Día 3: Cartas.

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Cada mañana del séptimo día de la semana, Tanjiro se despertaba muy temprano, el sol apenas comenzaba a salir cuando él abría los ojos y se levantaba de su lecho para salir de la casa procurando no despertar a nadie. Se movía con precisión para evitar perturbar el sueño de los demás y abría la puerta lentamente hasta salir y volver a cerrar.

Una vez afuera, se sentaría contra la puerta y levantaría la mirada al cielo en espera. Se mantenía esperando en silencio con la mirada fija y concentrada. Nada perturbaría su concentración hasta que finalmente llegara aquello que esperaba.

No mucho después un cuervo comenzaría a acercarse y descendería para aterrizar en el brazo del joven. El ave llevaba consigo un mensaje y el joven no dudaría en tomarlo.

No era un mensaje, sino una carta.

La carta semanal de Genya.

Desde que el Cuerpo de Exterminio de Demonios se había disuelto oficialmente, no había tenido la oportunidad de ver a Genya, pues tuvo que volver a casa con Nezuko y sus amigos, así que solo podían mantenerse en contacto por medio de cartas.

Todo se había vuelto un ritual en el que se enviaban una carta a la semana contándose todo lo que estaban viviendo. Tanjiro siempre esperaría impaciente a que Matsuemon le trajera su carga de la semana, ansioso por saber qué hacía Genya.

A Tanjiro le encantaba leer sobre la nueva vida de Genya, cómo se había reconciliado con su hermano y cómo ahora vivían juntos, el cómo le ayudaba en las labores domésticas y de cómo era testigo de sus reuniones con el resto de los Pilares retirados. A Tanjiro le hacía muy feliz saber que Genya estaba siendo feliz.

Saber que Genya era feliz, le hacía feliz a él también.

El chico se lo merecía después de tanto sufrimiento...

"Espero que te encuentres bien, saluda a Nezuko de mi parte y no mimes demasiado a los otros dos, has que te ayuden en el trabajo, no es bueno que tomes toda la carga tú solo"

Cuando leyó lo último, Tanjiro sintió que su corazón era abrazado por la calidez de la amabilidad de Genya. Él siempre solía decirlo eso, siempre le repetía que no tenía que llevar todo él solo e incluso prometió ayudarle a llevar su carga.

Esa era una promesa que aún mantenían en pie.

Tanjiro era muy feliz cada vez que llegaba una carta nueva en parte porque extrañaba mucho a Genya, cada vez que leía todo lo que hizo, deseaba estar con él para compartir esos momentos juntos, pero sabía que no era el momento. Ambos acordaron que antes de estar juntos y vivir lo que sentían el uno por el otro, cada uno necesitaba un momento de paz, volver a vivir al lado de sus familias para posteriormente hacer sus vidas.

Fue un trato justo, a ambos les pareció lo más correcto y sin embargo...

"Te extraño mucho"

Ambos se echaban mucho de menos.

Tanjiro leyó la última frase con una sonrisa y acercó el papel a su nariz.

- El aroma de Genya... -.

Ese era uno de sus detalles favoritos: Cada carta llegaba impregnada del aroma del chico que tanto quería. Le encantaba olerlo, pues así se sentía cerca de él.

Tanjiro se quedaría allí unos minutos más disfrutando de su íntimo momento antes de volver a entrar a la casa y guardar las cartas con todas las demás, porque sí, conservaba cuidadosamente cada una.

Esas cartas se habían vuelto un gran tesoro.

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