El nuevo vecino

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El sol californiano brillaba con intensidad sobre Los Ángeles, reflejándose en los cristales de los altos edificios y calentando el asfalto bajo los pies de los peatones. En un tranquilo vecindario a las afueras de la bulliciosa ciudad, Bang Chan, líder de Stray Kids, estaba a punto de comenzar una nueva etapa en su vida. Había decidido mudarse a Los Ángeles para encontrar un respiro del ajetreo constante de su vida en Corea del Sur, un lugar donde, esperaba, podría perderse entre la multitud y recuperar algo de su privacidad.

Las cajas estaban apiladas en el pequeño pero acogedor apartamento que ahora llamaría hogar. Mientras colocaba cuidadosamente algunos de sus premios y recuerdos sobre una repisa, Chan no pudo evitar sentir una mezcla de emociones. Aunque la mudanza representaba un descanso necesario, también significaba alejarse de todo lo que conocía, un salto hacia lo desconocido.

Con un suspiro, Chan se enderezó y miró alrededor de la sala. El lugar aún no tenía la calidez de un hogar, pero con el tiempo, sabía que lo convertiría en su santuario personal. Decidió tomarse un descanso de la tarea de desempacar y prepararse un café para despejar la mente.

Justo en ese momento, escuchó un ligero golpe en la puerta. Se acercó y la abrió, esperando encontrar a un repartidor o a algún miembro del personal del edificio. En lugar de eso, se encontró con un hombre alto, de cabello castaño claro y ojos brillantes, que sonreía con esa familiaridad que solo alguien con una enorme presencia pública podía tener.

—¡Hola! —dijo el hombre, extendiendo la mano con una confianza natural—. Soy Ryan, tu vecino de al lado.

Bang Chan parpadeó, sorprendido por encontrarse cara a cara con Ryan Reynolds, uno de los actores más conocidos de Hollywood. La sensación de surrealismo lo invadió mientras estrechaba la mano que Ryan le ofrecía.

—Hola... soy Chan —respondió con una sonrisa, todavía procesando el encuentro inesperado.

—¡Chan! Qué bueno conocerte. Escuché que teníamos un nuevo vecino y pensé en pasar a presentarme —dijo Ryan con su característico tono de humor—. Y, bueno, traigo la tradicional oferta de café, si te apetece.

Chan sonrió ampliamente, sintiendo que la situación se volvía cada vez más surrealista. Aquí estaba, en un nuevo país, compartiendo un momento casual con una superestrella de Hollywood como si fuera lo más normal del mundo.

—Claro, me encantaría un café —respondió, tratando de sonar relajado—. Justo estaba pensando en tomar uno.

Los dos hombres salieron del apartamento y cruzaron la calle hacia una pequeña cafetería que Ryan había mencionado, un lugar local y acogedor con un ambiente relajado. Al entrar, fueron recibidos con la familiar mezcla de aromas de café recién hecho y pasteles horneados.

Se acomodaron en una mesa en una esquina, lejos del bullicio principal. Mientras Ryan pedía dos lattes y un par de croissants, Chan no pudo evitar observar la naturalidad con la que el actor se desenvolvía, haciendo bromas con la barista y creando una atmósfera relajada.

—Entonces, ¿qué te trae a Los Ángeles? —preguntó Ryan una vez que estuvieron sentados, tomando su taza de café y mirándolo con genuino interés.

Chan se encogió de hombros, tomando un sorbo de su bebida.

—Necesitaba un cambio de aires. La vida en Seúl es increíble, pero puede volverse un poco abrumadora con todo el trabajo y la atención constante. Aquí, espero poder relajarme un poco, trabajar en mi música y... no sé, encontrar algo de paz.

Ryan asintió comprensivamente.

—Te entiendo. A veces, uno solo necesita un poco de espacio para respirar. Aquí en Los Ángeles, es más fácil perderse entre la multitud, especialmente en barrios como este. ¿Ya conoces la ciudad?

—Un poco. He venido varias veces por trabajo, pero vivir aquí es completamente diferente —respondió Chan—. Supongo que tendré que acostumbrarme a todo de nuevo.

—Bueno, si necesitas un guía turístico, soy tu hombre —dijo Ryan con una sonrisa cómplice—. Aunque tengo que advertirte, mi conocimiento se basa principalmente en las mejores rutas para evitar el tráfico y los mejores lugares para conseguir tacos.

Chan rió, agradecido por la facilidad con la que Ryan lo hacía sentir cómodo. A medida que continuaron conversando, la barrera inicial de desconocimiento se desvaneció, reemplazada por una camaradería creciente. Ryan habló sobre sus propias experiencias de mudanza, sus proyectos recientes, y su familia. Chan, por su parte, compartió anécdotas de su vida como idol y lo que esperaba lograr en este nuevo capítulo de su vida.

El tiempo pasó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. La cafetería empezaba a llenarse de gente que buscaba refugio después de un largo día, pero ellos seguían inmersos en su conversación, como si el tiempo se hubiera detenido.

—Es sorprendente lo fácil que ha sido hablar contigo —comentó Chan finalmente, con una sonrisa—. Pensé que mudarme aquí sería más difícil, pero siento que ya estoy empezando a acostumbrarme.

Ryan le devolvió la sonrisa, genuinamente complacido.

—Me alegra escucharlo. Sabes, a veces la vida te presenta estas pequeñas sorpresas, y es genial cuando resultan ser cosas buenas. Estoy seguro de que encontrarás todo lo que estás buscando aquí.

Cuando finalmente decidieron regresar a sus apartamentos, la conexión entre ellos ya estaba establecida. Caminando juntos de vuelta, Chan sintió que esta nueva amistad podría ser el comienzo de algo realmente especial. No solo estaba agradecido de haber encontrado un amigo en un lugar nuevo, sino que también sentía que esta relación podría traerle sorpresas inesperadas.

De vuelta en su apartamento, Chan se desplomó en el sofá, todavía sintiendo la energía positiva del encuentro. Mientras pensaba en los eventos del día, su teléfono vibró con un nuevo mensaje. Lo revisó y sonrió al ver el nombre de Ryan en la pantalla.

—Fue genial conocerte hoy, Chan. Si alguna vez necesitas algo o solo quieres pasar el rato, ya sabes dónde estoy. ¡Ah, y me olvidé de decirte que me encanta tu música!—

Chan rió suavemente, sintiendo una calidez en su pecho que no había experimentado en mucho tiempo. Respondió rápidamente: —Gracias, Ryan. Lo mismo digo. Definitivamente nos vemos pronto.—

Con una sonrisa satisfecha, dejó el teléfono a un lado y se preparó para la noche, sintiendo que su vida en Los Ángeles estaba comenzando de la mejor manera posible. Sin saberlo, este simple encuentro no solo había marcado el inicio de una nueva amistad, sino que sería el primer paso en una serie de eventos que cambiarían sus vidas para siempre

Vecinos, amantes y un secreto en comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora