"El Peso de la Pérdida"

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Capitulo 4

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Con lágrimas corriendo por su rostro, Sanemi se inclinó hacia Giyuu y, con toda la ternura que podía reunir, presionó sus labios contra los de él en un beso que sabía estaba cargado de despedida. El contacto fue suave, pero lleno de la pasión y el amor que ambos habían reprimido durante tanto tiempo.

Por un momento, todo el dolor y el miedo se desvanecieron, dejándolos en una burbuja de paz. El mundo exterior dejó de existir, y lo único que importaba era ese instante compartido.

Cuando Sanemi finalmente se apartó, Giyuu ya estaba respirando con dificultad, cada inhalación un esfuerzo doloroso. Pero sus ojos aún brillaban con un amor que Sanemi nunca olvidaría.

"Gracias..." susurró Giyuu, sus palabras arrastradas por el viento. "Gracias... por hacerme sentir amado... en mis últimos momentos..."

Y con esa última exhalación, la vida dejó el cuerpo de Giyuu. Sanemi lo sintió antes de verlo; el peso en sus brazos cambió, volviéndose infinitamente más pesado, como si el alma de Giyuu hubiera sido lo único que lo mantenía ligero.

Sanemi se quedó allí, sosteniendo el cuerpo sin vida de Giyuu, con lágrimas cayendo sobre su rostro mientras un grito de dolor e impotencia escapaba de sus labios. Nunca había sentido un dolor tan profundo, tan desgarrador. El hombre al que amaba, con quien había compartido sus momentos más íntimos y vulnerables, se había ido, y Sanemi se encontró solo, perdido en un mundo que de repente parecía demasiado grande y vacío.

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El funeral de Giyuu fue una ceremonia silenciosa, marcada por la solemnidad y el respeto que todos los cazadores sentían hacia el Pilar del Agua. Los sobrevivientes se reunieron para rendir homenaje a un hombre que había dado su vida para proteger a los demás, un hombre que, a pesar de su naturaleza reservada, había dejado una impresión imborrable en todos los que lo conocieron.

Sanemi, sin embargo, se mantuvo apartado de la multitud. Observó en silencio mientras colocaban el cuerpo de Giyuu en el ataúd y lo cubrían con flores blancas, un símbolo de pureza y paz. No podía soportar estar cerca de los demás, no cuando su dolor era tan intenso y personal. Se quedó en la distancia, con los puños apretados y el rostro endurecido, luchando contra la tormenta de emociones que amenazaba con consumirlo.

Cuando llegó el momento de decir las últimas palabras, Sanemi se acercó al ataúd. Las lágrimas que había reprimido volvieron a brotar, cayendo sobre las flores que cubrían a Giyuu. Sus manos temblaban mientras se apoyaba en el borde del ataúd, susurrando palabras que solo él y Giyuu podían escuchar.

"Perdóname..." murmuró, su voz quebrada por el dolor. "Perdóname por no habértelo dicho antes, por no haberte protegido... Te amo, Giyuu. Siempre lo haré."

Los días siguientes al funeral pasaron en una bruma para Sanemi. Se aisló aún más, alejándose de los demás cazadores y de cualquier cosa que le recordara a Giyuu. Pasaba horas vagando por las montañas, buscando algún tipo de consuelo en la soledad, pero lo único que encontraba era un vacío que parecía crecer con cada día que pasaba.

La marca de cazador que llevaba en su propio cuerpo era un recordatorio constante de que su tiempo también estaba limitado. Al principio, la idea de morir no lo asustaba; de hecho, la bienvenida a la muerte parecía la única manera de reunirse con Giyuu. Pero cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que no podía simplemente rendirse. Giyuu no habría querido eso. Había luchado hasta su último aliento, y Sanemi sabía que debía honrar su memoria viviendo, aunque fuera solo un poco más.

A pesar de sus intentos de seguir adelante, el dolor de la pérdida seguía siendo abrumador. Cada rincón de la vida de Sanemi estaba impregnado de recuerdos de Giyuu, desde los momentos silenciosos que compartían hasta las discusiones acaloradas que alguna vez los separaron. Todo lo que hacía, cada respiro que tomaba, estaba teñido por la ausencia de Giyuu.

Las noches eran las peores. Sanemi a menudo se encontraba de pie junto al arroyo donde Giyuu había pasado sus últimos momentos, reviviendo una y otra vez el beso que compartieron, el último acto de amor antes de que todo se desmoronara. Se preguntaba si alguna vez sería capaz de superar esa pérdida, si alguna vez podría recordar a Giyuu sin que el dolor lo destrozara.

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Saludos...

Cicatrices que desvanecenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora