Capítulo 34.

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 Durante toda la semana siguiente, me había dedicado a encontrar mil formas de decirle la verdad a Miranda, y aparentemente, Jules encontró otras mil para evitarlo. Esto parecía un juego de niños, en el que ninguno de nosotros pensaba perder. Walker, por su parte, se mantuvo al margen de la situación, probablemente porque comprendió que sería inútil frenar lo inevitable.

Quizá la señora Flamfourt habrá pensado lo mismo y por ende, se rehusaba a oírme, o alguna otra cosa surgía cuando ella estaba en su mejor momento para ejercer escucha activa.

Mi esposa se distanció, y aunque al principio no era tan evidente, sabía que poco a poco, ella estaba perdiendo la paciencia.

Decidido a arreglar todos mis problemas de una vez por todas, ese día salí temprano del trabajo y pasé directamente a comprar un ramo de flores nomeolvides, antes de llegar a casa.

Cuando entré en el comedor, Alissa estaba sentada, con Lisse en brazos y mis dos hijos a su lado. Parecían estar tan enfocados en su conversación, que demoraron en percatarse de mi presencia y cuando lo notaron, se quedaron en silencio.

—¿Qué? No creo que su silencio sea porque me están organizando una fiesta sorpresa, porque mi cumpleaños fue en abril.

Deán miró a Alissa, como si esperara su aprobación y ella asintió.

—Logan, tu hijo quiere decirte algo.

—¿Qué quieres decirme?

—Padre —hizo una pausa—, creo que te debo una disculpa.

—¿Lo dices en serio?

—Sí. Y las razones, bueno, ya las conoces.

—Claro.

—Quiero creer que puedo confiar en tu palabra, y que cada día vas a demostrarnos que no haz olvidado a mamá.

—Es una promesa que pienso mantener —Tomé asiento junto a mi esposa—. Pronto será su aniversario luctuoso, ¿te gustaría que le llevemos unas flores como estas a su tumba?

—Esa es una idea genial, papá —exclamó Emmett.

—Sí, eso sería bueno —contestó—. También, ¿puedo llevarme una foto de ella cuando me vaya a la universidad?

—Por supuesto, hijo.

—Además, yo te voy a ayudar a escoger la más bonita, ¿qué te parece? —respondió Alissa.

—No veo por qué no.

Mi hija Lisse estaba sonriente, pero totalmente ajena a nuestra conversación, parecía muy entretenida con la consola de mi hijo.

—Chicos, ¿podrían dejarme a solas con Alissa un momento? Ahora soy yo quién necesita hablar con ella y disculparse.

—Claro, no hay problema —Deán cargó a Lisse y le quitó la consola.

—¡No! Dame, dame, dame —se quejó.

Deán sonrió y se la devolvió.

—Iremos a ver televisión.

Cuando mis hijos se fueron, Alissa se levantó de su asiento y le entregué las flores. Sabía que estaba sorprendida por el regalo, ya que ella desconocía ese tipo de flor.

—¿Quieres oír una historia acerca del origen del nombre de las flores?

Ella asintió, mientras tocaba los pequeños pétalos azules con las yemas de los dedos.

—La leyenda dice que había un caballero perdidamente enamorado de una doncella y que un día, mientras caminaban por el lago, ella vio la flor que ahora tienes en tus manos. Quedó tan fascinada que le pidió a su hombre recoger un racimo para ella. Sin embargo, cuando las tomó, resbaló y cayó al agua. Y justo antes de morir ahogado, él le entregó las flores a su amada y le dijo: no me olvides.

De Realismo Mágico Se Compone El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora