6. Patadas

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Sonny ya llevaba catorce semanas de embarazo, así que su vientre estaba visiblemente más abultado que durante su primera ecografía. Mientras se abanicaba con una revista y miraba un programa de televisión, iba repasando en su mente todas las reuniones que tenía agendadas para las siguientes semanas, que no eran pocas.

Tenía que ir a la corte para asistir a dos sesiones del caso Mihai, por narcotráfico, evasión fiscal, intento de homicidio y varios otros etcéteras; también tenía una reunión privada con los fiscales Price y McCoy, así como una visita a la Unidad de Víctimas Especiales para pedirles que lo ayudaran a convencer al novio de Nigel Mihai, Adam Raki, de que hablara con Nigel y lo persuadiera de confesar, o al menos de darles información. Eso en cuanto al trabajo, porque en su vida íntima tenía un almuerzo dominical impostergable en casa de su madre, una visita al centro con Rafael para ir escogiendo el cochecito del bebé y otros elementos necesarios para la llegada de un niño al hogar, y sobre todo una cita con su esposo para ir al cine, la primera cita en mucho tiempo teniendo en cuenta lo ocupados que estaban ambos. Le daba mucha pena no poder pasar más tiempo a solas con Rafael, a quien veía diario dejarse la piel en el trabajo con tal de sumar horas extras y así aportar más dinero a la casa; honestamente sus ahorros para el viaje de aniversario ya se habían esfumado y necesitaban más, pues ningún consejo los había preparado lo suficiente para la realidad de lo mucho que costaba traer un hijo al mundo. Literalmente.

"Mira que me lo dijeron mi madre y mi hermana, pero hasta que no vi los precios de los pañales y la ropa no lo creí", pensó, suspirando. Y de nuevo, ojalá el problema fuera solo el dinero, su embarazo y el trabajo de ambos les estaban quitando tiempo juntos que jamás recuperarían. Por eso esta cita era importante, por algunas horas podrían olvidarse de las responsabilidades y disfrutar con inocencia de una película, unas palomitas y un rico almuerzo al aire libre para aprovechar el buen clima.

"Y luego quizás compremos un surtido de pañales y talco para bebés, es mejor hacerlo ahora a esperar a que nazca. Quién sabe cuánto costarán para entonces".

-Nada más bonito que una ducha caliente después de un día largo- interrumpió sus pensamientos Rafael, que cubierto solo por una toalla se sentó a su lado y lo besó.-Luego deberías ir tú, está haciendo mucho calor y te vendrá bien refrescarte. ¿Qué tal el programa?

-El chef Ramsay le gritó a dos de los cocineros del equipo rojo, eso estuvo bien porque ellos no estaban prestando atención y quemaron un salmón carísimo- comentó Sonny divertido, habiéndose hecho aficionado a ver realitys de cocina hacía poco.-Ya casi termina, después de eso iré a ducharme…

-De acuerdo. ¿Y cómo te sientes, has tenido alguna molestia, alguna náusea o algo así? 

-Solo en la mañana, vomité dos veces, pero luego anduve bien. 

-¿Nuestro hijo no te ha dado más antojos?

-Por suerte no, o habría tenido que ir de nuevo a medianoche al supermercado para…

Como Sonny se calló de repente Rafael se lo quedó mirando, pero antes que pudiera preguntarle qué le sucedía tuvo la respuesta con tan solo mirarle la panza: imperceptible al principio, pero más visible después de esperar unos cuantos segundos, un movimiento les indicó que el bebé había cambiado de posición en su cómodo refugio. Volvió a repetirlo de pronto con tanta fuerza que la expresión de sorpresa de Sonny se convirtió en una sonrisa de oreja a oreja, feliz.

-¿Viste eso, Rafa?

-¡Tanto como tú! 

-Me ha dado una patadita- expresó, orgulloso y tocándose la panza con ambas manos.-¡No puedo creerlo, lo sentí con mucha claridad y… no puedo creerlo!- repitió, mientras Rafael le apoyaba su mano también para ver si se repetía el fenómeno, cosa que sucedió brevemente. Después ya no hubo más patadas, pero ambos padres lucían en las nubes con lo que ya habían presenciado.

-Es la primera vez, y he estado aquí para presenciarlo. Soy un hombre afortunado- dijo por fin Rafael, con los ojos brillosos pero negándose a llorar por algo que era natural y que lo hacía tan feliz. No, no había motivos para llorar, al contrario. El crecimiento de su pequeño primogénito era motivo de celebración, así que cuando fuera con Sonny de compras ese sábado como tenían planeado haría exactamente eso. Celebrar.

Ley, Orden y FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora