18. Tu me perteneces

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Canción — Dandelions by Ruth B


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Días después de su regreso a Dragonstone desde Marea Alta


Había algo en el aire en Dragonstone. Aquella tarde, después de unos días de nuestra llegada, decidimos que era el momento perfecto para divertirnos un poco. Después de todo, un poco de caos nunca le hacía daño a nadie, ¿verdad?

—¿Estás segura de que esto es una buena idea? —preguntó Aegon mientras observaba los ingredientes que habíamos reunido.

Gaemon y yo nos miramos, y luego lo miramos a él. Aegon siempre había sido el más sensato de los tres, aunque eso no decía mucho considerando nuestra naturaleza. Era una de esas ideas que venían a mi mente en un instante, y al siguiente ya estaba ideando cómo llevarla a cabo.

—Claro que sí —respondí con una sonrisa traviesa—. No es como si fuéramos a hacer algo que no se pudiera arreglar. Además, ¿cuándo fue la última vez que hicimos algo así? ¡Es Rhaenyra y Daemon! Ellos de todos deberían ser capaces de tomarlo con humor.

—¿Y qué mejor manera de recordarles lo mucho que nos extrañaron que con una pequeña broma? —añadió Gaemon, su tono lleno de entusiasmo.

Había una chispa en nuestros ojos, una que significaba que estábamos en perfecta sintonía. Era un sentimiento familiar, uno que había extrañado profundamente en mi tiempo lejos de mis hermanos. Desde pequeños, las bromas eran nuestro lenguaje secreto, nuestra forma de mantenernos unidos en medio de la seriedad que siempre había rodeado nuestras vidas.

Nuestra parada fue la cocina de Dragonstone. Sabíamos que Rhaenyra y Daemon solían disfrutar de una copa de vino juntos al caer la noche. Así que nos aseguramos de que el vino que llegara a sus copas esa noche tuviera un pequeño añadido. Solo un toque de jugo de uva mezclado con un poco de vinagre. Lo suficiente para que el sabor fuera completamente desagradable, pero inofensivo.

Luego, mientras Daemon estaba distraído con algunos asuntos del castillo, Aegon y Gaemon se encargaron de su espada. Con mucho cuidado, le untaron miel en la empuñadura. Sabíamos que no tardaría en darse cuenta, pero la sorpresa inicial sería suficiente para obtener la reacción que buscábamos.

Mientras ellos se ocupaban de eso, yo me encargué de Rhaenyra. En conjunto de varios sirvientes, cambiamos la mesa de la cocina a una más vieja, atando estratégicamente la pata más rota, para terminar de romperla en el momento justo.

El plan estaba en marcha. Solo nos quedaba esperar.

Esa noche, nos reunimos en uno de los pasillos cercanos a la cocina. Desde allí, podíamos escuchar la conversación que había en ella, aunque no todas las palabras eran claras. Nos miramos, conteniendo la risa, anticipando el momento en que el vino llegara a sus labios.

The Forgotten Targaryen // Jacaerys & Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora