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Genya caminaba por las calles del pueblo, claramente molesto. Su hermano mayor lo había enviado a comprar algunas cosas que faltaban en la despensa, y el recorrido había sido más largo de lo esperado. Con cada paso, su irritación crecía. Mientras daba vuelta a una esquina, vio a Tokito Muichiro, quien parecía perdido en sus pensamientos.

—¡Tokito! —le llamó Genya, tratando de sonar casual.

Muichiro levantó la mirada y le respondió con un tono cortante—¿Qué pasa?

Genya notó la frialdad en su voz, y un incómodo silencio se instaló entre ellos.

—Voy a la tienda a comprar unas cosas. ¿Quieres acompañarme?

Muichiro negó con la cabeza.

—Vamos, te invito un nikuman —insistió Genya.

Muichiro, finalmente, accedió con un leve asentimiento. Juntos, comenzaron a caminar hacia la tienda. Después de un rato en silencio, Genya hablo.

—Oye, quería disculparme por lo de la otra vez. No debí haberme acercado tanto a ti ni a tu hermano.

Muichiro se detuvo y lo miró directamente a los ojos.

—El que debería disculparse soy yo. Mi hermano es... un poco sobreprotector —dijo con un tono de disculpa en su voz.

Genya negó con la cabeza, sintiéndose más relajado.

—Fue mi culpa por ser tan confiado tan rápido. No debí haber agarrado el rostro de... bueno, a tu hermano. —Terminó con una sonrisa avergonzada.

Muichiro soltó una risa ligera.

—No te culpo por haberme confundido con mi hermano. Nos parecemos tanto que a veces incluso nosotros nos confundimos.

—Pues normal, ¿no? Son gemelos —respondió Genya.

Muichiro negó con la cabeza.

—No es mi gemelo —dijo con una leve sonrisa.

Ambos rieron, y la tensión que había entre ellos empezó a desvanecerse. Llegaron a la tienda y Genya compró lo que necesitaba. Luego, se dirigieron al mostrador de los nikuman. Muichiro miraba indeciso los distintos sabores.

—No sé cuál elegir. El de cerdo se ve interesante, aunque me dijieron que sabe feo —comentó Muichiro.

—Para nada. Es el mejor de todos —respondió Genya con convicción.

Muichiro lo miró con curiosidad.—La verdad, nunca lo he probado.

Genya sonrió y pidió dos nikuman: uno de pollo y otro de cerdo. Luego, los partió por la mitad y le ofreció a Muichiro una mitad de cada uno.

—Aquí, pruébalos ambos —dijo Genya, entregándole las mitades.

Muichiro tomó las piezas y se sonrojó ligeramente.

—Gracias, Genya.

Ambos se sentaron en un banco cercano para comer. Muichiro probó primero el de cerdo, sus ojos se iluminaron.

—¡Está muy bueno! —exclamó.

Genya sonrió, satisfecho.

—Te lo dije. Ahora prueba el de pollo.

Muichiro probó la otra mitad y asintió.

—También está muy bueno, pero creo que prefiero el de cerdo.

Genya rió y dio un bocado a su mitad del bollo.

—Sabía que cambiarías de opinión.

Los dos se quedaron allí, disfrutando de su merienda y la compañía del otro. La conversación fluía más fácilmente ahora, y Genya aprovechó para conocer un poco más a Muichiro.

—Entonces, si no son gemelos, ¿qué edad tiene tu hermano? —preguntó Genya.

—Es un año menor que yo. Siempre ha sido muy protector conmigo, a veces demasiado —respondió Muichiro, rodando los ojos.

—Puedo entenderlo. Mi hermano también es muy protector, aunque no lo demuestre de la misma manera —dijo Genya, pensando en su hermano Sanemi.

Muichiro asintió, tomando otro bocado de su nikuman.

—A veces es difícil encontrar un equilibrio. Quieres que te cuiden, pero también quieres tu propio espacio.

Genya asintió, comprendiendo perfectamente.

—Exacto. Es como si no pudieran ver que ya hemos crecido y podemos manejar las cosas por nuestra cuenta.

Muichiro miró a Genya y sonrió.

—Me alegra saber que no soy el único que siente eso.

Genya sonrió de vuelta, sintiéndose más conectado con Muichiro.







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—Entonces, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre? —preguntó muichiro, intentando cambiar el tema a algo más ligero.

—Me gusta entrenar y pasar tiempo en el bosque. Es muy tranquilo allí, y puedo despejar mi mente —respondió el más alto.

—Eso suena genial. Yo también disfruto ir al bosque, aunque prefiero estar en la ciudad. Me gusta la energía y el movimiento —dijo muichiro.

Genya y Muichiro se levantaron del banco y se despidieron de los nikuman que habían acabado. Satisfechos con la merienda y la conversación. Genya, aún con una sonrisa en el rostro, miró a Muichiro con una idea en mente.

—Oye, Muichiro, ¿quieres acompañarme al lago? La marea todavía no ha subido, y pensé que podríamos dar un paseo o adentrarnos un poco más —sugirió Genya.

Muichiro miró a Genya, evaluando la propuesta. Aunque estaba un poco cansado, la idea le parecía interesante y una buena oportunidad para continuar su conversación en un ambiente diferente.

—Claro, suena bien. Nunca he explorado mucho el área alrededor del río —respondió Muichiro, aceptando la invitación.

Ambos comenzaron a caminar hacia el río, disfrutando del fresco aire de la tarde. A medida que se acercaban, el sonido del agua fluyendo se hacía más pronunciado. El paisaje era sereno, con el río serpenteando entre árboles y arbustos, creando un entorno tranquilo y natural.

—El río siempre ha sido uno de mis lugares favoritos para relajarme —comentó Genya mientras caminaban.

—Sí, es muy bonito aquí. Me alegra haber venido contigo —dijo Muichiro, mirando el paisaje con una expresión de aprecio.

Llegaron a una zona del río donde el agua se extendía formando un pequeño lago. La marea estaba baja, lo que permitía explorar áreas que normalmente estarían sumergidas. Genya se detuvo en una piedra grande en la orilla y observó el agua, que se veía clara y tranquila.

—La marea está baja, así que podemos adentrarnos un poco más en el lago. ¿Te gustaría?

Muichiro miró el agua con curiosidad.

—Sí, me gustaría explorar un poco. Nunca he estado en esta parte del lago —respondió, mientras se preparaba para caminar hacia el agua.

Ambos se adentraron en el lago, disfrutando de la frescura del agua que llegaba hasta sus tobillos y, en algunos lugares, hasta sus rodillas. Genya condujo a Muichiro a través de una serie de rocas y áreas planas, donde el agua era más baja y clara.

—Este lugar se ve diferente cuando la marea está baja. Puedes ver todas las rocas y plantas que normalmente están cubiertas —comentó Genya.

Muichiro asintió, mirando a su alrededor con interés. —Me gusta cómo cambia el paisaje con la marea.

Mientras avanzaban, Genya señalaba algunas formaciones rocosas interesantes y compartía anécdotas de su infancia relacionadas con el lugar. Muichiro escuchaba atentamente, disfrutando de la conversación y el ambiente tranquilo.

Cuando la marea sube | GenmuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora