Era lunes y el aire del colegio estaba cargado de nerviosismo. Caminaba por los pasillos, aún llena de pensamientos sobre el fin de semana. La pijamada en casa de Andrea había sido divertida, pero mi mente no podía dejar de regresar a lo que había sucedido con Natanael, especialmente cuando en la noche lo encontré borracho. Esa mezcla de emociones me mantenía en un constante torbellino.
Cuando vi a Andrea y Matías en la cafetería, decidí que era el momento de contarles sobre mi encuentro con Natanael, aunque omití detalles importantes.
-¡Chicos! ¡Tienen que escuchar lo que pasó el sábado! -dije, tratando de mantenerme animada.
Andrea se iluminó. -¿Qué pasó? Cuéntame todo.
-Bueno, me encontré con Natanael y... -comencé, sintiendo que mi corazón latía más rápido. -Estaba un poco borracho y tuvimos una conversación... intensa. No sé, fue raro, pero también emocionante.
Matías frunció el ceño, pero trató de ocultar sus celos. -¿Intensa? ¿A qué te refieres? -preguntó, su tono un poco más agudo de lo habitual.
-Nada, solo fue... diferente. Hablamos de muchas cosas, y me sentí más cercana a él -respondí, intentando sonar casual.
A medida que avanzaba el receso, el nudo en mi estómago creció. Busqué a Natanael, y cuando finalmente lo vi, su mirada me atrapó al instante. Estaba de pie junto a un grupo de amigos, y sus ojos parecían brillar con una intensidad que me hizo sentir nerviosa y emocionada al mismo tiempo.
Caminé hacia él, y antes de que pudiera pronunciar una palabra, Natanael me tomó de la cintura de manera posesiva, atrayéndome hacia él. Mi pulso se aceleró y una corriente de electricidad recorrió mi cuerpo. Con un movimiento seguro, me abrazó y coloco una de sus manos sobre mi cadera, como si quisiera que nadie más interfiriera entre nosotros. La sensación era abrumadora.
-Hola -dijo, su voz grave resonando en mi pecho. No había más palabras entre nosotros; la tensión en el aire era palpable.
Mientras me sentaba en su regazo, sentí una mezcla de nerviosismo y emoción. Natanael me miraba con una intensidad que hacía que mi corazón latiera con fuerza. No podía evitarlo; mi cara se volvio roja por la mezcla de emociones que sentía.
Natanael rompió el silencio. -¿Has merendado? -preguntó, sacando un billete de veinte dólares de su bolsillo.
-No, no he merendado -respondí, sintiéndome un poco confundida.
Sin esperar respuesta, me extendió el billete con una seguridad inquebrantable. -Toma, ve a comprarte algo de comer.
Me sorprendió su gesto, y por un instante, mi mente se quedó en blanco. Agradecí en silencio, sintiéndome abrumada por la calidez de su presencia. Mientras me levantaba para ir a la cafetería, no podía evitar sentir que había algo entre Natanael y yo, algo que deseaba explorar, mientras desde la distancia, sus amigos nos observaban, intercambiando miradas cómplices y sonrisas burlonas.
Al mirar atrás, vi cómo se reían entre ellos, pero no me importaba. La conexión con Natanael era demasiado fuerte como para que las risas de sus amigos me afectaran. Tenía la firme sensación de que esto era solo el comienzo de algo emocionante.
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AMOR Y OBSESIÓN| Natanael cano
RomanceDonde Eleonor se cansa del rechazo de Nata y decide dejar de amarlo, o donde Nata se da cuenta de la obsesión que tiene con la mejor amiga de su hermana: una historia complicada de amor, redención y obsesión.