Capítulo 6

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—Aquí viene mi colaboradora estrella —exclamó Chet cuando me vio cruzar por la puerta.

—Buenos días, perdón por la tardanza —dije nerviosa con un hilo de voz.

La mujer se dio la vuelta para mirarme y sentí que un frío recorrió mi espalda.

—Sra. Undersee, le presento a Yoko la persona encargada de llevar su cuenta.

—Mucho gusto —dijo sonriente extendiéndome la mano.

—Igualmente —contesté estrechándosela.

El alma me volvió al cuerpo cuando me di cuenta que no era mi desconocida, suspiré aliviada y entonces caí en la cuenta de algo en lo que no había pensado. ¿Existiría la posibilidad de que algún día me la encontrara en la calle con los miles de habitantes que hay en esta ciudad? ¿Su trabajo tendría que ver con la publicidad? Sacudí la cabeza para librarme de esos pensamientos y me senté al lado de la cliente.

La junta transcurrió de lo más normal, la Sra. Undersee quedó bastante satisfecha con la presentación y nos indicó que necesitaba la campaña para el viernes por la tarde. En cuanto salió de la oficina, el corazón se me volvió a acelerar porque no había nada que me salvara del regaño de Chet y lo confirmé cuando cerró la puerta, ya que siempre la tiene abierta salvo cuando está con un cliente o cuando no quiere que los demás escuchen lo que tiene que decir. Caminó en silencio de regreso para sentarse frente a mí y colocó ambos brazos en la orilla del escritorio.

—Felicidades, Yoko. La presentación estuvo estupenda como siempre.

—Gracias —respondí tímidamente mientras le daba un sorbo a mi vaso de agua.

—Pero eso no te salva de que tengamos una charla tú y yo. Sabes que te aprecio, Yoko. Eres una gran chica y además eres comprometida con tu trabajo y precisamente eso es lo que me preocupa. ¿Qué pasa contigo? La semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un día después de tu cumpleaños y bueno, puede ser comprensible, pero hoy te retrasaste más de dos horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no respondías el celular y no te reportaste para al menos saber que estabas bien.

—Perdón, te podría dar miles de excusas, pero la verdad fue que me quedé dormida. Anoche no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi bolso y no lo escuchaba.

—Agradezco tu honestidad, eso es lo que siempre me ha gustado de ti. Pero aparte de eso, te noto extraña, has estado distraída, ausente, ayer confundiste los slogans de unas marcas que no tienen nada que ver entre sí. ¿Tienes problemas, Yoko? Sabes que puedes confiar en mí.

Me quedé en silencio. ¿Qué iba a responderle? ¿Que estaba perdiendo la razón por una extraña que me hacía suya de cuanta forma se le ocurría y que eso aumentaba más y más mi ansiedad de querer estar con ella?

¿Que mi mente viajaba y fantaseaba con las ideas más inverosímiles que se me ocurrían con ella?

¿Que a todo lo que había a mi alrededor le estaba encontrando un lado sexual que posiblemente ni tenía?

¿Que había descubierto una Yoko sensual, traviesa, coqueta y sin inhibiciones que desconocía que existía y que sólo esa mujer desconocida hacía surgir?

¿Que me hacía sentir mujer como nadie lo había hecho jamás? Ni que estuviera loca. Tomé un respiro antes de hablar.

—Creo que es una crisis post-cumpleaños —respondí deseando que me lo creyera.

—Niña, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir 40 años. Tú tienes 23, hasta podrías ser mi hija.

—Sí, pero bueno, a mi edad mis papás ya se habían casado y yo ya había nacido —Yo no deseaba eso, pero fue lo único convincente que se me ocurrió decir.

¿Estas libre esta noche? | FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora