Capítulo 11.

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Logré encontrar a Miranda del otro lado de la barra, la vi despedirse de dos personas, que hasta hace un momento se encontraban hablando y bebiendo con ella. Aparentemente, se acababa de cerrar alguna clase de trato importante para ella. Luego de unos minutos en los que permaneció a solas, decidí que era mi mejor momento para acercarme.

Había estado ensayando para esto durante todo el día, así que repetí en mi mente una serie de frases previamente estructuradas, antes de tomar el valor para acercarme.

«Vamos, ¿qué tan difícil puede ser?»

Cuando me acerqué, me senté lo suficientemente cerca de ella y decidí ordenar un trago antes de empezar.

—Un vieux carre, por favor.

Después de hacer mi pedido, miré de reojo a Miranda, quien se encontraba enviando un mensaje de texto. Era ahora o nunca.

—Hola.

Ella no respondió a mi saludo y continuó bebiendo lo que parecía ser un martini.

—Soy Paul, ¿puedo saber su nombre?

A pesar de saber esa respuesta, tuve que hacer esa pregunta como parte de mi rutina y para mostrar un poco de interés.

Miranda seguía sin responder.

«Demonios, esta mujer me está ignorando. Pero conozco esa táctica de las chicas: lo ignoro hasta que se rinda. Táctica que no funciona en Paul Landowski».

—Bueno, si no quiere decirme su nombre, entonces tendré que adivinarlo.

Entornó los ojos y miró hacia otro lado.

—Veamos... ¿Maddison?... ¿Samantha?... ¿Angelique?...

—¿Realmente trata de adivinar, o me está contando la larga lista de mujeres que lo han rechazado hasta hoy? —contestó tajantemente.

Mis pensamientos se nublaron ante su pregunta.

«Bueno, al menos ya tengo su atención y ha dejado de ser la mujer silenciosa».

—Pues...

—Entonces puede añadir el nombre de "Miranda Flamfourt'' a su lista. Buenas noches.

Dicho lo anterior, Miranda se levantó y se fue.

«Vaya, nunca me habían bateado tan rápido».

Pude verla alejarse y desplazarse entre la multitud de personas.

«Eres un tonto, ¿dejarás que esta belleza se te escape tan fácilmente? Obvio no. Parece que ahora tengo un nuevo reto personal».

Me levanté decidido a ir tras ella, con la posibilidad de aprovechar que sus guardaespaldas no estaban cerca siguiéndola, probablemente esto sería pan comido.

Sin embargo, ella no parecía estar por ninguna parte. Todavía no estaba dispuesto a rendirme el día de hoy. Y cuando revisé en el segundo piso del salón, la encontré. Estaba afuera en uno de los balcones, bebiendo mientras miraba hacia los jardines.

Me paré debajo del marco de la puerta y la observé, ella aún no sabía que me encontraba allí mirándola, o al menos eso es lo que creía.

—Váyase. No me siga más —contestó sin darse la vuelta.

—¿Cómo supo que estaba tras de usted?

—Porque no soy estúpida. Conozco a los hombres de su clase.

—¿Disculpe?

Finalmente pude verla a la cara.

—Hombres que no se rinden hasta conseguir lo que quieren —sentenció.

De Realismo Mágico Se Compone El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora