Narrador.
El sol comenzaba a alzarse en el horizonte, bañando el océano con una cálida luz dorada mientras el crucero se acercaba al puerto. Los días que Izuku y Ochako habían pasado a bordo habían sido nada menos que mágicos, una experiencia que ambos sabían atesorarían por el resto de sus vidas. Desde las emocionantes actividades hasta las noches compartidas bajo un cielo estrellado, todo había culminado en un momento tan especial que incluso ahora, mientras el viaje llegaba a su fin, el recuerdo de la confesión de Izuku permanecía grabado en sus corazones.
Izuku, de pie junto a la barandilla, observaba cómo el puerto se hacía cada vez más grande a medida que el barco se acercaba lentamente. Su mente estaba llena de los momentos que había compartido con Ochako: las risas, las conversaciones profundas, y finalmente, la confesión. La sensación de liberación que había experimentado al expresarle sus sentimientos era incomparable, y el hecho de que ella había correspondido esos sentimientos solo hacía que todo pareciera un sueño hecho realidad.
Ochako se encontraba a su lado, su rostro aún ligeramente sonrojado mientras recordaba lo ocurrido la noche anterior. A pesar de que las primeras luces del amanecer les envolvían en su calidez, no era solo el sol lo que hacía que sus mejillas ardieran. Era la mirada de Izuku, tan llena de amor y sinceridad, que aún permanecía en su mente, y el modo en que sus palabras habían resonado en su corazón.
La realidad de lo que había sucedido finalmente la golpeó, y aunque trataba de mantenerse serena, no podía evitar sentirse abrumada por la intensidad de todo. En ese preciso instante, mientras sus pensamientos vagaban, su quirk, activado por su agitación emocional, comenzó a hacer efecto sin que ella se diera cuenta. De repente, sus pies se levantaron del suelo, haciéndola flotar unos centímetros sobre la cubierta del barco.
Izuku, que había sentido un ligero tirón en su mano, giró la cabeza y vio a Ochako flotando a su lado. Una suave risa escapó de sus labios, pero sus ojos brillaban con ternura. Aún después de tantos años, la inocencia y dulzura de Ochako nunca dejaban de tocar su corazón.
Izuku: Ochako -murmuró, extendiendo la mano para sujetarla suavemente- parece que aún estás un poco nerviosa.
Ochako, dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo, miró hacia abajo y vio que ya no estaba sobre el suelo. Un rubor intenso cubrió su rostro.
Ochako: ¡Lo siento! -escapó de sus labios mientras intentaba desactivar su quirk. Sin embargo, la combinación de emociones que sentía hacía que fuera difícil hacerlo de inmediato.
Izuku la sostuvo con más firmeza, asegurándose de que no se elevara más. Con una sonrisa tranquilizadora, la atrajo hacia él.
Izuku: No te preocupes, estoy aquí -le dijo con suavidad, sus ojos verdes reflejando la luz del amanecer- No dejaré que te vayas volando.
La calma en su voz y el calor en su mirada lograron tranquilizar a Ochako lo suficiente como para que pudiera recuperar el control de su quirk. Lentamente, comenzó a descender hasta que sus pies tocaron el suelo una vez más. Izuku, sin embargo, no soltó su mano; al contrario, entrelazó sus dedos con los de ella, un gesto lleno de afecto y promesa.
Ambos permanecieron así por un momento, simplemente disfrutando de la proximidad del otro mientras el crucero finalmente llegaba al puerto. El bullicio de los demás pasajeros preparándose para desembarcar no les afectaba; en su pequeño mundo, solo existían ellos dos y el eco de los sentimientos recién compartidos.
Finalmente, cuando llegó el momento de bajar del barco, Izuku apretó suavemente la mano de Ochako, guiándola hacia la salida. Mientras caminaban juntos por la pasarela, las voces de otros pasajeros y el sonido de las olas chocando contra el muelle llenaban el aire, pero nada podía distraerlos de lo que habían experimentado en esos últimos días.
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8 Años Después....Aun Te Amo
FanficOchako Uraraka había pasado ocho años dedicándose a su agencia de héroes y a una organización que ayudaba a niños con problemas con sus quirks, inspirada en casos como el de Himiko Toga. A pesar de sus logros, su corazón seguía anclado en el recuerd...