Cap. 4 - No eres tu

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Recorrimos el mercado y fuimos un poco más hacia las afueras, pero no dimos con la niña o él. No podíamos perder el día completo, porque yo aún tenía asuntos con el resto de los clientes. Más allá de que Elijah era bueno en todo y podía confiar en él, no podía dejarlo solo. Asique con mucha tristeza y desilusión, volvíamos al barco.

Al día siguiente, nos preparamos para partir hacia el viñedo de Obara. Ella había mandado un carruaje para trasladarnos sin problemas y podía ver lo ansioso que nuestro niño estaba. El camino por la ciudad fue tranquilo, pero una vez que llegamos al campo abierto todo se volvió un sueño. Campos y campos de puro verde, mezclado con el cielo azul y las grandes casas a lo lejos, era algo de no creer. El mismo aroma del lugar era dulce y tenía notas de madera y canela. No solo había viñedos, también había grandes plantaciones de algunas frutas y flores de todos los colores. Realmente era algo hermoso.

El carruaje doblo y tomo un camino que a sus lados solo se veían grandes racimos de uvas moradas. Cruzamos una gran reja negra y llegamos a una rotonda con la imagen de un gran caballo con sus patas delanteras en alto que, desde su melena, caía el agua hacia la fuente repleta de flores. El carruaje se detuvo y descendimos para chocar con una escalinata, donde en la cima de esta, nos esperaba Obara.

Obara – Sean bienvenidos – subimos a su encuentro y nos saludó con una gran sonrisa – Que bueno que pudieron llegar bien.

Elijah – Todo esto es muy hermoso. Debo decir que mi imaginación se quedó corta cuanto me hablaste de este lugar – la mujer se ruborizo y pude notar como Elijah se desanimaba un poco al ver todo el lugar.

Entramos y el interior era aún más hermoso. Grandes ventanales por doquier, cubiertos de cortinas blancas que bailaban con la briza, decoración por doquier, estatuillas de madera, cuadros, libros, cristales, lo que sea que uno pudiera pensar, aquí estaba. Mi niño se sorprendió muchísimo y miraba en todas direcciones sujetando sus manitas, pensando en que agarrar primero para jugar.

Llegamos a un gran recibidor y nos sentamos. Unas mujeres entraron con bebidas frías y algunos bocadillos. Note que todas, incluso nuestra anfitriona, estaban descalzas y con muy poca ropa. Entendía que en este lugar hacía mucho calor, y que era su casa, pero me ponía algo incómodo. Por supuesto Aemond también lo noto y lo primero que hizo al sentarse, fue quitarse sus botas y la chaqueta para poder estar más cómodo.

Obara – Díganme, ¿tuvieron un buen viaje?

Elijah – Si, jamás había visitado esta zona. Todo es realmente hermoso.

Obara – Me alegro que les guste. Preparamos sus habitaciones, asique si quieren ir a cambiarse y refrescarse.

Lucerys – Habitaciones? – Ambos nos miramos dudosos y ella rio.

Obara – Claro, se quedarán esta noche. Así mañana podre mostrarte mejor el viñedo, Elijah y todo lo que se llevaran. ¿No te lo dije?

Elijah – No, de hecho no. Solo nos invitaste a cenar y enviaste el carruaje, ni siquiera trajimos ropa.

Obara – Lo lamento, estaba segura que si lo había hecho. - hizo una seña con la mano y pronto las mujeres volvieron a nosotros – Llévenlos a sus habitaciones y denles algo más fresco que ponerse. – Ambos nos levantamos y alce a Aemond, para seguir a las mujeres. Obara se acerco a Elijah y sonrió – Tu no debes preocuparte por la ropa.

Vi como el color rojo se apoderaba de mi compañero y seguí mi camino. Cuando estuvimos solos en el pasillo empecé a reírme y él golpeo mi hombro. Llegamos al cuarto compartido y baje a mi niño, que empezó a correr por la habitación mirando todo. Escuche que una de las muchachas le decía algo a Elijah y el asintió con la cabeza. Nos dejaron solos y empecé a quitarme la calurosa copa.

Secretos y mentiras / LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora