Capitulo 3 | La diosa de la sabiduria

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A la mañana siguiente, desperté con la luz del sol filtrándose a través de las hojas de los árboles

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A la mañana siguiente, desperté con la luz del sol filtrándose a través de las hojas de los árboles. Me incorporé lentamente, notando que el dolor en mi pierna había disminuido, aunque seguía presente. Busqué a los chicos con la mirada y vi a Matt hablando con los demás cerca de una pequeña fogata. Con esfuerzo, me levanté y cojeé hacia ellos.

Kiara, la chica pelirroja, fue la primera en verme acercarme.

 —Buenos días, Atenea, ¿Pudiste dormir bien? —pregunto con una sonrisa amable.

—Sí, mejor que anoche —Asentí, aunque no del todo cierto.

—¿Cómo está tu pierna? —intervino Asher, el otro chico castaño, mientras removía las brasas de la fogata.

—Un poco mejor, pero aún duele.

—Podemos revisar la venda más tarde, Por ahora, vamos a desayunar algo ligero. Necesitaremos energía para el día que tenemos por delante.

Mientras Matt repartía las raciones, noté que sus movimientos eran eficientes y decididos. A pesar de las circunstancias, había encontrado un propósito y una manera de seguir adelante.

—¿Qué planes tenemos hoy? — pregunté, aceptando un pequeño trozo de pan y algo de agua.

—Necesitamos más suministros ,Vamos a explorar las áreas cercanas en busca de comida y cualquier otra cosa que podamos usar.

—Y también necesitamos encontrar un lugar más seguro, Este campamento es temporal. No podemos quedarnos aquí mucho tiempo.  —añadio Asher.

Asentí, entendiendo la necesidad de moverse constantemente para evitar ser detectados por los zombis. 

—Puedo ayudar, No quiero ser una carga.

—No eres una carga, Pero necesitas recuperar fuerzas. Ayudarás más cuando estés completamente recuperada.

Después de terminar el almuerzo, nos preparamos para salir. Matt me ayudó a poner un vendaje nuevo en la pierna, asegurándose de que estuviera bien ajustado pero no demasiado apretado.

—Esto debería ayudarte a caminar mejor —dijo mientras terminaba de atar la venda.

—Gracias, Matt.

Nos pusimos en marcha, caminando por unas calles vacías y desoladas. El silencio era inquietante, roto solo por el crujir de nuestros pasos sobre el pavimento y el ocasional gruñido de un zombi en la distancia. Matt se acercó a mi lado, manteniendo un ritmo constante a pesar de mi cojera.

—Te llamas como un personaje de mitología, ¿no? — preguntó, rompiendo el silencio con una curiosidad genuina en su voz.

—Sí, mi madre me puso ese nombre por la diosa de la sabiduría, Atenea. Pero no creo ser muy sabia.

—Bueno, estás aquí, sobreviviendo en medio de un apocalipsis zombi. Eso ya dice mucho sobre ti.

Solté una pequeña risa, agradecida por su intento de animarme.

Stay |  Matt SturnioloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora