Capitana Hódar.

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6:50AM   Violeta.

— Tienes que ir de expedición.

Me dijo mientras dejaba una carpeta con todo lo que necesitaría para aquello que me estaba pidiendo.

— Buenos días a tí también, Alberto.

Dije de mala gana cogiendo mi taza de café solo para darle un sorbo, acomodándome en mi asiento.
Nos encontrábamos en el salón común del edificio en el que llevábamos años viviendo, antiguamente, antes de El Gran Caos era un almacén enorme bastante importante en el estado de Colorado.
No me pregunteis como conseguimos un edificio tan grande siendo un grupo "mediocre", pues ni yo lo sé.

Somos el Grupo Luna, y cada vez que tengo que expulsar ese "somos" me quema cada vez más, pues no me uní por gusto, lo hice por supervivencia pura y aunque no esté orgullosa de ello he tenido que ganarme aquí mi puesto, por eso con mucho esfuerzo conseguí ser la capitana de el Equipo de Expedición, trabajo del que me enorgullezco si soy sincera, pero de el que no me hace gracia tener que hacerme cargo tan temprano y eso es precisamente lo que me estaba pidiendo Alberto, el jefe.

— Hódar te voy a ser sincero, tendrás que ir sola hacia Montero, el pueblo que tenemos a 15 minutos de aquí.
Te mando a tí nada más pues es una expedición rápida al gran Supermercado. Dentro de la carpeta tienes la lista de recursos que debes recoger, los lugares que debes evitar y el mapa.

Me dijo tajante y seguro, acercándome la carpeta haciendo parecer que no tenía opción de negarme.

— ¿Qué gano a cambio?

—  1 día y medio de descanso.

Mi expresión habló antes que mi boca, dejándole ver mi desacuerdo mientras negaba con la cabeza.

— Es muy poco tiempo Alberto.

— Hódar eres una de las mejores capitanas que tengo y lo sabes, no podemos estar sin tí más de 2 días.

Creédme que soy consciente de la situación de el momento, pero lo que me estaba pidiendo era prácticamente trabajo regalado en comparación a lo que ofrecía a cambio.
Suspiré levantándome de mi lugar mientras tomaba la carpeta y me dirigía a la puerta, en la cual me paré antes de salir para mirar a mi jefe.

— Voy a hacer la expedición, pero piénsate mejor mi recompensa.

8:30AM

Estaba repasando el inventario que llevaría a la expedición mientras lo ordenaba todo en el maletero de mi 4x4.

— Linternas, vendajes, machete, balas, revólver...

Todo parecía estar presente y en orden, por lo que decidí llevarme conmigo simplemente el revólver y dejar lo demás atrás para equiparme más tarde en el lugar antes de entrar.
Comencé mi viaje con muchas ganas de que terminase lo antes posible, esta expedición se me haría muy pesada, pero por suerte iba sola y podría ir a mi ritmo.

No me preocupaba el hecho de no ir acompañada, por desgracia tengo mucha experiencia a lo que explorar sitios así se refiere por lo que se podría decir que sé jugar mis cartas en situaciones como estas.

Y es entonces cuando pensaba en todo lo que debía hacer hoy mientras conducía que me percaté de que llegué a mi destino en poco tiempo, comenzaba mi misión.

— Bien vamos a ver... Tengo que recoger medicinas, conservas y alguna que otra manta...Que nunca vienen de más.

Repasaba la lista de objetos a buscar mientras caminaba hacia el maletero para abastecerme con mi equipo, mi mochila vacía por llenar y demás para poner rumbo dentro del edificio.
Entré con sigilo con mi revólver en mano, sabiendo que un arma de fuego no sería la más adecuada en sitios cerrados pues hacen un ruido estrepitoso, pero sería lo más rápido si decidía aparecer algún desgraciado o algún zombie que me quisiera atacar, confiaba en mi habilidad de escape si me hacía notar en aquel lugar.
Iba moviéndome con velocidad por el Supermercado, vigilando todos los lugares por los que me pudieran acechar y tachando cada vez más objetos de la lista que debía llenar antes de volver al refugio.

— ( Venga Violeta, solo nos queda conseguir un par de mantas... ¿Dónde coño pueden estar? )

Me pregunté internamente, acostumbraba bastante a hacerlo pues quieras o no desde que ocurrió todo este desastre que echó al mundo a perder, es bastante normal estar solitario.
Salí de la planta de Objetos del Hogar sin éxito, bastante extrañada pues que supiéramos en el refugio este Supermercado no era muy concurrido y menos por nosotros, pues tenemos la costumbre de abastecernos de diferentes sitios cada vez para no explotar los recursos de manera rápida.

Iba serena, con mi mente clara y mi objetivo casi cumplido, cuando un ruído lejano me sacó de mis casillas.
Rápidamente me senté en el suelo tras una barda grande y vacía de comida que al menos me tapaba enteramente mientras trataba de averiguar qué cojones había sido aquello, por lo que agudicé mi oído y me puse en guardia con mi machete en mano.

. . .

Silencio puro, quizás fue solo algo que se cayó.
Iba a retomar mi aventura cuando escuché un ladrido de un perro desde la misma dirección de la que vino el sonido principal, tragué saliva y me mentalicé
para lo que tenía planeado hacer.
Adoro a los animales, pero cuando se trata de sobrevivir prefiero sobrevivir yo obviamente, por lo que no dudaría de usar mi revólver si fuera necesario, pues muy a mi pesar no conocía el estado de salud de aquel perro y me negaba a contraer una posible rabia o algo peor.

Con mucha pena me levanté con mi mano dominante en guardia sobre la funda de mi arma y con la otra portando el machete, avanzando sigilosamente por mi camino pues intentaría evitar cualquier clase de conflicto.

Del Infierno al olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora