Una (no tan) grata sorpresa.

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9:50AM   Violeta.

Seguí moviéndome con sigilo entre los pasillos del Supermercado haciendo el menor ruido que pudiera y completamente alerta de mis alrededores mientras seguía en mi búsqueda de un par de mantas pues eran el último requisito para completar la lista que se me había sido asignada.

Giraba mi cabeza de manera constante para estar alerta de todo lo que me rodeaba y a la vez reducir lo máximo posible mis puntos ciegos, cuando de repente en un escaneo más a la estancia divisé tres mantas encima de un stand de productos del lugar a quizás unos cuarenta metros de mí, por lo que paré mi marcha y decidí seguir no sin antes mirar a mis alrededores de nuevo.
Aseguré mi soledad en aquel lugar y fuí de cuclillas y de manera rápida hacia mi objetivo, dejando mi mochila abierta a un lado para meter dentro lo que necesitaba y en un descuido dejar caer un par de botellas que habían al lado de las mantas.

— ¡Joder! — Dije entre dientes mientras cerraba mi mochila, dejando una de las mantas fuera yendo a esconderme de nuevo.

Volví a escuchar a aquel perro de nuevo y noté como se acercaba por culpa de sus ladridos, el corazón me iba a mil y yo estaba debajo de una caja de pago pensando en qué hacer.

—¡Oliver sigue buscando!— Dijo una voz completamente extraña para mí.

Era una voz femenina que al parecer se refería al perro, el cuál por desgracia le obedecía pues podía escuchar al canino andar por los alrededores, recé por que no fuera de caza, buscador o algo parecido, pues tenía ganas de dormir hoy en mi cama y no de morir allí.
En un acto de valentía tomé mi revólver y salí corriendo de debajo de aquella caja para esconderme de nuevo detrás de un stand que me cubría completamente.

— ¡Oliver quieto! — Dijo la chica y entonces dejé de escuchar los pasos del perro, dejando todo en silencio si no fuera por la respiración agitada de este.

Recordé quien era, yo era Violeta Hódar una de las mejores capitanas que tiene el Grupo Luna, ¿Qué hago huyendo de una chica con un perro? En peores plazas he toreado como para que me entre la cobardía en este momento, es entonces cuando saco primero mi revólver para demostrar que estoy armada y salgo tras él.
Cuando ví que la chica también tenía una pistola, actué.

— Arriba las putas manos, no voy a tener miedo de apretar el jodido gatillo —
Le dije clara y concisa a la chica que tenía a una distancia media de mí.

Era pelinegra y algo más alta que yo, llevaba unos pantalones de camuflaje con botas negras, un tank top negro y su pelo recogido en una coleta que parecía haberse hecho rápidamente.
Su perro era de tamaño considerablemente grande, un pastor alemán.

Luego de el escaneo que le hice nos quedamos en silencio las dos mirándonos fíjamente a los ojos expectantes de lo que la otra haría, hasta que ví como la chica fijó su vista en el pañuelo azul de mi mochila, no dudé en intensificar el agarre de mi revólver.

— Del Grupo Luna ¿Eh? — Dijo con una media sonrisa en el rostro.

Fruncí mi ceño y no le aparté la vista de los ojos — ¿Qué más te da a tí eso? Puedo matarte sea del grupo que sea, incluso si no estuviera en ninguno, no te metas con quien no debes. —

Dije sin perder la firmeza de mi voz.


— Baja la puta arma ya, niñata. —

Del Infierno al olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora