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En lo más profundo de un bosque invernal, donde la nieve y el hielo dominan el paisaje, se alza un santuario antiguo, esculpido enteramente en hielo. Sin embargo, el paso del tiempo ha dejado su huella, y el santuario, una vez majestuoso, ahora yace en ruinas, sus muros agrietados y su esplendor casi perdido. En la entrada del santuario, tres figuras se perfilan contra el horizonte helado: un Lucario, un Chesnaught, y el que realmente capta nuestra atención, un Lycanroc en su forma Midnight.
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Estos Pokémon, miembros del renombrado Pokégremio, están allí por una razón.
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Mientras los tres permanecen en la entrada del santuario, el primero en romper el silencio es Lycanroc, su tono impregnado de una mezcla de frustración y desdén.
Lycanroc: ¡Maldita sea...! —exclama, mientras tiembla de frío— ¿Quién demonios pensó que sería una buena idea construir un maldito santuario en medio de un bosque congelado?
Chesnaught: No te quejes, novato. —le responde con calma, aunque una ligera sonrisa se asoma en su rostro— Recuerda que estamos aquí para averiguar los últimos sucesos que asolan este bosque...
Lycanroc: ¿Novato? Pero si soy igual de viejo que tú —se burla, cruzando los brazos— Además, me puedes recordar qué hacemos aquí. Es que, bueno... me dormí en la explicación...
Chesnaught suspira, con la paciencia de un líder que ha lidiado con este tipo de situaciones más veces de las que puede contar.
Chesnaught: —Suspira— Lucario, explícaselo... Estoy cansado de siempre explicarle las cosas.
Lucario, siempre el más serio del grupo, no puede evitar fruncir el ceño ligeramente, aunque su voz se mantiene calmada.
Lucario: Vamos, amigo. ¿En serio te dormiste en la explicación?
