La noche estaba en su apogeo cuando Bang Chan y Ryan Reynolds llegaron a un restaurante en la costa de Santa Mónica. Era uno de esos lugares que solo los locales conocían, un pequeño bistró con vista al océano, donde las olas rompían suavemente contra la playa, creando un ambiente relajante.
Ryan había elegido una mesa en la terraza, donde el sonido del mar y la brisa salada hacían que todo pareciera sacado de una película. Chan no podía evitar sentirse encantado por la elección del lugar. El ambiente era íntimo, pero no de una manera forzada; era el tipo de sitio donde uno podía perderse en la conversación sin darse cuenta del paso del tiempo.
—Espero que te guste el pescado —dijo Ryan mientras hojeaban el menú—. Este lugar tiene algunos de los mejores platos de mariscos en la ciudad.
—Me encanta —respondió Chan, sonriendo—. Agradezco que me hayas traído aquí. Es un lugar impresionante.
—Bueno, pensé que te gustaría algo más tranquilo. A veces es bueno alejarse del bullicio y simplemente disfrutar del momento.
Pidieron su comida, y pronto, la charla se centró en cosas cotidianas: el clima, las películas recientes, y, por supuesto, la música. A medida que avanzaba la noche, la conversación se profundizó. Hablaron de sus carreras, de los desafíos que enfrentaban en la industria del entretenimiento, y de cómo manejaban la presión de ser figuras públicas.
—A veces me pregunto cómo logramos mantener la cordura en todo esto —comentó Chan, dándole un sorbo a su copa de vino—. Es fácil perderse en la fama y olvidar quién eres realmente.
Ryan asintió, apoyando los codos sobre la mesa y mirando a Chan con una expresión reflexiva.
—Es cierto. He visto a muchas personas perderse en la imagen que el público tiene de ellos. Creo que lo importante es tener a alguien que te mantenga con los pies en la tierra, alguien que te recuerde quién eres cuando las cámaras no están grabando.
Chan sonrió, agradecido por la honestidad en las palabras de Ryan. Había algo en él que hacía que Chan se sintiera cómodo, como si pudiera hablar de cualquier cosa sin temor a ser juzgado.
—Creo que esa es una de las razones por las que vine aquí —confesó Chan, mirándolo a los ojos—. Necesitaba reconectarme conmigo mismo, encontrar un equilibrio.
—Y lo encontrarás —dijo Ryan con una sonrisa alentadora—. Esta ciudad puede parecer caótica a veces, pero también tiene su magia. Y creo que estás en el lugar correcto para descubrirla.
La conversación continuó, fluyendo de un tema a otro con una facilidad que sorprendió a Chan. No esperaba encontrar tanta afinidad con alguien en tan poco tiempo, pero aquí estaba, sintiendo que había encontrado a un amigo en quien podía confiar.
Cuando terminaron la cena, Ryan sugirió dar un paseo por la playa. El restaurante estaba casi vacío a esas horas, y la luna iluminaba el camino mientras caminaban por la arena. El aire fresco y la tranquilidad del lugar hicieron que Chan se relajara aún más.
—Así que, ¿cómo va tu vida personal? —preguntó Ryan con un tono casual, aunque Chan sintió la curiosidad genuina detrás de la pregunta.
Chan se quedó en silencio por un momento, pensando en cómo responder. Sabía que Ryan no estaba tratando de entrometerse, pero la pregunta tocaba un tema que aún no había procesado completamente.
—Está... en transición, supongo —dijo finalmente, pateando un poco de arena con sus zapatillas—. Estuve en una relación con alguien, pero ambos sabíamos que no era para siempre. Decidimos seguir adelante por caminos separados, y eso es parte de la razón por la que vine aquí. Para empezar de nuevo.
Ryan asintió comprensivamente.
—Entiendo. A veces las cosas no salen como uno espera, pero cada final también es un nuevo comienzo, ¿verdad?
Chan sonrió, agradecido por la empatía en las palabras de Ryan.
—Sí, es cierto. Estoy intentando verlo de esa manera.
Siguieron caminando en silencio por un rato, escuchando el suave romper de las olas y el crujido de la arena bajo sus pies. Había algo tranquilizador en la presencia de Ryan, algo que hacía que Chan se sintiera en paz.
—¿Y tú? —preguntó Chan, girando la conversación hacia su nuevo amigo—. ¿Cómo va tu vida fuera de las cámaras?
Ryan rió suavemente, mirando hacia el océano.
—Bueno, tengo una familia increíble que me mantiene con los pies en la tierra, y un trabajo que amo. Pero como todos, también tengo mis altibajos. A veces es difícil equilibrar todo, pero intento tomarlo un día a la vez.
La sinceridad en la voz de Ryan resonó en Chan, que se sintió reconfortado por la apertura de su nuevo amigo. Mientras caminaban, empezaron a compartir más detalles personales, creando un vínculo que se fortalecía con cada palabra.
Cuando regresaron al coche, ambos sentían que algo había cambiado entre ellos. No era solo la amistad que se estaba formando, sino una conexión más profunda, algo que ambos podían sentir pero que aún no estaban listos para nombrar.
Ryan llevó a Chan de regreso a su apartamento, estacionando frente al edificio.
—Gracias por esta noche, Ryan —dijo Chan, sonriendo mientras desabrochaba el cinturón de seguridad—. Realmente la pasé bien.
—Yo también —respondió Ryan, devolviéndole la sonrisa—. Deberíamos hacerlo más seguido.
—Definitivamente.
Se despidieron, y Chan subió a su apartamento, sintiendo una mezcla de emociones que no podía descifrar del todo. Mientras se preparaba para acostarse, recordó la calidez de la conversación, la sensación de estar en el lugar correcto en el momento adecuado.
Esa noche, Chan se quedó dormido con una sonrisa en el rostro, sintiendo que su vida en Los Ángeles estaba tomando un rumbo inesperado pero emocionante. Aunque no sabía exactamente hacia dónde lo llevaría esta nueva conexión, estaba dispuesto a descubrirlo, un paso a la vez.
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Vecinos, amantes y un secreto en común
FanfictionCuando Bang Chan, el carismático líder de Stray Kids, se muda a un tranquilo vecindario en Los Ángeles, lo último que espera es encontrarse con Ryan Reynolds como su vecino. Lo que comienza como una amistad entre ellos pronto se convierte en algo má...