The Deal.

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El cielo del infierno se había vuelto de un gris opresivo tras el fin del exterminio anual. El silencio pesado que seguía a la carnicería era casi más aterrador que la violencia misma.

Charlie avanzaba con pasos rápidos por las calles desiertas, con el corazón martillándole en el pecho. El exterminio era una realidad en la que siempre había vivido, una parte inevitable del ciclo del infierno. Hasta ahora, había sido algo que veía con indiferencia, un "mal" necesario para mantener el equilibrio.

Pero esta vez era diferente.

Esta vez, Alastor estaba involucrado.

Lo encontró en un callejón oscuro, su figura alta y normalmente imponente, ahora se encontraba derrumbada contra una pared. Su traje, siempre impecable, estaba rasgado y sucio.

Había sangre, demasiada, y Charlie sintió que su estómago se revolvía al ver el estado en el que se encontraba. Su piel, normalmente pálida, ahora parecía casi translúcida, con cortes profundos y moretones que revelaban la brutalidad de la batalla que había enfrentado.

Se arrodilló junto a él, sintiendo una urgencia que nunca antes había experimentado.

–Alastor… –Su voz salió entrecortada, un eco de la angustia que sentía. –No, ¡mierda! Esto no puede estar pasando…

Alastor abrió los ojos con dificultad, enfocando la mirada en ella. Su sonrisa, esa sonrisa que siempre había sido un enigma entre lo amistoso y lo perturbador, ahora era apenas un esbozo, debilitada por el dolor.

–Princesa Magne. –Murmuró, su voz era tan baja que apenas podía oírlo.

–No hables. –Le ordenó, desesperada, mientras tomaba su mano fría entre las suyas.

Nunca antes había sentido el pánico apoderarse de ella de esa manera. Siempre había sido indiferente a los exterminios, considerándolos parte del orden natural del infierno. Pero ver a Alastor así, al borde de la muerte, hizo que algo cambiara dentro de ella.

–No debería sorprenderle. –Dijo él con una sonrisa tenue y sus palabras entrecortadas por la falta de aliento. –Este es mi destino, después de todo. Y usted… usted siempre ha sabido que no hay futuro para alguien como yo.

–No. –Replicó ella con firmeza, sacudiendo la cabeza mientras intentaba mantener la calma. –No voy a aceptarlo. No puedes irte así. No puedes… no después de todo lo que hemos comwnzado a vivir juntos.

Él la miró, con esos ojos que ahora, a pesar de estar apagándose, seguían brillando con algo de la intensidad que lo caracterizaba.

–Princesa Magne... Desde que la conocí, supe que en el fondo era demasiado buena para este lugar.

Charlie sintió que las lágrimas comenzaban a acumularse, pero las contuvo. No podía permitirse el lujo de llorar ahora.

–No voy a dejar que te vayas, Alastor. –Dijo, su voz estaba temblando pero de algun modo, sonaba firme. –Si los exterminios son inevitables, entonces voy a encontrar una forma de acabar con ellos, o al menos, una manera de mantenerte a salvo. Haré un trato, me enfrentaré a quien sea necesario, pero no voy a perderte.

Alastor cerró los ojos, permitiendo que la calidez de su determinación fuera lo último que sintiera.

–Los tratos en el infierno siempre tienen un precio, Princesa. Usted mejor que nadie debe saberlo. –Murmuró, sus palabras eran casi inaudibles. –Solo prométame que no perderá su luz... por algo que ya está condenado.

Charlie apretó su mano, negándose a aceptar la derrota.

–No me importa lo que cueste. Haré lo que sea necesario.

El peso de sus palabras la golpeó con una claridad que nunca antes había sentido. El exterminio había sido solo otra parte del ciclo, algo que había aceptado como inmutable. Pero ahora, con Alastor a su lado, herido y muriendo, comprendió que no podía seguir siendo indiferente.

Con un último suspiro, Alastor cerró los ojos, y Charlie supo que se le estaba acabando el tiempo. Se levantó, con la determinación de hacer lo que fuera necesario, incluso si eso significaba cambiar todo lo que conocía sobre el infierno.

No sabía cómo, pero encontraría la manera de salvarlo y, en el proceso, quizás encontraría una nueva forma de desafiar el ciclo de destrucción que había aceptado durante tanto tiempo.

Así, sin mirar atrás, Charlie comenzó a caminar, con su mente ya trabajando en un plan. Sabía que el camino no sería fácil, pero por primera vez, estaba dispuesta a enfrentarse al infierno mismo para salvar a quien amaba.

Charlastor week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora