Sanemi estaba sentado en la sala, hojeando un viejo libro cuando de repente levantó la vista hacia su hermano menor, que estaba concentrado en su teléfono.-Genya- dijo Sanemi, rompiendo el silencio de la habitación.-tienes que ir a recoger a tu amiga.
Genya levantó una ceja, confundido. -¿Yo? No tengo ami-. -Se interrumpió, titubeando, antes de corregirse rápidamente. -Es decir, ¿qué amiga?
Sanemi soltó una carcajada seca. -Ya sabes, Kanata.
Genya frunció el ceño y desvió la mirada. -Ella no es mi amiga, solo somos compañeros de clase.
Sanemi se recostó en el sofá, con una expresión burlona en el rostro. -¿Ah, sí? Si no es tu amiga, ¿por qué venía casi todos los días a la casa? Parecía bastante cómoda aquí.
Genya resopló, cruzando los brazos con obstinación. -Ella se invitaba sola, Sanemi. No es mi problema. No voy a ir por ella.
Sanemi cerró el libro de golpe y lo dejó sobre la mesa, mirando a su hermano con una mezcla de paciencia y severidad. -Tienes que ir por ella, Genya. Su tren
en una hora.-¿Y por qué tengo que ser yo?- Genya replicó, su tono bordeando la irritación.
-ella me llamó ayer y pidió personalmente que fueras tú quien la buscara.-dijo Sanemi, su voz firme y autoritaria.
Genya frunció el ceño aún más.-¿Y por qué le haces caso a Kanata? ¡No es nuestra jefa!
Sanemi ignoró el comentario, levantándose del sofá y dándole una palmada en la espalda a su hermano, lo suficientemente fuerte como para empujarlo un poco hacia la puerta.
-Ve ya, Genya. No la hagas esperar.
-¡No quiero ir!- protestó Genya, levantando la voz, frustrado.
-¡Vas a ir!-Sanemi replicó con un tono que no admitía réplica.
Ambos se miraron durante unos segundos, Al final, Genya bufó y salió de la habitación, dejando a Sanemi sonriendo ligeramente. Aunque no lo admitiera, Sanemi sabía que Genya no dejaría plantada a Kanata, por mucho que renegara.
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Una hora después, Genya estaba esperando en la estación de tren, apoyado contra una columna, con los brazos cruzados y la mirada fija en las vías. No podía dejar de pensar en lo ridículo que era todo esto. ¿Por qué Kanata había insistido en que fuera él quien la recogiera? Apenas hablaban en clase, y aunque ella solía aparecer por su casa, siempre le resultaba incómoda su presencia.
El tren finalmente llegó, y entre la multitud de pasajeros, Genya divisó a Kanata. Ella lo vio enseguida, y su rostro se iluminó con una sonrisa radiante.
-¡Genya!-exclamó ella, levantando una mano para saludar mientras se acercaba corriendo.
Genya levantó una mano a modo de saludo, sin poder evitar sentir una sensación de incomodidad al ver la alegría en el rostro de Kanata. Apenas habían intercambiado un par de palabras fuera del contexto de las clases, y sin embargo, ella siempre parecía actuar como si fueran cercanos.
-Hola.- dijo Genya, tratando de mantener su tono neutral mientras ella se detenía frente a él.
-Me alegra tanto que hayas venido a recogerme.- dijo Kanata, su sonrisa aún más amplia mientras se acercaba un poco más de lo que Genya habría preferido.
-No fue idea mía.- murmuró Genya, casi inaudible, pero lo suficientemente claro como para que Kanata lo escuchara.
Ella soltó una risa suave, sin dar señales de haberse ofendido. -Aun así, estoy feliz de verte. ¿Podemos caminar un poco antes de ir a tu casa? Tengo tanto que contarte.
Genya parpadeó, algo desconcertado. -¿Contarme? ¿Desde cuándo...?
Pero antes de que pudiera terminar su frase, Kanata ya lo había tomado del brazo, tirando suavemente de él para que empezaran a caminar. Genya sintió cómo la incomodidad crecía, pero decidió no decir nada, dejando que ella lo guiara.
Mientras caminaban por las calles, Kanata hablaba sin parar sobre su viaje, las cosas que había visto y hecho, pero Genya apenas escuchaba. Estaba demasiado concentrado en la proximidad de Kanata, en cómo ella se aferraba a su brazo, ignorando por completo su evidente incomodidad.
Finalmente, después de un rato, llegaron a un pequeño parque. Kanata insistió en que se sentaran en un banco. Genya se sentó con rigidez, esperando que la charla interminable de Kanata llegara a su fin.-Genya.- dijo Kanata de repente, bajando un poco la voz, lo que hizo que Genya levantara la vista. -Hay algo que quería decirte desde hace tiempo.
El corazón de Genya dio un pequeño brinco, y no de una manera agradable.
-¿Qué es? preguntó, intentando mantener la calma.Kanata lo miró a los ojos, su expresión seria, pero lo que dijo a continuación dejó a Genya completamente desconcertado.
-¿Sabes que los gatos tienen una extraña obsesión con el pepino?-declaró ella con toda la seriedad del mundo.
Genya parpadeó, su cerebro intentando procesar lo que acababa de escuchar. -¿Qué...? ¿Qué tiene que ver eso con...?- No sabía si reír o sentirse aún más incómodo.
Kanata, sin darse cuenta de la confusión de Genya, continuó, como si fuera lo más natural del mundo
-Es algo que he estado investigando mucho últimamente. Es tan interesante cómo reaccionan, como si fueran a saltar hasta el techo."
Genya soltó un suspiro interno de alivio, aunque no sabía qué pensar de la situación. Por un momento había temido que ella fuera a decir algo mucho más complicado.
-Sí, bueno... eso es... interesante, supongo.-dijo, sin saber qué más agregar.
-verdad que sí!- exclamó Kanata, feliz de que él mostrara interés, o al menos eso parecía pensar. -Quizás deberíamos intentar asustar a uno de tus gatos cuando llegue a tu casa. Podría ser divertido.
-Eh... mejor no.- respondió Genya rápidamente, levantándose del banco con una excusa repentina. -Debemos irnos.
Kanata parecía un poco decepcionada, pero asintió, levantándose también. Mientras caminaban de regreso a la casa, Genya no pudo evitar sentirse confundido por la conversación, pero al menos sabía que, de momento, no tendría que lidiar con algo más incómodo.
Hola hola
Unas cosillas que tengo que decir, genya y muichiro tienen la misma edad igual que kanata. Los dos tiene 16 años y están en segundo de prepa, en cuánto sanemi.. tiene 22
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Cuando la marea sube | Genmui
RomanceTokito Muichiro vivía en la gran ciudad de Tokio hasta que un trágico accidente lo dejó huérfano. Sin más familia en la ciudad, se muda junto a su hermano a un pequeño pueblo con sus abuelos. Allí conoció a Genya, un chico alto y de aspecto rudo, p...