AMYOB

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Narra natanael

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Narra natanael

Vi a Andrea entrar al coche mientras yo intentaba mantener la calma. Mis ojos estaban rojos, no solo por el cansancio, sino también por la droga y la rabia que me provocaba la situación. María, una chica con la que solía distraerme, ya no me aliviaba el malestar. Era frustrante tener que recurrir a ella cuando mi mente estaba en otro lugar. Observé a Andrea mientras se acomodaba en el asiento del copiloto, y la ira se apoderó de mí de nuevo.

-¿Quién era ese vato? -le pregunté, tratando de sonar calmado, pero mi tono salía más serio de lo que pretendía.

Andrea me miró con curiosidad, encogiéndose de hombros.

-¿Quién o qué? -respondió, fingiendo no entender.

-No te hagas la pendeja. El castaño ese que estaba con Eleanor -dije, sintiendo cómo la frustración se mezclaba con el enfado.

-Se llama Matías, es un amigo nuestro -dijo tranquilamente, encogiéndose de hombros como si no fuera nada.

Apreté el volante con más fuerza. Mi control sobre la situación se desmoronaba.

-No te lo volveré a repetir, Andrea. No quiero verte ni a ti ni a Eleanor cerca de ese vato, porque te juro que le partiré la cara, y no me va a importar nada -le advertí, llevando una mano a su muslo y apretándolo con fuerza.

Andrea soltó un pequeño quejido y me miró seria, rodando los ojos. Sabía que ella no entendía la gravedad del asunto. La solté, concentrándome en el camino mientras mi mente se llenaba de imágenes de Eleanor sonriendo, divirtiéndose con ese idiota.

-Llámala -le ordené, abriendo los vidrios del coche para sentir el aire fresco, esperando que me ayudara a calmarme.

-¿A quién? -preguntó Andrea, claramente molesta y confundida.

-A Eleanor. Los martes tiene clase de inglés y su papá no la lleva, así que se va en bus -solté, como si fuera información trivial, aunque sabía que no lo era.

Andrea me miró con sospecha mientras marcaba el número de Eleanor.

-¿Y tú cómo sabes eso? -preguntó, mirándome fijamente.

-No te importa, solo dile que la llevaremos a casa -respondí, sin apartar la vista del camino.

Andrea mantuvo una breve conversación con Eleanor, su tono era cortante, y luego colgó.

-Ya viene para acá -dijo, como si no acabara de notar lo extraño que era todo esto.

Esperé en silencio, sabiendo que no iba a dejar que Eleanor se escapara de mi control, ni que Matías siguiera rondando cerca. Nadie iba a acercarse a ella sin mi permiso, nadie.

Mis ojos se clavaron en ella mientras se acercaba al coche

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Mis ojos se clavaron en ella mientras se acercaba al coche. La vi nerviosa, secándose las manos en su falda con esa torpeza que siempre me encantó. Eleanor siempre había sido la más linda de la escuela con su piel blanca y su cabello largo y rubio casi blanco. Era la amiga de mi hermana, y se me había encargado alejar a todos los chicos de ella. Tenía que cuidarla, ¿no?

Había amenazado a cualquiera que se atreviera a acercarse, pero ahí estaba yo, perdido en mis pensamientos, sin darme cuenta de que ya estaba subiendo al coche. Abrió la puerta y se metió dentro con un gesto tímido.

-Oye, Ele, ¿vas a tu casa o al curso de inglés? -preguntó Andrea, sin quitar los ojos de su celular.

Ella levantó la vista y nuestros ojos se encontraron en el retrovisor. Fue un instante breve, pero pude ver cómo ella desviaba la mirada rápido, intentando ocultar la timidez. Me hizo sonreír, aunque tratara de disimularlo.

-Voy al curso de inglés, pero primero tengo que llegar a cambiarme -respondió con su voz suave.

-Oye, Natanael, Ele y yo vamos a hacer una pijamada en casa. Le voy a pedir permiso a mi mamá -dijo Andrea, todavía sin mirar hacia arriba.

Me sorprendió. Normalmente, las pijamadas se hacían en casa de Eleanor, pero de alguna manera, el saber que iba a pasar la noche en mi casa me alegró más de lo que quise admitir. Era como si cada momento con ella, aunque sólo fuera en el retrovisor, me acercara un poco más a lo que realmente deseaba.

Andrea se inclinó para hablar con su mamá, y me di cuenta de que estaba atrapado. Cuidar a Eleanor había pasado de ser una simple tarea a convertirse en algo mucho más importante para mí. Mi obsesión por ella, mi deseo de estar cerca y protegerla, se había convertido en una parte crucial de mi vida. Y aunque trataba de mantenerme a distancia, pensar que ella estaría en mi casa, cerca de mí por la noche, me hacía más feliz de lo que había imaginado.

 Y aunque trataba de mantenerme a distancia, pensar que ella estaría en mi casa, cerca de mí por la noche, me hacía más feliz de lo que había imaginado

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¡Qué onda, plebes!

Les cuento que estoy batallando para decidir si publicar o no la historia. Estoy bien emocionada con cómo está quedando, pero también me siento un poco insegura. Me encantaría saber qué piensan ustedes.

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AMOR Y OBSESIÓN| Natanael cano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora