Un secuestro de chiste.

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10:40AM Violeta.

—¿Y qué querías que hiciera? ¿Pegarte con el libro más fino? — Bufé sin soltar mi agarre de sus brazos y antes de salir me giré para mirarle fijamente a los ojos.

— Ah y como tu querido amigo se me tire encima nada más salga por esta puerta le pego dos tiros que le dejo en el sitio, así que más te vale que no lo haga.—
Dije de manera tajante, tras comprobar su silencio acompañado de una mirada no tan agradable hacia mí, asentí abriendo lentamente la puerta.

— Oliver quieto —
Avisó al perro pues este nada más percatarse de nuestra salida se puso en posición de alerta.

En silencio seguimos avanzando, tomé mi mochila y bajamos a la planta anterior donde estábamos, agarré la última manta que me dejé al principio de la trifulca y ordené mi mochila delante de la chica.

— ¿A dónde me vas a llevar, a vuestro estúpido refugio? —
Preguntó con un residuo de alteración, se le veía enfadada... Y sinceramente lo estaba en todo su derecho pues yo prácticamente la estaba secuestrando.

— Pues te vamos a tener cautiva en el sótano del refugio, así que prácticamente sí — Dije — Bueno, te voy a tener cautiva, esta ha sido mi idea — Exclamé recalcando el "voy"

— Veo que esto de secuestrar gente no se te da nada bien, ¿No me vas a poner una bolsa en la cabeza o algo? Ya prácticamente me sé tu cara de memoria — Dijo con su ceño fruncido.

— ¿En serio estás dándome tips de cómo secuestrar a alguien? Pero vamos a ver, ¿Quién está siendo secuestrada, tú o yo? —

La chica dió un par de pasos acortando distancias, quedándo cara a cara
— Simplemente aviso, porque te juro que como consiga escapar no vas a durar más de un día viva.—


— Me halagas diciendo que me buscarías... Pero me da más gracia que miedo diciendo eso mientras estás esposada... — Reí.

— Das pena como secuestradora. No te dediques a esto, por favor. —

— Mira si quieres puedo darte en la sién con la empuñadora del revólver para que te calles un rato y así poder brindarte una verdadera experiencia sobre cómo eres secuestrada, ¿No crees? — Le dije con tono vacilante, ya bastante cansada de esta situación.

— Además, nunca te dediques tú a ser secuestrada, por favor. No has puesto resistencia apenas, ¿Acaso lo estabas buscando o pidiendo a gritos? — Pregunté.

— No sé como quieres que ponga resistencia luego de llevarme un librazo en la cabeza, que no era con un libro cualquiera sino con el puto Quijote... Además, no tengo nada que perder, ya te dije que te estaba persiguiendo para robarte, si al menos puedo pasarme una temporada con comida y sitio seguro donde dormir estaré de lujo, bueno hasta que te des cuenta de que en efecto, no estoy con ningún grupo... Ya cuando eso ocurra me las apañaré, como lo he hecho siempre. — Dijo mirándome a los ojos con un tono sincero.

— Veo que te ha molestado lo del librazo— Reí. — No te culpo, yo también estaría molesta si me pegaran con ese pedazo de libro... — Le dije.

Nos quedamos en silencio, mirándonos mutuamente aunque ella lo estaba haciendo con una cara de no muchos amigos.

— Perdona por el golpe, anda— Dije riéndome ciertamente con un poco de burla.

— Y un carajo te voy a perdonar yo cuando me estás secuestrando, dickhead — Dijo bastante enfadada, y yo solté una risa al escuchar aquel insulto.

— ¿Pero qué ha sido eso? — Dije entre risas — La Reina Isabel está en el suelo ahora mismo, me han dicho. — No podía parar de reir y sinceramente, iba en aumento.

— Está muerta, imbécil. Y sí ¿Qué pasa si soy medio inglesa? —

— Ah sí, que está muerta... — Seguía riéndome — Ay... Que me duele la barriga, que risa...

— Dios santo no te soporto. — Dijo antes de pasar ella misma por la salida siendo acompañada de su perro, que no tardó en seguirle.

Aún soltando alguna que otra risilla recogí mi mochila y puse rumbo a la salida también, la pelinegra se quedó en la salida esperando a ver por donde iría yo para seguirme, y eso mismo hizo pues no me dirigió ninguna palabra.
Cuando llegamos al coche dejé las cosas en el maletero y le abrí la puerta trasera a la chica para que pudiera tomar asiento junto a su compañero, antes de cerrar la puerta miré a la chica mientras me apoyaba en el marco.

— Si no me soportas vas a tener un problema, un problema bastante gordo y por tiempo indefinido porque yo me haré cargo de tí, ¿Lo sabes no? —

— Lo sé, sí. — Dijo mirando completamente al frente con su ceño fruncido, sin mirarme siquiera.

— Cambia esa cara, que te van a salir arrugas y eres muy jóven...— Dije con una sonrisa amistosa, pues era cierto que esta chica y yo íbamos a pasar mucho tiempo juntas a partir de ahora, y es ahí cuando caí en que no nos sabíamos nuestros nombres.

— ¿Cómo te llamas? — Le dije.

— ¿Desde cuando los secuestradores se hacen amiguitos de las víctimas? —
Me dijo cortante, por primera vez manteniendo contacto visual.

— Imbécil vamos a tener que pasar mucho tiempo juntas, quiero hacerlo ameno para ambas, créeme que he venido a este sitio con una lista de cosas que debería llevarme al refugio y lo único que no estaba escrito era "una guiri" —

— Llámame así otra vez y te pego un cabezazo — Dijo con un cierto tono elevado. — Tengo nombre propio —
Suspiró antes de callarse por un momento, como si su nombre le costara salir de su boca. — Soy Chiara —

Sonreí al escuchar su respuesta y asentí.
— Yo Violeta, encantada. —

— Yo no estoy encantada— Dijo tajante—  Lo estaré cuando me des de comer, ¿Nos podemos ir ya? Tengo hambre, no desayuné. —
Dijo mientras se daba la vuelta en su asiento, subiendo sus piernas a su pecho y dándome la espalda.

— Como digas, passenger princess
Reí cerrando la puerta, montándome al volante para comenzar nuestra vuelta al refugio.

— Tu inglés da pena. — Se escuchó desde el asiento trasero — ¿Estamos muy lejos? Me mareo en los coches.

— A unos 20 minutos, Chiara. — Miré por el retrovisor — No vomites por favor, que limpié el coche hace poco, si lo necesitas nos paramos.

— Mira por fin me empieza a tratar bien... — Dijo levantando sus cejas dirigiéndose a su perro, el cual simplemente le miró —

— ¿Y él? ¿Por qué se llama Oliver? — Dije tras un silencio en el coche, tratando de sacar conversación.

— Es mi apellido — Dijo la chica de manera indiferente, yo solté una pequeña risa y fruncí mi ceño.

— ¿Nombras a tu perro por tu apellido? — Dije extrañada.

— No lo sé, no tenía mucha imaginación en aquel momento y Oliver siempre me ha gustado, lo llevo con mucho orgullo. — Replicó de hecho con dicho orgullo.

— Bueno no te culpo, Oliver es un nombre y apellido muy chulos. — Dije sonriendo, sin despegar mi vista de la carretera.

— Gracias... -—Musitó por lo bajo —

El camino al refugio no fue tan largo luego de aquella pequeña interacción, respetamos el silencio que se instauró en el coche y simplemente disfrutamos del camino, aunque al poco rato tuve que terminar con el silencio para nada incómodo que había.

— ¿Vas bien? ¿Estás mareada? — Pregunté.

— ¿Ahora te preocupas tanto por mí? —

— Imbécil te lo pregunto en serio. — Repliqué algo ofendida.

— Sí, voy bien ¿Por qué? —

Dí un pequeño giro hacia la derecha antes de responderle.

— Porque ya hemos llegado. —

Del Infierno al olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora