habitación, Marinette no dejaba de sonreír.
—Fue el mejor cumpleaños de todos, Tikki —ella seguía sonriendo —. Jamás pensé que mi vida cambiaría tanto, y también gran parte de ese cambio es gracias a ti —acarició la cabecita de su Kwami.
—Tu vida está cambiando porque tú lo estás haciendo, Marinette. Estás aprendiendo a confiar en ti y en lo que vales —le respondió la Kwami muy segura de sus palabras —. Ser Ladybug te ayuda, no lo olvides, Marinette.
—Sí, supongo que ser Ladybug me ayuda a ser una mejor Marinette —Tikki asintió, quería que Marinette creyera eso —. A Marinette le falta ser un poco más valiente, pero vamos paso a pasito...