Sala de parto

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No era su primer parto, pero aún así no podía evitar sentir el dolor como si fuera el infierno mismo, tenía horas desde que había roto fuente y estaba con contracciones, nada podía calmarlo, había decidido que sus partos siempre serían naturales por lo cual no aceptaba ningún tipo de tratamiento o cualquier cosa que pudiera ayudar a acelerar el proceso.

Y su esposo Max no era ciertamente la persona que deseaba tener en ese momento con el, ya que el claramente había dicho que no quería pasar tan rápido por otro parto pero ahí estaba una vez más.

—Pequitas, por favor, hay que estar felices..

—Lo juro por Dios, Max. Una palabra más y te saco de la habitación.

—Pero mi amor..

—Mi amor nada maldita sea, esto duele como un carajo.

Estaba tan pendiente de su dolor que no se dio cuenta cuando ingresó la dra con ellos a la habitación.

—Sr. Pérez de Verstappen, ¿Como nos encontramos? 

—Dra Alice, es la mejor dra y la aprecio pero le juro que si escucho esa pregunta una vez más..

—Okay, entonces veamos.. ¿Señor Verstappen está usted bien?.- Max solo asentía sin tratar de hacer mucho ruido o movimiento alguno, pensaba que si no se movía Checo no podría verlo.

—Por favor dra dígame que no falta tanto, tengo casi 24 hrs y estoy a punto de cometer un crimen contra mi esposo.

—Lo lamento Sergio, aún no es tiempo, pero la oxitocina podría ayudar.

—No, no. He dicho que no quiero nada, ademas soy alérgico a ella.

—Oh.. Pero no hablo de inyectarla o que sea sintética.- Max al oír estas palabras dio unos pasos hacia donde estaba su esposo.

—¿Acaso habla de?..- La mirada de Max vio hacia los pechos de Sergio y se formó una enorme sonrisa en su rostro.

—¿Habla de que? Y tú, porque me ves con cara de querer hacerme otro hijo si no he podido ni parir a este.- Mientras estaba con una mano en la cintura un poco agachado sosteniéndose en la cama con otra mano.

—Bueno señor Sergio, usted mismo puede producirla no es necesario que sea sintética o en alguna presentación y eso ayudará.

—¿Y como diablos hago eso?

—Bueno, es que no es usted quien lo hará.

—¿Qué?

—Su esposo lo ayudará, desde estimularlo por arriba y hasta abajo.

—No.

—Pero pecas..

—¡NO!

—Los dejare solos un momento para que hablen entre ustedes.

Checo seguía pensativo ante aquella perspectiva, finalmente no era un santo después de todo y si había alguien quien realmente era el dominante era el.

Todos pensaban que Max era el que no podía dejar a Checo ni un segundo, que no era del todo mentira, pero el de pecas siempre buscaba como provocarlo.

—Max.

—¿Si amor?

—Solo, solo un poco.

—¿Estas seguro?

—No me veas con esos ojos de gatito, como si no estuvieras muriendo por hacerlo.

—Todo sea por ti mi bebe.

Y sin pensarlo colocó a Checo sobre la cama de hospital y comenzó a estimularlo en los pechos, de una manera suave y tranquila, pasando la punta de sus dedos sobre ellos, al estar en ese momento cualquier estímulo para Checo era como si fuera un adolescente, pronto Max comenzó a besarlos de una manera relajada disfrutando la leche que salía de ellos como si fuera el mismo néctar de los dioses, extrañaría la leche de su esposo.

Max succionaba como si de la misma tetera se tratase, haciendo que Checo soltara gemidos descontrolados por toda la habitación.

Los doctores y enfermos solo seguían trabajando en silencio, pero para los demás pacientes estaba resultando un poco confuso al principio pensaban que podría tratarse de alguien dando a luz, pero cuando comenzaron a escuchar «¡ASÍ MAX, NO PARES, MIERDA AAH!».

Sabían que no era exactamente un parto.
El rubio comenzó a bajar sus dedos, pasándolos de una manera que se sintieran como masajes o caricias pero para Checo se sentía como la gloria.

—¡Max! Aaah.. Por favor sigue, te daré todos los hijos que desees solo, no pares.- Decía entre gemidos y gritos, el dolor mezclado que sentía con todo lo que su esposo estaba haciendo eran distintas sensaciones confusas pero la vez tan excitantes, jamás lo había confesado pero tenía un ligero fetiche con hacerlo mientras estaba así y Max también lo tenía finalmente eran el uno para el otro.- ¡Aaah mierda! Esto se siente tan bien. Dios, por favor, te juro que te daré una parrilla completo si esto sigue.

—Tu lo has dicho amor, no vayas a olvidarlo.- Max había dejado crecer su barba, por lo cual bajo su cabeza hacia las piernas de Sergio y pasando su lengua por todos lugares que pudiera encontrar, también raspaba su barba entre sus muslos lo que solo lo hacía enloquecer aún más.

—Dra, ¿Qué es lo que pasa ahí dentro?

—Oh nada, solo el milagro de la vida mi pequeño Lance.- Pero el pequeño pasante aún seguía confundido acerca de todo. Porque puede jurar que si alguien grita «¡Ahí, ahí!, sigue sigue». Juraría que eso va al principio de la creación del milagro pero no al final, pero finalmente quien era el para juzgar la ciencia y la vida.

Lo que si sabía es que cuando llegara a casa con su novio le enseñaría lo que aprendió hoy.

Finalmente un Max un poco exaltado y cubierto en un tono carmesí de su cara salió de la habitación.

—Dra Alice, creo que ahora está listo.

—¡Veamos!

La hora había llegado y era momento para recibir a su hijo, después de una larga espera.

—Bien Sergio, necesito que respires fuerte y empieces a pujar.

—¡Aghh! Maldita sea esto duele como el mismo demonio.

-Señor Max, béselo.

—¿Qu..- Y sin tener tiempo de pensar en lo dicho sintió los labios de su esposo en un beso húmedo y caliente aún dadas las circunstancias.- ¡Oh! Esto realmente ayuda.

—Se los dije. Ahora vamos Sergio, solo unos cuantos esfuerzos más.

Y así fue, después de unos minutos finalmente, después de 9 meses y de un parto un poco controversial pero por alguna razón muy a la manera de estos dos esposo, dieron la bienvenida a Patito.

—Te amo mi pequitas.

—Y yo a ti mi amor.

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⏰ Última actualización: Oct 20 ⏰

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