12. Habitación del bebé

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A Rafael y Sonny les daba un poco de culpa el no haber podido dedicarle tanto tiempo como querían al cuarto de su pequeño hijo. Su vida había sido un remolino de novedades durante el último año, siempre inmersos en el trabajo y las cosas de la vida adulta, por lo que el cuarto destinado a su primogénito había estado a medio amueblar durante casi todo el embarazo. 

-Estoy de ocho meses ya, y recién ahora pudimos comprar la cuna. ¿Qué clase de padres somos?- se preguntó Sonny meneando la cabeza, en tanto Rafa verificaba que la cuna estuviera bien armada y los cajones de la parte inferior se deslizaran correctamente. 

-La clase de padres que son humanos, hombre. Vamos, no deberías sentirte culpable porque hemos hecho todo lo que pudimos, o no? Fuimos comprando de a poco su ropa, provisiones de pañales y elementos de higiene, el cochecito y el armario, todo mientras trabajábamos como burros hasta el último momento. 

-Sí, pero…

-Pero nada, Dominick, no somos malos padres solo por no haber tenido todo listo el primer trimestre.-El cubano le sonrió para animarlo y luego se paró, sacudiéndose el polvo del trasero.-Lo que sí somos es fiscales del distrito de Nueva York, lo que implica responsabilidades que no todos los padres tienen.

-Ah, eso sí- reconoció Sonny tomando asiento en la mecedora en la cual, muy pronto, amamantaría a su hijo.-Y de hecho fui yo el que más interesado estuvo en mantener el profesionalismo, porque siendo el chico nuevo de la oficina no podía permitirme el estar pidiendo trato especial solo por estar embarazado.

-Ya ves. No fuimos descuidados, sólo tuvimos que posponer algunas cosas para trabajar en otras. Y además, ¿no valió la pena ir amueblando el cuarto de a poco? De esa forma pudimos analizar todo con más detalle, y evitar compras de las que luego nos hubiéramos arrepentido.

En eso Sonny no podía estar más de acuerdo, y mientras Rafael iba al cuarto de ambos a buscar algunas cosas él se quedó mirando todo con ternura. El suelo cubierto por una alfombra suave y mullida en tonos verdes, alegre, lo mismo que el papel de pared blanco salpicado de pegatinas de flores, pajaritos y un gran Winnie the Pooh en la puerta; la cuna era blanca pero habían elegido mantas celestes y amarillas, rojas y azules, con variados dibujos y un gran móvil regalo de su hermana Bella. El armario doble les había salido algo costoso pero era funcional y atractivo, lleno de cajones y espacio, así como la cómoda a juego, ambos conseguidos en una mueblería propiedad de un amigo de Frank Cosgrove, respetable oficial de la policía y esposo del fiscal Price. Le llenaba de orgullo el pecho el saberse tan apreciado por sus colegas y conocidos, al punto de haber tenido un fantástico babyshower una semana atrás en el cual fue obsequiado con varias otras cosas útiles para su nueva vida.

"Podría colocar el sacaleches aquí, o en la cocina… lo consultaré con Rafa más tarde" pensó parándose de la mecedora y observando con detalle la habitación, por si estuviera olvidando algo. La lamparita de noche era muy fuerte, recordó, por lo que tendrían que colocar una de menor voltaje, y varios de los juguetes comprados seguían en sus paquetes originales, por lo que tendrían que repasar la casa buscándolos para colocarlos en el baúl al pie de la cuna. Fuera de eso, le pareció que el cuarto había quedado muy hermoso.

-Encontré la caja con los babycall, Sonny- anunció orgulloso el futuro padre.-Estaba detrás del cajón de tus zapatos, junto con las toallas de bebe que nos regalaron Olivia y Elliot en el babyshower.

-Cierto, las dejé ahí provisoriamente y luego lo olvidé… ¿encontraste la mamadera y los baberos que pedí por Amazon?

-También, pero están arriba de la cama porque no estaba seguro de si traerlos aquí o llevarlos a la cocina. ¿Qué crees tú?

-Por ahora pueden quedarse en la cocina, ya que no harán falta hasta dentro de un tiempo. Y ya veremos también por cuanto tiempo le doy el pecho para pasar a la leche de fórmula, eso es algo que debo preguntarle al doctor cuando me haga la última ecografía. 

Teniendo en cuenta que ya estaba de 31 semanas, su siguiente ecografía sería dentro de una semana más. La perspectiva de entrar en la recta final de su espera los puso nerviosos a ambos, pero ocuparse de los últimos detalles del cuarto infantil los ayudó a relajarse. No había motivo, se dijeron, para que algo saliera mal. 

Ley, Orden y FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora