III.

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Heavy

Me encontraba en el baño de la casa de Dee.

Tenía una sensación muy extraña que nunca antes había sentido, alojada con fuerza en mi estómago.

¿Que rayos?

Quizás el desayuno me cayó mal.

Mis mejillas ardían levemente, me sentía muy extraño.

La sensación comenzó cuando Dee se acercó a mi de esa forma tan extraña.

Cómo sea, ya llevaba un buen rato aquí metido, así que debería salir a ayudar a Dee a cocinar, aunque casi estaba seguro de que quizás ya habría acabado.

Al salir tal y como lo esperaba, Dee ya había terminado de hacer la cena.

Me miró con su típica cara de frío inmutable.

-Se suponía que iba a enseñarte a cocinar esto. - su voz tenía un ligero toque de irritación.

-Perdon, Dee, es que creo que me cayó mal algo que comí en el desayuno. - dije mientras tocaba mi estómago levemente.

La cara de Dee cambio rápidamente a una de ligera preocupación.

-¿Y cómo te sientes? ¿Te duele mucho? - su voz sonaba en efecto preocupada.

-No, no, solo siento un poco de molestia, pero creo que estaré bien. - respondí tratando de sonar convincente, no quería preocupar a Dee.

El me miró y me dijo que me preparia un té para aliviar el malestar, yo acepté.

Luego nos sentamos a comer en el pequeño desayunador.

-Oye, Dee. - hablé rompiendo el silencio.

-¿Hmm?

-¿No esperas a Lif para comer? - trate de que mi voz no sonara irritada, aunque si lo estaba.

-Bueno, ahora no, ya que tengo hambre y además no puedo hacerte esperar hasta que ella llegue para que comamos si estás con el estómago mal. - me miró con sus grandes ojos delineados. -Pero aveces si solemos comer juntos. - finalizó.

Yo esbocé una sonrisa un poco forzada.

Dee me miró directo a los ojos con una mirada algo confusa.

Luego fue como si el tiempo se detuviera a nuestro alrededor, jamás había experimentado algo parecido en toda mi vida.

Me perdí en sus grandes ojos, tan bellos como el cielo en un día soleado, y tan profundos y oscuros como el océano.

El delineado negro que llevaba combinaba tan bien con esos pares de océanos infinitos.

Y una sensación extraña parecida a la de hace rato se alojo de nuevo en mi, pero está vez, se extendió a mi pecho y garganta con intensidad.

Sentí como poco a poco mis mejillas comenzaban a arder levemente.

Y presencié algo que jamás antes creí hacer en toda mi vida.

Las pálidas mejillas pecosas de Dee se colorearon de un color rosa leve, y en ese momento la sensación pareció incrementar aún más.

Luego los ojos de Dee se dirigieron hacia mi boca, y pude notar que el sonrojo aumentó levemente.

Y por consiente los míos también se dirigieron hacia la suya, había visto muchísimas veces los labios de Dee, cada vez que hablábamos lo hacía, pero, podía jurar que se veían diferentes. ¿Cómo es que jamás antes les puse la atención que se merecía? Lucian carnosos y rosados, el lip gloss con pequeños destellos plateados parecía llamarme.

Something Forbbiden [Deavy] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora