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El viento golpeaba su cabello con fuerza, pero no le importaba. La vista desde el auto era increíble, y, para su alivio, no lo habían secuestrado.

Llevaban unos 30 minutos en el auto. El señor Yoshida le había dicho que tardarían unos 47 en llegar al aeropuerto, pero el viaje parecía eterno, como si el tiempo se alargara con cada kilómetro.

Taehyung había comenzado a relajarse. Contra todo pronóstico, el señor Yoshida no era tan malo como podría haber parecido al principio. Incluso se habían hecho buenos compañeros de viaje.

—Entonces, ¿huyes de casa? —preguntó Yoshida de repente.

—¿Huir? No... bueno, tal vez un poco. Pero es por una buena causa.

Taehyung había terminado contándole un poco sobre su situación familiar cuando el hombre le preguntó por qué viajaba solo. Era eso o arriesgarse a que llamara a la keisatsu.

—Pero si ya eres todo un adulto. ¿21 años y todavía no te dejan salir?

—Es una costumbre familiar.

—Vaya... Yo a mis princesas siempre les digo que a los 15 deben empezar a velar por sí mismas. Tienen que ser fuertes.

Taehyung sonrió al escucharlo. Esa filosofía le recordaba un poco a su padre. Aunque apenas llevaba tres horas lejos de casa, ya extrañaba a su familia más de lo que esperaba.

El auto volvió a sumirse en un silencio cómodo, interrumpido solo por el suave murmullo de la radio. Los ojos de Taehyung comenzaban a pesarle, y el cansancio de caminar tanto lo estaba alcanzando.

En su mente, se repetía una y otra vez el motivo de su viaje: encontrarse a sí mismo. Quería descubrir algo más allá de su hogar, algo que pudiera impresionar a su madre... aunque sabía que escaparse no era la mejor manera de hacerlo.

El tiempo pasó más rápido de lo que había imaginado, y antes de darse cuenta, habían llegado al aeropuerto. Era hora de despedirse.

—Suerte, muchacho.

—¡Gracias, señor Yoshida! Espero volver a verlo algún día. Quizá pueda saludar a sus hijas.

El hombre le sonrió con una inclinación de su gorra antes de arrancar su auto y desaparecer en la distancia.

Taehyung dio media vuelta y entró al aeropuerto. Compró su boleto y se resignó a esperar. Su vuelo saldría a las 9 a.m., y eran apenas las 12 a.m.

Se sentó en una de las sillas del aeropuerto. Agradecía que no hubiera demasiada gente. Solo unas cuantas personas esperaban, y los empleados trabajaban en silencio.

—¿A dónde vas, muchacho? —preguntó de repente una anciana, sentándose a su lado con ayuda de su bastón.

—A Corea, señora *San.

La mujer sonrió, sus ojos brillando con una curiosidad amable.

—¿Eres de Corea?

—Mi madre es coreana. Soy japonés, pero también coreano... así que sí.

La anciana se levantó lentamente del asiento, y Taehyung se apresuró a ayudarla. En agradecimiento, ella le ofreció un pequeño onigiri.

—Te recomiendo visitar Suwon —dijo, su voz cálida—. Allí vivió mi hija.

Taehyung inclinó la cabeza en señal de gratitud mientras aceptaba el regalo. La anciana se alejó, y él volvió a sentarse, dejando escapar un suspiro aliviado.

"Bueno, ya tengo un lugar por dónde empezar", pensó, mientras mordía el onigiri.

El cansancio lo invadió nuevamente, pero esta vez se sentía diferente. Había algo de esperanza en el aire, algo que le hacía pensar que las cosas podrían salir bien. Cerró los ojos y, a pesar de las sillas incómodas, cayó en un sueño profundo, dejando atrás el bullicio del aeropuerto y cualquier preocupación.





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*keisatsu: Termino Japones para referirse a un policía.

*San: posee un significado similar al "señor" o "señora" en español. Específicamente cuando la relación entre las dos personas no es de mucha confianza.

Diario Y Pintura | VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora