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⚠️ Este capítulo contiene Lemon. Se recomienda discreción. Si eres menor de edad, mejor omite este capítulo. ⚠️

Pasó la noche muy tranquila, Inuyasha llevo a Kagome a su departamento, se quedaron hablando un poco más con una taza de té caliente entre sus manos. La conversación había fluido desde temas triviales hasta más personales, creando una atmósfera íntima.

Inuyasha se acercó al sofá donde ella estaba sentada, sus movimientos deliberados y suaves. Tomó asiento a su lado, lo suficientemente cerca para que sus piernas se rozaran. Kagome sintió un cosquilleo en la piel, una mezcla de nervios y anticipación. Sus miradas se encontraron, y el mundo pareció detenerse por un momento.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo Inuyasha en voz baja, su tono cargado de una seriedad que hizo que el corazón de Kagome latiera con más fuerza.

—Claro —respondió ella, su voz apenas un susurro.

—¿Qué sientes cuando estamos juntos? —sus ojos dorados se clavaron en los de ella, como si estuviera buscando algo profundo en su alma.

Kagome se quedó sin palabras por un instante, abrumada por la intensidad de la pregunta y la cercanía de Inuyasha. Sintió el calor de su cuerpo a través de la delgada tela de su camiseta y notó cómo sus respiraciones se sincronizaban.

—Siento... —comenzó, pero sus palabras se ahogaron cuando Inuyasha levantó una mano y acarició suavemente su mejilla. La caricia fue como un fuego lento que se extendió por todo su cuerpo. Kagome cerró los ojos y se inclinó hacia él, buscando más de ese contacto.

Inuyasha se movió con una confianza tranquila, inclinándose hacia ella hasta que sus labios estuvieron a solo un suspiro de distancia. Kagome abrió los ojos justo cuando él cerraba la distancia, sus labios encontrándose en un beso suave pero cargado de emoción.

El beso comenzó con suavidad, una exploración tentativa. Pero pronto, el control se desmoronó. Inuyasha deslizó una mano por la espalda de Kagome, acercándola más a él, mientras que la otra mano se enredó en su cabello. Kagome respondió con igual fervor, sus manos recorriendo los músculos tensos de su espalda y hombros.

El beso se profundizó, volviéndose más apasionado. Inuyasha mordisqueó suavemente el labio inferior de Kagome, provocando un pequeño gemido de sorpresa que vibró en el aire entre ellos. Sin romper el beso, él la levantó ligeramente y la recostó en el sofá, su cuerpo cubriendo el de ella.

Kagome sintió el peso y el calor de Inuyasha sobre ella, una sensación que la hacía sentir segura y deseada. Sus manos encontraron su camino bajo la camiseta de Inuyasha, explorando la piel cálida y firme de su abdomen y pecho. Él reaccionó con un suspiro bajo, sus labios viajando desde su boca hasta su mandíbula y luego a su cuello.

El ritmo de sus respiraciones se aceleró, y Kagome arqueó la espalda cuando Inuyasha encontró un punto sensible en su cuello. Sus labios y dientes trabajaron con una mezcla de ternura y urgencia, dejando un rastro de calor en su piel. La mano de Inuyasha bajó lentamente por su costado, hasta descansar en su cadera, su toque firme pero gentil.

—Kagome... —susurró Inuyasha contra su piel, su voz ronca de deseo.

Kagome abrió los ojos, encontrando los suyos llenos de una pasión cruda que reflejaba la suya propia. Ella sonrió, levantando una mano para acariciar suavemente su mejilla.

—Inuyasha, yo... —susurró, su voz temblorosa pero decidida.

Sin darle tiempo a decir más, Inuyasha deslizó su mano debajo de la blusa de Kagome, acariciando su piel desnuda. Ella tembló bajo su toque, su respiración acelerándose. Con un movimiento decidido, él levantó la blusa por encima de su cabeza, dejándola expuesta a su mirada hambrienta. Kagome sintió un rubor intenso en su rostro, pero no apartó la vista de los ojos de Inuyasha, que la miraban con adoración y deseo.

Amor MioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora