Capítulo III: Juanjo

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Domingo, 28 de abril de 2024. Jerez de la Frontera.

Estaba empezando a dudar si había sido buena idea ponerme las zapatillas y correr los más de cuatro kilómetros que medía el circuito de Jerez a las siete de la mañana del domingo. 

No me gustaba ese circuito. El trazado contaba con trece curvas, ocho a la derecha y cinco a la izquierda. Varias de ellas tan cerradas que impondrían a los pilotos inexpertos, pero no a mí. El problema real estaba en la cercanía de curvas en sentidos diferentes. Eso implicaba cambiar rápidamente la trayectoria e inclinación de la moto en pocos metros de distancia. Los adelantamientos en esa zona eran imposibles, bastante difícil era solo mantener el equilibrio. Así que debía adelantar en las rectas, pensadas para llevar la moto a la máxima velocidad. Los pilotos solían relajarse en ellas, pero yo sabía que debía tener cuidado. Las rectas eran traicioneras y si no frenabas en el momento correcto tenías garantizado salirte de la pista. Tuve que vivirlo hace unos años. 

La consecuencia de tanta frenada era el apelotonamiento de los pilotos y los posibles contactos entre las motos. Un año, mi rueda delantera tocó la trasera de otro piloto en un adelantamiento y los dos acabamos en el suelo. No era un secreto para nadie que el gran premio de Jerez se me resistía. A pesar de haber ganado varios mundiales, no había ganado ni una vez allí. Mi mejor resultado fue un tercer puesto el año pasado.  

Sin embargo, este año tenía posibilidades reales de conseguir el triunfo. Los entrenamientos del viernes habían sido un completo desastre. Me desnivelé en un cambio de rasante y la moto estuvo a punto de tirarme al suelo. La suerte o la experiencia me ayudó a estabilizar la moto, pero no hice un buen tiempo y me quedé fuera de los diez primeros pilotos con mejor tiempo. Mis opciones quedaban reducidas a quedar primero o segundo en la clasificación Q1 para poder correr la clasificación Q2 contra los diez primeros clasificados y luchar por la posición en la salida de la carrera del domingo. 

La satisfacción de ganar la Q1 se multiplicó por diez cuando vi la sorpresa de Antonio, que después de mi error del viernes y la bronca que me echó ya daba por perdido el gran premio. Estuve a punto de gritarle que era un error sentenciar mi derrota al mínimo revés y que él, más que nadie, debía confiar en mí. Me callé para evitar una discusión, la decimoctava o decimonovena en el último mes. Pero, volqué toda la rabia que sentía en la carrera de Q2 y logré adelantar a Rafael en el último segundo.

El domingo saldría primero, seguido de Rafael y Lucas completaría el primer trío. El segundo trío estaba formado por Naiara, Alex y Cris. Los siguientes tríos salían desde una posición bastante retrasada para optar a ganar. Aunque una vez conseguí remontar desde el séptimo puesto hasta el segundo, pero eso solo podían hacerlo los fuera de serie como yo. 

—¿Disfrutando de la pista antes de caerte?

—Rafael —masculle su nombre entre dientes. Él era la última persona con la que quería hablar antes de una carrera. Me sacaba de quicio y necesitaba mantener la calma.

—Espero que te ajustes bien las protecciones. No te vayas a lesionar.

—Gracias por tu preocupación, pero no tengo intención de caerme. 

—Bueno, no es algo que puedas controlar. Te has caído en todos los grandes premios de Jérez, ¿no?

Idiota, pensé. 

—La diferencia es que yo me caigo solo. No arrastro a mis compañeros.

—Yo no he arrastrado a nadie.

—La sanción por adelantamiento peligroso no dice lo mismo.

Te jodes, pensé.

—Eso pasa cuando dejamos a las mujeres conducir una moto.

El Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora