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Un ángel se encontraba en el regazo de su mejor amigo, platando unos besos en la boca de este mismo mientras era correspondido.

Entonces el rubio plasmó sus manos en las caderas del pelinegro, y antes de que pudiera hacer algo, el calabozo se abrió se golpe, dejando con los nervios de punta a la pareja.

Un guardia, el responsable de la acción, observó con asco la escena delante de él -- Asqueroso. -- Soltó.

Entonces el hombre lobo apartó a un lado al ángel y dijo entre un gruñido -- ¡Repitelo! --

El guardia sostuvo del brazo al hombre lobo y lo sacó del calabozo de un empujón -- Caminen, no tengo todo el día. -- Miró al ángel el cuál estaba atemorizado, le hizo una señal, indicándole que saliera también, a lo que el pelinegro obedeció siguiendo por detrás al guardia.

Entonces, se les unió un brujo del que ya no habían tenido noticia.

-- ¡Chota! ¡Chota! -- Grito Arisu, acercándose al menor, quien sonrió ampliamente, y antes de que pudiera responder, fueron fulminados con la mirada por el guardia que los dirigía.

Los demonios y ángeles habían entrado en guerra como el rey lo había deseado.

Los brujos no podían darse el lujo de dejar que los ángeles fueran derrotados, por lo que se aliaron con ellos, otorgándoles a los ángeles fuerzas extras.

Lo mismo sucedió con los hombres lobos, que se aliaron con los demonios, y por ahora lucía reñida e indefinida por haber hace apenas poco iniciado.

Y como era de esperarse, no solo fuerzas militares irían a la batalla, en caso de guerra, se mandarían a los ciudadanos varones de entre 18 a 50 años que tengan tenido el servicio militar concluido.

Esto incluía al trío de amigos, quienes no tenían ninguna enfermedad que se les impidiera ir a luchar por su patria.

Esta noticia tomó por sorpresa a los tres, era literalmente un conflicto armado entre dos naciones masivas, en la que miles de personas perderían la vida.

Hace siglos no se veía una guerra entre las dos más grandes naciones, Arisu era el que más se había afectado por la noticia, ya que eso implicaba que el y su mejor amigo, Karube, serían enemigos.

-- ¡ Papá ! ¡ Yo nunca quise hacerle daño ! ¡Solo quería verlo ! ¡ Chishiya..Y yo eramos buenos amigos, quería conocer a su hijo ! --

-- ¿ Conocer ? ¿ Amigos ? ¡No me hagas reír! ¡Suguru! ¡Si tienes ganas de ver a un puto bebé follate a una mujer y se un hombre normal! ¡Un príncipe admirable! ¡Gánate mi respeto! ¿ Amigos ? ¿ Amigos ? ¡Nadie es tu amigo! ¡Suguru! ¡Y seguirá así mientras sigas comportándote de esta manera! --


Niragi sollozaba en silencio en el rincón de un calabozo, donde fue enviado por su propio padre, y unos guardias lo habían castigado a latigazos; Lo veían como el culpable de la guerra, ya que para todo el pueblo era obvio que esa decisión había sido tomada por el rey de los ángeles luego del atentado del demonio contra el príncipe.

Y una guerra, era lo que menos había deseado Niragi, se suponía que había hecho una "amistad" con el rey para lograr una paz entre naciones, pero había sido todo lo contrario.

Y no había forma de intentar explicar su versión de la historia, ya que nadie le creería, y mucho menos podía gritar a los cuatro vientos que tenía sentimientos encontrados con el rey de los ángeles.

Eso era realmente el causante de todo, sus sentimientos, a los que el mismo tendría que reprimir y destruir, quizás lo mejor que podía hacer era lo mismo que hizo el rey, contraer matrimonio lo antes posible y reproducirse como todos los humanos lo hacen.

Su padre era un poco severo con los castigos la mayoría de veces, y no era lo que le dolía en ese momento.

Estaba seguro que no duraría en ese calabozo ni tres días, y cuándo saliera tendría que intentar mejorar un poco la situación, más no sabía como.

El palacio real estaba asegurado con más de cien guardias al rededor de toda ventana, puerta y habitación, y el rey no le aceptaría hablar en persona.

Se sentía impotente e inservible, la peor decisión que pudo haber tomado fue haber querido ver a ese bebé, nunca planeo hacerle daño, solo quería conocer, quería conocer al hijo de su amado.

Desde que lo vio, no podía evitarse imaginar una realidad alterna donde era su hijo y en vez de un angelito era un demonio y su madre era el tan conocido Chishiya Shuntaro.

Más no era posible, no sólo por lo que les separaba actualmente, si no también porqué obviamente biologicamente y naturalmente era imposible el nacimiento de una cría entre dos hombres.

La vida pone muchos peros al amor.


Chishiya sonreía mientras observaba sus fuerzas preparse con armas de fuego y blancas.

El ver cuándo se despedían de sus hijos y de sus esposas, jurando volver con la victoria, era inclusive placentero a este punto.

Y saber que muchos de ellos no volverían a casa, y sus hijos serían unos pobres niños llorando por la honorable muerte de su padre en batalla.

Pero más placer le causaba el saber que muchas fuerzas demonio también estaban pasando por lo mismo, quizás sentía pena por los bebés de su pueblo, más no sentía nada por una pequeña escoria demonio que extrañaría a su padre.

No sentía nada por ellos, ni por sus crias, ni por sus animales, ni por sus fuerzas, así existieran miles de demonios bondados que iban contra los estereotipos.

" Debieron de pensar bien antes de nacer como un demonio, quizás si hubiera sido en una tierra diferente no tendrían que morir "

Y la muerte que más ansiaba era aquella del príncipe Niragi, y de su padre y madre, la caída de toda la realeza le causaba mucha emoción de solo pensarlo.

Una sonrisilla se dibujo en su rostro, algo que era raro de ver en el desde que había heredado el trono.

𝙰 𝚕𝚘𝚗𝚐 𝚝𝚒𝚖𝚎 NirashiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora