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Se levantó temprano como acostumbraba, el sol era apenas visible lamentablemente para el cocinero, que esperaba que haga acto de presencia antes de que terminara su baño de todas las mañanas.

El clima era frío a las 5 AM, pero esperaba que los rayos solares calentaran un poco la cubierta y su zona de trabajo rápidamente.

Terminó su ducha y se arregló perezosamente en el espejo para verse lo mínimo descente para sus damas. Había pasado ya un poco menos de una hora, lo que le daba tiempo suficiente para tener preparado el desayuno cuando algunos de sus compañeros comenzaran a levantarse.

Estaba acostumbrado a que la mayoría se despertara a las 7 AM, y tardaban siempre un poco en llegar al comedor; claro que él tenía la comida terminada para antes de que el primer tripulante llegara. Por ese mismo hecho, escuchar ruidos provenientes de su cocina le generó curiosidad.

Un interés genuino lo invadió preparado para gritarle a su capitán, al recordar que sería lo más probable de encontrar. Fue una real sorpresa encontrarse con la princesa, tan radiante a pesar de la temprana hora y probablemente acostumbrada a despertar más temprano de lo normal por su cargo en la realeza.

La chica se encontraba concentrada seleccionando unas cuantas hierbas medicinales y al mismo tiempo calentando agua en una tétera al fuego. Se acercó cauteloso, al notar que la omega no se había dado cuenta de que Sanji había entrado por la puerta, perdida en sus pensamientos, pudo deducir el cocinero ni bien vio la expresión entre preocupada y perdida de la chica. 

Cuando estuvo cerca le dirigió la palabra suavemente, logrando que la contraria saltara del pequeño susto.

—Buenos días, Sanji. Que susto me diste —sonrió tranquila a pesar de su pulso acelerado—. ¿Cómo dormiste?

El cocinero soltó una suave risa, a través de sus labios que sostenían el primero cigarrillo del día, encantado por la tierna reacción ante sus ojos.

—Dormí muy bien, probablemente porque soñé contigo. —dijo coqueto desde tan temprano, ganandose una mirada un tanto confusa de la princesa— ¿Necesitas ayuda con algo?

—Oh, no realmente, solo estoy haciendo un té para Nami —señaló lo obvio para el contrario—. No sabía que te despertabas tan temprano y no quería molestar a nadie. Perdón si ocupé tu lugar de trabajo.

—¡Su presencia siempre será bien recibida para mí, Vivi-chan! —chilló un poco más alto, sin poder evitar los corazones que esparcía alrededor.

Continuaron charlando un rato más, momento que Sanji aprovechó para enseñarle a la omega a perfeccionar su técnica para preparar té mientras comenzaba las primeras preparaciones para el desayuno de los demás. Informó del tiempo de hervor, el ordén y efecto de algunas hierbas, la manera correcta para conservar y concentrar los nutrientes y la temperatura ideal. 

—Vivi-chan, quería hacerte una pregunta —Fue lo que dijo el rubio al percatarse de la hora, queriendo aprovechar su momento a solas con la bella chica— Es acerca del Marimo.

—¿Mr. Bushido? —cuestionó al no querer hacerse ideas equivocadas de quien era "Marimo", aunque ya lo haya escuchado un par de veces salir de la boca de Sanji. El otro asintió para resolver sus dudas— ¿Qué quieres saber?

Sanji procedió a explicarle su idea a la omega peliazul, que escuchó atenta a la idea que el otro le estaba desarrollando. Cuando el hombre terminó su explicación y comenzó a dar vuelta un par de tostadas, Vivi confirmó que su idea era totalmente efectiva, pero sentía algo de curiosidad por la idea.

—¿Cómo se te ocurrió? —indagó Vivi.

—Ayer cuando terminaste toda tu explicación sobre las feromonas y sus efectos, fue lo primero que se me ocurrió que podría funcionar con él —respondió el cocinero— El té ya está listo ¿Quieres llevarselo tú a Nami-san?

Vínculos - 𝒵ℴ𝒮𝒶𝓃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora