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Ya han pasado varios días, soy solo un simple humano que apenas puede usar el 10% de su poder y ni siquiera sé el porqué, aquella bestia había absorbido todos mis conocimientos. Al principio me aterraba el hecho de pensar que es probable que no vuelva a tener mis conocimientos menos mi forma, me aterra el hecho de ser un débil humano, de sentirme propio de un cuerpo, aun no lo acepto por completó pero la abuela me trata de ayudar en eso, nunca me dijo su nombre pero cada que salíamos todos le decían abuela entonces opté por llamarla abuela.

He descubierto muchas cosas en este cuerpo, incluso me da hipo. Tener un cuerpo no me es divertido porque es mío y no de otra persona. Es difícil sobrellevar esto.

Los leves recuerdos del dolor que experimenté me hacen sentír miedo al sentirme demasiado expuesto ante los demás.

También he descubierto que me gusta comer sobre todo por las madrugadas. Como forma de agradecimiento me quedaré con la abuela ayudando en todo momento hasta el día de su muerte como ella cuido de mí, porque aunque quisiera volver a mi dimensión se que si ellos me vieran de esta forma, solo causaría un caos total que posiblemente podría acabar aún más rápido conmigo, con la dimensión y también me despreciarían.

Por el día ayudaba a la abuela con las necesidades de aquella casa grande en la cual se quedaban criaturas de otras dimensiones, me mandaba a comprar cosas necesarias; por las noches intentaba generar más de mi energía sobrenatural pero todo era en vano, al final siempre terminaba en aquél espejo del baño mientras me miraba con desprecio dándome cuenta de lo miserable que era, me causaba asco habitar esta piel, me sentía realmente aterrado cada que recordaba las palabras de aquel ser y la experiencia tan traumática que me hizo vivir, ahora no volvería a ver a nadie ni mucho menos ver a Ford para molestarlo lo cuál me causaba una leve punzada en el pecho.

Mi actitud había cambiado poco, todo esto porque aquella anciana decía que debía comportarme de una mejor forma con los demás, fue difícil pero cambié mi actitud notoriamente o al menos eso creo. Incluso mi nombre cambió debido a que nadie más que la abuela debía saber que era Bill o de lo contrario estaría jodido. Y si, aquella anciana lo sabe todo, logró deducir aquello durante los primeros días estando con ella. Pero aun sabiendo eso ella no me tuvo miedo alguno y me propuso quedarme con ella con la condición de comportar de forma ¨Normal¨, agradecí infinitamente esto pues no tenía a donde ir ni con quien ir.

En esta pequeña dimensión todos eran raros y extremadamente alegres, eran pocas las personas que andaban de mal humor. Era un ambiente al cual nunca estuve acostumbrado pero me causaba tranquilidad llevar una estancia tranquila y normal, el lugar era parecido a la Tierra incluso mejor, solo que las criaturas que las habitaban eran diferentes a los humanos o bueno algunos que otros lo eran. Pero se habían desarrollado lugares parecidos a los de la Tierra lo cual me sorprendió cuando empecé a conocer más cada lugar. Incluso manejaban el dinero de forma ordenada.

Era media noche desde, la ventana se podían observar aquellas dos lunas que se unían en aquel cielo estrellado, salir por las noches era algo a lo que me había acostumbrado cuando no podía conciliar el sueño, por lo usual las luces aún seguían prendidas a esas horas, así que sin pensarlo opté por salir y caminar sin rumbo hasta llegar a un pequeño parque en el cual siempre me quedaba jugando en aquellos asientos que se movían en el aire cada que me empujaba solo.

La noche estaba tan fresca y el aire fresco que entraba a mis fosas nasales me hacía sentir más tranquilo, no podía pedir más, si mi destino era terminar viviendo con una anciana ayudándole a administrar aquella casa como departamento, entonces lo aceptaba. ¿Sería egoísta dejar de pensar en sus antiguos amigos? Malditos todos, no hacía falta decir que yo era el único que los consideraba amigos, ¿por una vez en tantos milenios podía permitirse vivir feliz?

Mi Musa IntangibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora