Capítulo Especial: El Festival de las Luces

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Era una noche mágica en Konoha. La aldea se preparaba para el Festival de las Luces, una celebración anual que iluminaba las calles con farolillos y llenaba el aire con risas y música. Esta vez, la festividad tenía un significado especial para la familia Uzumaki, ya que era la primera vez que todos participaban juntos desde la última gran celebración.

Himawari e Inojin se encargaban de decorar su hogar. Los gemelos Haruto y Kaori, ahora de tres años, corrían alrededor emocionados, ayudando como podían. Ami, que estaba especialmente emocionada, colgaba farolillos junto con sus primos Riku y Sora.

Boruto y Sarada también estaban ocupados, ayudando a preparar la comida y los adornos. Todos trabajaban juntos en una armonía que mostraba el amor y la unidad de la familia.

—¡Papá, mira! —gritó Kaori, sosteniendo un farolillo que había decorado ella misma con dibujos de su familia.

Inojin sonrió y se inclinó para abrazarla.

—Es hermoso, Kaori. Eres una gran artista, igual que tu mamá.

Hinata y Naruto llegaron poco después, trayendo consigo una caja de fuegos artificiales y más decoraciones.

—¡Fuegos artificiales! —exclamó Haruto, saltando de alegría.

Naruto rió y levantó a su nieto en brazos.

—Sí, Haruto. Pero primero, terminemos de decorar y luego podremos disfrutar del espectáculo.

Con todo preparado, la familia se reunió en el jardín. El cielo comenzaba a oscurecerse, y las luces de los farolillos creaban un ambiente cálido y acogedor. La mesa estaba llena de delicias preparadas por Hinata, Sarada y Sakura, quienes se habían unido para hacer una cena especial.

Ami, Riku y Sora se sentaron juntos, hablando sobre sus planes y sueños para el futuro. Ami, con su pasión por ser una ninja destacada, compartía sus aspiraciones con entusiasmo.

—Quiero llegar a ser tan fuerte como mi mamá y mi papá. Quiero proteger a Konoha y a nuestra familia —dijo Ami, con determinación.

Riku asintió, sonriendo.

—Y yo quiero ser el mejor ninja médico. Ayudar a las personas como la tía Sakura.

Sora, siempre la más energética, agregó:

—¡Y yo quiero ser Hokage! ¡Voy a ser incluso mejor que el abuelo Naruto!

Todos rieron, llenos de orgullo y alegría por el futuro brillante que esperaban sus hijos.

Cuando la cena terminó, Naruto tomó la caja de fuegos artificiales y se dirigió al centro del jardín.

—Es hora del espectáculo —anunció, encendiendo la primera chispa.

El cielo nocturno se iluminó con colores brillantes y formas deslumbrantes. Los niños aplaudían y reían, sus rostros iluminados por la luz de los fuegos artificiales.

Inojin miró a Himawari y le tomó la mano, sintiendo una profunda gratitud por el amor y la familia que habían construido juntos.

—Hima, cada día contigo es un regalo. Gracias por todo —dijo suavemente.

Himawari sonrió y le dio un beso en la mejilla.

—Yo también te amo, Inojin. Gracias por ser mi compañero en esta increíble aventura.

El espectáculo de fuegos artificiales continuó, y la familia se abrazó, disfrutando del momento especial.

Al final de la noche, cuando los fuegos artificiales se apagaron y la aldea quedó en silencio, Inojin se levantó y llamó la atención de todos.

—Quiero compartir algo con todos ustedes. Hoy no solo celebramos el Festival de las Luces, sino también nuestra historia y el amor que nos une.

Todos se reunieron alrededor de Inojin, curiosos y expectantes.

—Esta noche es un recordatorio de lo lejos que hemos llegado y de las maravillosas aventuras que aún nos esperan. Cada uno de nosotros ha contribuido a esta historia de amor, valentía y unidad. Y aunque hemos enfrentado desafíos, siempre hemos salido adelante juntos.

Inojin levantó su copa, y todos lo imitaron.

—Por nuestra familia, por nuestras aventuras y por todas las historias que aún están por contar. Que nuestras luces nunca se apaguen y que nuestro amor siempre brille.

Todos levantaron sus copas y brindaron, sintiendo una profunda conexión y gratitud por estar juntos.

Esa noche, bajo el cielo estrellado de Konoha, la familia Uzumaki celebró no solo el Festival de las Luces, sino también el amor y la unidad que los mantenía unidos. Era una noche mágica, llena de recuerdos preciosos y promesas de un futuro brillante, donde cada día sería una nueva oportunidad para escribir otro capítulo en su increíble historia.

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Y así, el Festival de las Luces se convirtió en una tradición anual para la familia, un recordatorio constante de que, a pesar de los desafíos, el amor y la unidad siempre prevalecen. Una historia para contar, generación tras generación.

inohima una historia para contar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora