8. Ropa apretada

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Dominick siempre había sido de buen comer, pero su genética lo ayudaba a mantenerse en forma. Eso y entrenar físicamente, por supuesto, porque tanto antes como después de ingresar a la academia de policía había sido de dedicarle algunas horas semanales al ejercicio (a veces más, a veces menos, pero nunca parando por completo). Sin embargo, no había genética o rutina de entrenamiento que pudiera alterar la realidad. 

-Ahora que estoy embarazado, estoy gordo. He engordado alrededor de diez kilos y aún me quedan más de cuatro meses de embarazo por delante. Por dios, ¿qué ropa me pondré para ir a la corte si sigo aumentando de peso a este ritmo?- se preguntó de malas frente al espejo, mientras se rendía en tratar de que le calzara el chaleco: simplemente no había forma en que pudiera abrocharse los botones sin meter panza, y teniendo en cuenta que llevaba un bebé en el vientre eso era ridículo e inútil. No importaba cuanto metiera panza o se dijera que la ropa se había encogido al lavarla, casi todo le quedaba apretado e incómodo y eso no haría sino empeorar de allí en más debido a su estado. Lo sabía, no era ningún misterio ni ninguna sorpresa, pero aún así le escocía el orgullo el que sus trajes no le sentaran tan bien como siempre lo hacían.

El fiscal Barba, Rafa para su esposo, lo observó por un momento antes de ayudarlo a quitarse el chaleco, y luego propuso algunas ideas para remediar el asunto:

-Podemos llevar tu ropa a un sastre para que le hagan ajustes, o podemos comprar ropa nueva y ya. No, no digo que te pongas ropa de embarazada mujer toda llena de volados, no me mires así. Solo digo que existen tiendas para hombres gestantes, y que vale la pena probar. ¿No lo habías pensado?

-No- contestó con demoledora franqueza.-He estado demasiado ocupado haciendo la lista y comprando la ropa del niño como para pensar en la mía, ¿sabes? 

-Lo sé, lo sé… por cierto, mamá nos regaló un surtido de escarpines y calcetines muy lindos, los tengo en su caja todavía. Pero volviendo al tema, podemos hacernos un hueco en la agenda mañana o pasado para ir de compras y elegirte cosas más apropiadas. Al fin y al cabo no estamos tan ajustados de presupuesto como parece, ¿no?

No, no lo estaban, pensó Dominick, porque eran buenos con los números y habían ajustado su economía para hacer rendir cada dólar. Pero de ahí a que le gustara la idea de gastar en ropa especial para sí mismo… no le gustaba, pero no había más remedio si quería lucir medianamente bien en el trabajo. Desde que supiera de su embarazo todo había sido sorpresivo y cambiante, sacudiendo su vida como si fuera una esfera de nieve para ver acomodarse todo de una forma diferente. Antes habían sido los malestares físicos, los antojos también, ahora era reconocer que estaba gordo y que probablemente engordaria más en los meses que le faltaban, haciendo indispensable el gasto de ropa nueva para estar cómodo. ¿Qué nuevo cambio le esperaría el día de mañana, cuando descubriera alguna otra cosa relativa a su embarazo que lo volviera a sacudir? 

Las tiendas de ropa para hombres gestantes eran pocas, pero por suerte bien surtidas. A la mayoría de hombres les pasaba igual que él, y les daba vergüenza o los incomodaba el tener que comprar en los mismos sitios que las embarazadas; por tal razón, un negocio exclusivo para ellos era una buena solución, pudiendo adquirir las prendas cómodas que necesitaban sin sentirse menos hombre por ello. Rafael sonrió de alivio al ver cómo mejoraba el humor de Sonny al probarse camisas de una tela más liviana y elástica, y pantalones deportivos elegantes que bien podían usarse para trabajar sin lucir desaliñados.

-Diablos, ¡Rafa, mira esto! El elástico de estos pantalones son una maravilla. No me aprietan, no me incomodan… ¿y qué me dices de estos chalecos de talla especial? 

-Te quedan preciosos, como todo…

-Y yo que estaba empezando a pensar que tendría que ir como un rasposo a la corte- bromeó, flexionando brazos y piernas para comprobar la comodidad de las prendas.-Esto es increíble. ¿Debería probarme también ropa de entrecasa o ya sería demasiado?

-Por supuesto que no es demasiado, después de todo pronto pasarás más tiempo en casa que en la corte- recordó Rafael.-Necesitarás ropa holgada y cómoda, más teniendo en cuenta que se aproxima el verano. 

-Lo que me recuerda que precisaré mocasines y zapatillas. Con lo hinchados que tengo los pies a veces, ¡no hay forma en que ande con zapatos por la casa!

Muchos cambios y muchos más por venir, pero si se enfrentaban uno a uno ya no parecían tan terribles. 

Ley, Orden y FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora