Tras mucha espera, al fin Damon adquirió su nuevo despacho, el cual Tyler le había conseguido para que llevase desde allí sus negocios. Básicamente se trataba de una habitación pequeña con una mesa y un par de sillas. El sitio era muy cutre, pero tenía algunas ventajas. Tenía unas resistentes estanterías cerradas con llave para que guardase allí la mercancía y también había una caja fuerte para guardar el dinero y aquello que quisiese ocultar de miradas indiscretas; en su caso, una pistola con silenciador, un par de móviles desechables por si había alguna emergencia y varios pasaportes falsos por si tenía que desaparecer de la noche a la mañana. Teniendo en cuenta el tipo de trabajo que tenía como narcotraficante, y encima chivo expiatorio, las posibilidades de una espantada rápida aumentaban a cada momento. Por eso tenía que estar bien preparado.
Damon estaba haciendo recuento de su dinero cuando llamaron a la puerta. Volvió a guardarlo todo en la caja fuerte y, al abrir la puerta, se encontró con una rubia explosiva que ya había atendido días atrás.
-Ah, hola –saludó él con una sonrisa de medio lado-. Eras Rebekah, ¿verdad?
-Te acuerdas –sonrió esta muy halagada por ello.
-Es difícil olvidar una cara tan bonita –dijo Damon con tono seductor, pues tenía que ser amable especialmente con las chicas, quienes seguramente oirán más cosas que nadie sobre lo que ocurría en el local.
Al igual que la mayoría de las chicas, Rebekah era adicta al crack. No se trataba de un crack cualquiera, sino de una variación mucho más barata. En lugar de fumarse, se tomaba a modo de pastillas. La ventaja que tenía, además de su precio, era que los efectos de esta droga duraban un poco más que los del crack de fumar.
Había tantas enganchadas a este crack en pastillas que los hombres que frecuentaban el local y los que trabajaban en él habían acabado considerándola una droga vulgar, una que solo era para las prostitutas. Por esta razón, las únicas personas que le compraban a Damon esta droga eran las chicas, dejando las drogas de diseño para los hombres, quienes se creían mejores por meterse en el cuerpo otras mierdas casi igual o más malas y peligrosas que las que consumían ellas.
-Venía a por más de crack –le pidió Rebekah.
Para intentar evitar que las chicas se metiesen una sobredosis de crack ya fuese a propósito o sin querer, Damon tenía prohibido suministrarles más de cinco pastillas a la semana. Las más enganchadas intentaban hacer trueque con las demás para poder meterse más, pero Connor y Mason hacían registro con frecuencia y castigaban duramente a las chicas si descubrían que tenían una cantidad sospechosa de pastillas.
Damon abrió la puerta de la estantería donde estaban los botes de crack y de uno de ellos sacó cinco pastillas y se las entregó a la chica en una bolsita transparente.
-¿No podrías darme un poquito más? –preguntó ella poniendo su mejor cara de niña buena.
-Sabes que no. Normas de Stefan.
-Bueno, tal vez esto te haga cambiar de opinión...
Rebekah se pegó al chico y posó una mano sobre el bulto de los pantalones de este y lo apretó ligeramente.
-¿Qué haces? –le preguntó él dando una paso atrás para alejarse de ella.
-Pagarte por las pastillas –se explicó esta, sintiéndose confusa y algo enojada por ese rechazo.
Como el chico no dijo ni hizo nada, Rebekah le desabrochó los pantalones en un rápido movimiento. Cuando ella coló una mano por debajo de sus bóxers, el narcotraficante al fin reaccionó y se retiró rápidamente de esta.
-Yo también tengo jefes a los que rendir cuentas –le dijo él lo más relajadamente que puedo-. Y las drogas no son gratis. Así que, sino te importa, preferiría que se me pagase con dinero.
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Crack a bottle (Fanfic TVD - Delena)
FanfictionFanfic Delena de The Vampire Diaries AU (todos humanos) Sinopsis: La llegada de un nuevo y atípico narcotraficante a un burdel supondrá grandes cambios, especialmente en la vida de una de las chicas que fue forzada a prostituirse a muy temprana edad...