Una noche en Inglaterra un adolescente de pecas se encontraba sentado en la ventana observando el cielo y las estrellas pensando en si habría algo más en ellas, si existiera algo más allá.
Cuando sintió la presencia de alguien más y podía oír crujir la madera de su techo, se asomó por la ventana pero no podía ver a nadie, nuevamente el crujido, hasta que de pronto frente a él apareció un niño con traje verde que podía volar.
-Hola, soy Max, ¿Cómo te llamas?
-Puedes volar.
-Si y tú también puedes hacerlo si lo deseas, solo necesitas polvo de hadas.
-¿Polvo de hadas?-. Dijo un poco dudoso en sus clases jamás habían mencionada de eso.
-Si, mira.- Entonces Max entro a la habitación y de su bolsillo sacó un poco de polvo y lo roció sobre el pequeño de pecas haciendo que esté comenzará a flotar.- Lo ves ahora estás volando como yo.
-Esto es asombroso.
-Aún no me has dicho tu nombre.
-Me llamó Checo.
-Checo, es un bonito nombre, ¿quieres ir conmigo a nunca jamás?
-¿Nunca jamás?
-Si es un lugar maravilloso, está después de pasar las estrellas.
Max lo tomó de la mano comenzando a volar sobre la luna y las estrellas para llevarlos al país de Nunca Jamás, Checo aún no podía creer que pudiera ser posible que volara. Se sentía tan feliz y por alguna razón Max le inspiraba confianza, como si siempre hubiera estado destinado a conocerlo. Al llegar podía ver grandes bosques y lagos, iluminados y árboles frondosos.
-Bienvenido a Nunca Jamás, espero que te guste.
-Me encanta Maxie, no se parece en nada a la ciudad tan ruidosa, es ahora mi lugar favorito.
-Vayamos a jugar un rato, ven.
Max lo sujeto de la mano y comenzaron a correr por todo el bosque, hasta quedar agotados para después sentarse a descansar.
-¿Aquí van a la escuela?
-No, aquí no existe eso.
-Woah, que asombroso. Hoy en mi escuela vimos demasiadas matemáticas y hizo que mi cabeza quisiera explotar. También escuché como adolescentes más grandes hablaban sobre un beso.
-¿Un beso?
-Si, un beso, ¿Sabes lo que es?
-No, ¿Tu si?
-Bueno he escuchado algo y creo saberlo.
-¿Tú me regalarías un beso Checo?-Bueno, tendría que pensarlo un poco Maxie. Pero ahora tengo que regresar a casa.
-¿Mañana puedes venir también?
-Si, estaré esperándote.
Y así pasaron noches enteras viajando al país de Nunca Jamás, Checo decidió contarle a sus dos hermanos menores acerca de las aventuras que vivía con Max, sus hermanos no le creían hasta que un día el se apareció en su ventana y roció polvo de hada para que pudieran volar y viajar a Nunca Jamás donde vivieron innumerables experiencias y juegos, eran muy felices cuando llegaba la hora de ir, aunque a veces los hermanitos de Sergio decidían quedarse en casa para que no los descubrieran.
-Ya que has pasado tiempo aquí, es momento que conozcas a los niños perdidos.
-¿Los quienes?
-Los niños perdidos, están aquí también para vivir aventuras y divertirse, ven.
Max lo guió hacia el lugar donde ellos vivían, conociendo a cada uno de ellos, donde jugaron toda la noche y Checo cuidaba y protegía a cada uno de ellos como si fueran sus hermanos, al caer rendidos se encargó de arroparlos a cada uno y darles un beso de buenas noches para que tuvieran dulces sueños. El rubio veía maravillado esta escena, pensaba que al fin había encontrado a alguien que podría ayudar a cuidar a los niños perdidos.