Mr. Perfectly Fine

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A Kageyama le gustaba el olor a deporte. Ese olor a cancha de voleibol, de balones nuevos y de piso recién pulido. Trabajaba como entrenador de el equipo de la preparatoria Nekoma y trabajaba de vez en cuando con el equipo nacional. Su vida no estaba nada mal, pero sentía un vacío enorme desde hace tiempo y él sabía la razón.

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Era la tarde de un abril caluroso, Tobio observaba a sus alumnos jugar entre ellos mientras pensaba cada punto importante y hacía notas mentales para posteriormente ayudar a mejorar a cada uno. Era la primera vez desde hace 13 años que el equipo llegaba a enfrentarse con grandes escuelas en semifinales y se debía a la dedicación de todos en el equipo, sobre todo de su querido entrenador. La tarde se convirtió en noche y todos los jugadores ya se habían ido, solo quedaba Tobio terminando de cerrar y asegurándoselas de que no quedara nadie para lograr irse a descansar. Justo entonces una llamada entro a su celular y él, feliz, contestó:

-¿Sí?¿Bueno? -preguntó el pelinegro-.

-¡Kageyama! ¿Cómo has estado?-

-Yachi, hace tiempo no escuchaba hablar de ti. He estado muy bien, ¿qué hay de ti?,¿Como van las cosas allá? -Se puso algo feliz al escuchar a una vieja amiga-.

-Bien, gracias Kags. Las cosas aquí están bien, Yamaguchi es un muy buen entrenador para el Karasuno. -Habló Hitoka-.

-Me alegro Yachi, ¿A qué debo tu llamada?

-A que estoy cumpliendo mi deber como manager oficial,-Rió un poco-, quisiera que el nekoma y el karasuno tuviesen un partido de practica antes de las finales. Ya sabes, para subirles el animo.

-¿Estoy escuchando un reto acaso?-

-Podría decirse. Arreglemos el partido para el viernes a las 4:00 aquí.

-Nos vemos ahí.-

Y colgó, acto seguido se rió y se fue a su coche, recordó el momento en el que esa muchacha empezó a ser una de sus amigas más cercanas.

Poco rato después, Tobio llegó a su destino y se estaciono afuera de su casa, antes de bajar observo a su visor solar. Recordó lo que había hecho una noche antes  y rápidamente confirmó que había eliminador mensajes tan vergonzosos.

"¡NO PUEDE SER!" Pensó con vergüenza hasta ponerse todo rojo, totalmente enloquecido marcó a su mejor amigo para contarle lo sucedido aunque muy probablemente ya supiese pues él lo cuidó. 

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El viernes había llegado y todo el equipo del Nekoma estaba listo para enfrentarse amistosamente con sus grandes rivales. Kageyama repaso las estrategias que ocuparían ese día momentos antes de que el autobús llegara a la escuela.

-Bien muchachos, es hora. No hagan tanto revuelo-.

Aunque lo negara, Tobio estaba feliz por sus alumnos, le hacía acordar su juventud. Se aproximaron a la puerta de la cancha y abrieron. Kageyama fue el último en entrar pues vagó entre sus pensamientos.

"-Justamente por eso deberías superar a el enano.-"

Recordó las palabras de su amigo y pensó: "No es como si no lo hubiera superado, he estado con más personas desde entonces..." Pero el sabia que los encuentros casuales con algunos "casi algo" que iba teniendo a través de los meses, no contaban como algo serio. Fuera como fuera retomó su enfoque y agitó la cabeza con negación para proceder a entrar al lugar. Pero justo cuando puso un pie en aquella cancha deseo nunca haberlo hecho. No lo podía creer, ¿en serio?

¿En serio Shoyo estaba ahí hablando con los alumnos del karasunoo tan relajado?

¿En serio estaba parado frente a él? 


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