Capítulo 26.

21 19 0
                                    

Luego de aquella noche donde hablé largo y tendido con mi hermano, volví a mi departamento antes del amanecer. No había dormido nada y no creía poder hacerlo. Sabía que si lo intentaba no estaría listo para mi cita con Miranda.

Las cosas por un momento parecían funcionar con normalidad, luego de mi desagradable encuentro con la chica gélida. Al menos al llegar a casa, todo estaba en su sitio y ya no hubo más bromas por el resto del día. Aunque sabía que ella no desistiría, era obvio que prefería guardar silencio y planear algo antes de actuar impulsivamente frente a mí, de nuevo.

La primera vez la tomé desprevenida, y dudaba mucho que las cosas fuesen de nueva cuenta del mismo modo.

Deán me vio llegar, agotado y cansado. Se encontraba en la barra de la cocina, comiendo cereal mientras veía el televisor de la sala.

—Tío, no te ves nada bien.

—Fui a ver a tu padre y se me fue el tiempo.

—No tienes que darme explicaciones —Llevó su plato al lavavajillas—. Ojalá mi padre fuera un poco más como tú.

—Quizá, pero es tu padre y deberías esforzarte en entender sus reglas.

—Pff, ¿en serio tú diciéndome eso, tío? La oveja negra de la familia, y por la cual mi abuelo murió sabiendo que no pudo corregir —Fue y se tiró en el sofá—. No te lo creo —Comenzó a cambiar de canal—. Además, mi padre es un estricto irremediable.

—Deán, hay etapas para todo. Mi etapa de rebeldía terminó cuando me fui a vivir a Estados Unidos y adquirí responsabilidades. Así que no dudo que a ti te pase lo mismo cuando vayas a la universidad.

—Sí —Se incorporó y se quedó sentado en el sofá—. Puede que tengas algo de razón.

—¿Y bien? ¿Ya sabes a qué universidad quieres ir? —Fui a la nevera y destapé una soda.

—Apliqué para algunas cuantas universidades en Estados Unidos. Aún no obtengo respuesta. Espero entrar a la que está en Nueva York.

—Oh, ¿en serio te gustaría eso? —Tomé asiento a su lado y cambié el canal.

—Sí, así puedo quedarme en el campus y si decides volver a tu casa allá, tal vez pueda vivir contigo.

—Deán, aún no tengo planes para regresar, me estoy tomando un año sabático después de tantos años trabajando sin parar.

Hubo un dejo de decepción en su rostro que rápidamente remplazo por seriedad,

—Además, creo que primero deberíamos preguntarle a mi hermano si está de acuerdo.

—Tío, ya sabes cómo es él. Cuando lo sepa, no me dejará ir.

—Bueno, eso es algo que no podemos asegurar todavía, pero lo resolveremos si tienes razón.

Sintonicé el canal de la formula 1 y me acomodé en el sofá.

—No sé por qué mi padre se esmera en arruinar mi vida. Ya la arruinó cuando trajo a esa mujer, y mi madre tenía unos cuantos meses de fallecida. Ahora quiere hacerlo de nuevo con una decisión que determinará el resto de mi vida.

Guardé silencio por un instante, tratando de encontrar las palabras correctas para un adolescente de 17 años. Algo que quizá me hubiera gusta escuchar mi padre.

—Deán, si me permites un consejo —Apagué el televisor y lo miré a la cara, él estaba ensimismado en su consola portátil—, te recomiendo que no te alejes de tu familia. Te lo digo por experiencia: cuando me fui a Estados Unidos, fue por las mismas razones que las tuyas, huyendo de los problemas con mis padres.

De Realismo Mágico Se Compone El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora