Pasaron 5 años, el príncipe junto con su amigo ya no eran pequeños, habían crecido y ahora eran niños ya mas grandes que podían pensar mucho más las cosas con claridad. Últimamente ya no habían ido demasiado a los reinos vecinos así que un día decidieron ir al reino de Aragón a pasar el rato como lo hacían antes. Ya en el reino de Aragón, Lorenzo y Matteo estaban en el jardín del palacio conversando ya que durante todos esos años estuvieron creciendo y junto a eso madurando.
- ¿En qué piensas? Te veo algo pensativo - habló el ojiverde al ver a su amigo pensativo mientras que miraban el cielo con tranquilidad.
- ¿Mm? Yo no tengo nada, Matteo, solo que hace tiempo que no vinimos a este reino y ahora se siente algo extraño - sonriendo un poco antes de escuchar un ruido y dirigirse rápidamente de dónde provenía. Para después ver detrás de los arbustos, miró como una niña salía haciendo que se caiga para atrás y dejarlo sorprendido.
- ¡Oye, Lorenzo! ¿Estás bien? - mostrando una expresión de preocupación por su mejor amigo. Pero al ver a la niña también se sorprendió.
Lorenzo miró a la niña a los ojos y pudo reconocer esos hermosos ojos color miel de ella, a lo que lo hizo que la comisura de sus labios se levantarán un poco. Al parecer Matteo también reconoció a la princesa Isabella Rossi de ese reino, a lo que ella los miró con algo de seriedad y cruzada de brazos.
- ¡¿Qué hacen aquí?! ¡No deberían estar aquí! - exclamó la princesa casi a gritos, parecía molesta y como si todo le irritará, Lorenzo decía que era demasiado enojona.
- Es un gusto verla de nuevo, princesa Rossi. . . - habló el ojiazul saludándola educadamente con un beso pequeño en la mano de la pequeña y Matteo también la saludaba a su manera.
- ¿Rossi? - soltó el pelinegro en forma de pregunta en ese momento curioso ya que no esperaba que su amigo la llamará así, mirándolo de una manera que estaba curioso.
- Ese es su apellido, no puedo creer que no lo sepas - respondió el peliblanco mirando a Matteo de una manera sería hacia él y después vió a la pelicastaña algo sorprendida - ¿Qué pasa, princesa? ¿A qué se debe su expresión de sorpresa?
- Yo. . . No me esperaba eso. . . - Fue lo único que pudo decir en ese momento para después esos dos notar un pequeño rubor en sus mejillas.
- Veo que sigue viéndose igual de tierna que antes y ahora más - se acercó a ella y pasó sus dedos por su cabello, poniendo un mechón detrás de la oreja - Espero y siga siendo igual de linda siempre - dijo por último el ojiverde para después ponerle una pequeña flor en el cabello.
- Eh. . . Gracias, yo no me esperaba eso - algo sonrojada, sus mejillas estaban algo calientes por aquello y los dos niños podían notarlo.
- ¿Y por qué razón? - la miraba con algo de seriedad en sus ojos azules.
- Porque me tratan con bastante amabilidad y educación. . . Los demás me tratan como la niña que soy - sus ojos color miel podían demostrar inocencia y ternura, algo que Matteo y Lorenzo podían notar.
- Los adultos mayormente no saben cómo tratar a los niños, en sus mentes pasa que quieren lograr entendernos pero al final es como un reto - sonreía dulcemente el pelinegro mientras que le daba palmaditas en la cabeza a la pequeña.
- Aún así veo que el rey Louis se esfuerza bastante en lograr entenderte - dijo con una ligera sonrisa en el rostro Lorenzo y luego de eso se acercó al oido de Rossi - Pero estoy seguro que te quiere ver siempre feliz y con la linda sonrisa que tienes.
La princesa no pudo evitar sentir su corazón latir un poco más rápido de costumbre, pensó que le pasaba algo pero después sintió mariposas en el estómago y luego intentaba controlar su respiración. Un nuevo sentimiento para ella que no sabía que era pero al final no dijo nada, solo se quedó mirando fijamente a Matteo y a Lorenzo. Un rato después, ya el Sol se estaba ocultando pero esa noche se iban a quedar la reina Rosella y los dos niños, pero mientras tanto el peliblanco y el ojiverde estaban bien el atardecer en el jardín como siempre hacían cada día.
- ¿Qué hacen? - se acercó lentamente mirándolos a los dos chicos sentados en el césped de su jardín.
- Mirando el atardecer - respondieron los dos al mismo tiempo y ella simplemente se les quedó mirando por un momento para luego ver el atardecer junto a ellos.
Pero luego de unos minutos de silencio habló de nuevo ella - Se siente raro. . . ¿Siempre hacen esto cada día?
- Sí, sin falta alguna - habló Matteo mirando la puesta de Sol junto a su amigo que estaba muy concentrado.
- Es relajante para mí. . . Y algo divertido ver cómo el Sol se oculta.
- No me esperaba esa respuesta sincera. Al parecer si les gusta hacer eso - se levantaba del césped al ver cómo casi ya estaba oscuro y se iba al interior del palacio, en conclusión, se iba del jardín pero los dos chicos se quedaron hasta el final.
Ya cuando todo estaba completamente oscuro se fueron al interior del palacio, para luego sentarse en el gran comedor y cenar algo antes de irse a dormir. Se fueron a cepillar sus dientes y luego les llevaron a una habitación para los dos chicos para que pudieran pasar la noche ahí. Ambos chicos se fueron a descansar en esa habitación, pero Lorenzo se despertó en la madrugada ya que no podía dormir bien, así que se fue a la cocina del palacio a buscar algo de agua y al final encontró con la pequeña princesa en ese lugar.
- ¿Qué se supone que haces? - habló repentinamente Lorenzo hacia la niña que ella se sorprendió hasta casi soltar un grito de susto.
- ¿Qué haces despierto? - Habló con una voz casi agitada por el susto que le dió él pero luego se calmó.
- Pero tampoco era para que te asustes así y no podía dormir bien. Vine a por agua - respondió el peliblanco mirándola directamente a sus ojos color miel - ¿Y tú qué haces aquí despierta?
La princesa lo observó por un momento para después soltar un suspiro leve - No alcanzo las tasas para poder tomar algo de agua, también me desperté en la madrugada - fue lo único que pudo decir ella ante las palabras del ojiazul.
- Mm. . . Ya veo, entonces déjame ayudarte con eso - levantaba su brazo para después alcanzar las tasas y darle una a Rossi, de paso que agarraba una para él también - Aquí tienes. . .
La princesa al ver que le daba una tasa de iba rápidamente a tomar un poco de agua - Gracias. . . - dijo ella para luego ver cómo él príncipe tomaba un poco de agua también - ¡Espera aquí! No me tardo.
- ¿Mm, está bien? - curioso por lo que ella iba a hacer pero luego vió como llegaba a la cocina con una máscara - ¿Y para qué es la máscara?
- Para tí - respondió ella para luego ponerse de puntillas y ponerle la máscara, no le quedaba mal, parecía tener un toque elegante pero se dijo que podía mejorar.
- Me gusta, es bonito - sonreía un poco al ver cómo le ponía la máscara y se miraba en un espejo cercano - Gracias, princesa.
Isabella estaba algo nerviosa pero aún así se armó de valor y ahora que estaba a solas con Lorenzo pues le dijo algo - ¡Cásate conmigo, por favor! - exclamó ella para luego dejar algo sorprendido al príncipe.
«Tiene valor de verdad. . . Pero parece un amor de niños lo que siente» pensó para así mismo el ojiazul, ahora la miraba con algo de sorpresa pero a la vez normal - ¿Segura qué quieres eso, princesa? Soy cuatro años mayor que tú, ¿eso no te molesta? - habló en ese momento él príncipe casi en susurros cerca de su rostro, aún con la máscara puesta.
- ¡Sí! Claro que sí - sonreía feliz al afirmar a la pregunta que le hizo el peliblanco.
- Bien. . . Entonces cuando tengas diecisiete lo haré. ¿Es una promesa?
- Sí, una promesa - sonreía alegremente al escuchar que Lorenzo iba a casarse con ella en el futuro, estaba muy emocionada.
- Bueno, una promesa entonces. Te estaré esperando y cuando llegué el día lo haré - sonreía un poco mientras que entrelazaban su meñique con el de ella en modo de que se hacían una promesa los dos, lo que posiblemente ella termine olvidando pronto y él se sienta mal por hacerle falsas ilusiones.
«Me siento mal por mentirle, pero se que lo que siente no es real, es un amor de niños. Ya en el futuro veremos si es amor verdadero» se decía en su mente mientras que le daba unas palmaditas en su cabeza y luego la dejaba acostada en la cama de su habitación para después él irse a la habitación donde dormía con Matteo.
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Una Rosa Delicata Tra Le Spine
Acak"Dicen que cada rosa tiene sus espinas. Bueno. . . Muéstrame las tuyas y verás unas manos dispuestas a sangrar"