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Chishiya lloraba frente a unos reporteros, lágrimas de cocodrilos en las que todos confiaban, demostraba un príncipe inseguro a la corona, con miedo, con tristeza y enfado a aquél monstruo que le quitó la vida a su padre.

El Rey de Ángeles, cuyo nombre estaba en miles de libros y récords mundiales, aquel hombre tan poderoso fue asesinado por su propio hijo.

Y después de aquella entrevista, Chishiya se encerró en su habitación, cerró la puerta a sus espaldas y se deslizó en esta, hasta quedar de rodillas, comenzó a reír burlonamente, aun que solo eran risillas que no podía contener.

Tachaba a su padre de estúpido al morir por un simple envenenamiento de Talio, una simple sustancia tan inofensiva y una forma de morir muy estúpida a la vista de Chishiya.

¿Pero quien sé negaría a un fino té de las más altas hierbas hecho por tu propio y amoroso hijo?

Entonces escuchó unos pasos acercarse, eran tacones que chocaban contra el piso que resonaba.

Entonces, la esposa de Chishiya y muy pronto la Reina de la nación, tocó la puerta de su amado.

Quien se aclaro la garganta y abrió, observando a la mujer delante de él, pudo notar la hipocresía en su mirada y expresión que según detonaba preocupación por su suegro.

Entonces Chishiya le permitió el paso, la ángel se posicionó sobre la cama.

-- Amor mío..Lo siento mucho por lo del Rey, tu padre, era un hombre genial..Encontraran al culpable de su muerte, pero porfavor, observa el lado positivo, podremos ser reyes ¿No es eso lo que anhelabas todo el tiempo? -- Expresó la pelicastaña, observando al ángel delante suyo.

Entonces, Chishiya comenzó su actuación a la que ya se había acostumbrado, y soltó un suspiro con melancolía.

-- Si, si, si, si..Lo deseo, y no me detendré, seré el mejor rey que los ángeles pudieron haber deseado, pero, la muerte de mi padre me tiene devastado, ciertamente, creo que mi mente está hecha un lío, no quería que mi padre muriera, yo sólo quería heredar el trono cuándo el tiempo lo dicte. -- Hablaba el peliblanco, con tristeza y dolor en su voz, sin dirigirle la mirada a su amada. -- Y en estos momentos, solo tú podrías curar mi corazón, mi amada reina. -- Terminó.

Entonces la ángel sonrió y acomodaba su cabello castaño, todos habían estado contra su amor una vez, ya que la mujer no era en la totalidad japonesa, y en Japón luchan por conservar los rasgos que los caracteriza, más solo era parte de Chishiya, pronto observaron a la realeza como personas nobles y que no se dejaban llevar por el físico, más Chishiya nunca amo a la mujer, en realidad le repugnaba y le parecía ruidosa, infantil y sobretodo hipócrita.

Entonces la mujer habló.

-- Sabes, hace poco salí del palacio, y vi a una ave negra merodeando cerca, ya sabes de donde provenien, tu..también has enviado aves celestiales al territorio de demonios, mi rey, no me gustaría que causará problemas -- Explicaba la doncella con preocupación, aquella mujer era igual de hipócrita y astuta como lo era Chishiya, tampoco amaba al hombre, aun que a este punto después de varios años de matrimonio no se veía capaz de serle infiel, se había acostumbrado a el, pero su meta principal era la muerte de su esposo, de esa forma, recibiría miles de bienes y lujos aún más de lo que la realeza le ofrecía.

-- Sabes el odio que le tengo a los demonios, los extinguire, lo prometí conmigo mismo desde que era muy pequeño, y lo cumpliré, porque escorias como esas no merecen estar viviendo tan tranquilos. -- Decía Chishiya, esta vez sus palabras eran tan honestas, aborrecía a aquellos seres con toda su alma.

-- ¡Lo sé! ¡Lo sé! Pero una guerra es muy arriesgada, perderíamos a miles de fuerzas, y por eso..deberíamos de tener a un heredero ¡Quiero un bebé tuyo, Chishiya! -- Exclamó la futura reina, en esta ocasión colocándose de pie para dialogar con el rey, aquella mujer deseaba un heredero, ya que aún que su esposo muriera, su hijo y ella recibirían el mejor trato, bienes y joyas, y estaría en el poder por mucho tiempo inclusive cuando su hijo se convierta en rey, ella seguirá influyendo en la realeza.

𝙰 𝚕𝚘𝚗𝚐 𝚝𝚒𝚖𝚎 NirashiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora