Disculpas.

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12:10PM Chiara.

No podría decir cuánto tiempo pasé en aquella habitación encerrada, pero todas mis preguntas se esfumaron en cuanto escuché la puerta de la entrada al sótano abrirse, por lo que me levanté de la cama y comencé a gritar.

— ¡EH! ¡QUIEN SEA, SÁCAME DE AQUÍ! — Exclamé. — ¡VIOLETA COMO SEAS TÚ TE JURO QUE- — De repente la puerta de mi habitación se abrió, la causante fue la pelirroja que tenía cara de pocos amigos mientras a mí me invadía una leve sorpresa, pues en el fondo no esperaba volver a verle luego de lo que ocurrió.

— ¿Qué? — Preguntó amenazante.

No pude decir nada, me quedé en blanco de manera súbita y no hice más que agachar mi cabeza mientras sentía como me hacía pequeña, por lo que nos quedamos en silencio por un tiempo que a mi parecer fue eterno.

— Sal. — Indicó de manera tajante echándose a un lado.

Callé y decidí obedecer pues al fin y al cabo era yo la que estaba esposada, me posicioné en medio de aquella habitación más grande esperando alguna indicación sin quitarle la mirada de encima a Violeta, esta me hizo una seña con un simple movimiento de cabeza señalando al radiador de una de las paredes que tenía pinta de llevar muchísimo tiempo sin funcionar.

La pelirroja se limitó a acercarse a mí y sin mirarme me liberó una de mis muñecas de las esposas, lo cual se sintió tremendamente bien.

— Dios por fin... — Suspiré.

— No celebres tan rápido. — Exclamó para al momento esposarme al radiador próximo a nosotras, haciéndome bufar.

— He venido aquí para... — Hizo una pequeña pausa para tomar una silla vieja y sentarse delante de mí — Tener una pequeña charla contigo. —

Me quedé en silencio esperando a que retomara la palabra, al ver que no lo hacía abrí levemente mis brazos.

— Ehm... ¿No me vas a dar alguna silla a mí? —

Ella simplemente se limitó a escanear la habitación mirándome finalmente a mí.

— ¿Ves que haya otra? — Preguntó tajante.

— Touché — Exclamé sentándome en el suelo haciendo que mi brazo quedase algo suspendido en el aire por culpa de la esposa, era una posición bastante rara.

La pelirroja me lanzó una mirada bastante seria para dar paso a su discurso.

— Mira Chiara, no quiero que vuelvas a poner en duda mi capacidad en el Grupo Luna, no soy inútil, soy Violeta Hódar una de los 11 capitanes de el grupo, ¿Entendido? No soy moco de pavo — Exclamó y yo asentí. — No sabes por qué estoy aquí, y reitero muchísimo en el no.
Yo tampoco sé por que estás sola como dices estar, pero en ningún momento he puesto en duda tus capacidades. —

En eso tenía razón, el tema de su estancia en el grupo y su por qué parece ser bastante controvertido para ella a nivel personal, y yo decidí meter el dedo en la yaga en la anterior pelea que tuvimos.

— No soy inútil por no haberte matado, soy humana. —

Me dejó pensando con aquella afirmación y agaché la cabeza de nuevo.

Del Infierno al olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora