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El jueves transcurrió como de costumbre en la oficina. Kagome e Inuyasha apenas se cruzaron, ya que ese día hubo una reunión tras otra. Al final de la jornada, Kagome mencionó que se iría con su amiga Sango para ayudarla a preparar una fiesta sorpresa para el hermano de Sango.

El día que su hijo tenía programada la visita a la biblioteca llegó rápidamente. Inuyasha miró su reloj; ya casi era la hora de salida, y varios de sus empleados estaban listos para marcar su salida e irse a sus respectivos hogares.

Con un aire de "discreción", Inuyasha observó a su bellísima secretaria, que se veía radiante. Ella estaba concentrada en las hojas que tenía en sus manos. De repente, Kagome miró la hora y comenzó a recoger sus cosas con prisa para marcharse. Inuyasha también revisó su reloj y casi se quedó atónito; no sabía cuánto tiempo había pasado observándola. Tenía que darse prisa para recoger a su hijo y llegar a tiempo a la biblioteca.

Por fortuna, Inuyasha llegó a tiempo para ambas cosas. Observó que muchos padres no asistieron, pero habían dejado a sus hijos al cuidado de otros padres. Akito estaba fascinado con la biblioteca, al igual que sus compañeritos. La maestra los llevó al área destinada para los niños, que, aunque más pequeño que el de los adultos, estaba bien equipado y adecuado para ellos.

La maestra les mostraba todo lo que había en la biblioteca, y los niños estaban muy emocionados. Los padres se encargaban de mantener a los pequeños en fila y estaban atentos a las explicaciones de la maestra. Inuyasha, sin embargo, notó desde lejos una melodiosa voz que reconoció al instante. Buscó por todos lados hasta que encontró a Kagome rodeada de niños. La imagen de Kagome rodeada por esos pequeños y contando una historia era algo que nunca olvidaría. Ella estaba tan hermosa que sintió una punzada de celos al ver a otros padres admirándola. Sin embargo, Kagome estaba tan concentrada en los niños que no se percataba de las miradas.

- "Entonces un hada madrina apareció y le dijo, '¿Cenicienta, por qué estás triste?'" - Inuyasha se apoyó en un marco cercano mientras observaba con ternura a Kagome, quien estaba narrando un cuento a los niños, que estaban cautivados por la historia y por ella.

Se quedó hasta el final del cuento. Los niños aplaudieron y algunos preguntaron más sobre la historia. Después, todos comenzaron a retirarse, despidiéndose de Kagome. Ella se volvió para dejar el libro en su lugar, sin darse cuenta de que Inuyasha estaba justo detrás de ella.

—Nunca pensé en encontrarte aquí —comenta Inuyasha al ver que están solos, sobresaltando a Kagome.

—¡Inuyasha! —exclama, girándose hacia él con una sonrisa de sorpresa. —¿Qué haces aquí? —No puede creer que Inuyasha esté en una biblioteca.

—Una maestra de Akito mencionó que habría una lección aquí, pero no esperaba verte.

—¿En serio? —se burla Kagome, coqueta. —Nunca imaginé que un Taisho visitaría este lugar. —Le da un pequeño empujón en el pecho con su dedo índice mientras sostiene un libro con la mano izquierda, y le sonríe. Luego, se da cuenta de la intimidad del gesto y se disculpa de inmediato. —Lo siento. —Baja la vista, visiblemente avergonzada.

Inuyasha suelta una pequeña risa. Kagome levanta la vista, confundida.

—Entonces, ¿tu amiga te dejó plantada?

—No exactamente. Mi amiga está aquí. Ella debía ayudar a sus otros alumnos que acaban de llegar, así que me llamó para que la ayudara a entretener a los niños. De hecho, pronto habrá un espectáculo de títeres.

—¿Cómo se llama tu amiga? —pregunta Inuyasha, con un atisbo de curiosidad.

—Se llama Nanami Momozono. ¿Por? —responde Kagome, intrigada. Inuyasha sonríe como si hubiera hecho un descubrimiento importante.

Amor MioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora