13: AÑO 2 EN LECHE Negra

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Este señor negro de 50 años no se mantenía físicamente bien pero tenía algo que los demás inquilinos no tenían: mucho dinero. A diferencia del resto, este hombre se pasó dos semanas en la suit más cara del hotel. Había venido por recomendación de uno de los empleados nuevos del lugar: Porongo, quien había sido hijo de su mejor amigo durante años.

El Director Cummers me hacía ir todas las noches con las excusas más ridículas. Me daba cuenta de que estaba tratando de conquistarme pero me quise hacer la difícil. Me invitó a comer, me compró ropa y hasta fuimos al cine una vez. Al final de la película, el hombre tomó mi mano y la llevó hacia su entrepierna. Estaba muy dura esa pija y me excité. Me quise hacer la ofendida pero la verdad es que me calentaba mucho entonces procedí a abrirle el cierre del pantalón y darle la chupada de verga de su vida en el medio de la película. Era deliciosa. No podía creer lo mucho que había tardado en probar otra rica pija negra. A partir de entonces, tuvimos una relación clandestina.

Mi amo no podía enterarse que estaba degustando otra verga de macho alfa entonces tuvimos que mantenerlo en secreto. Yo le dije que antes me conocían como Cristian y el Director se negaba a utilizar mi nueva identidad. En su lugar, me creó un apodo: la coloradita viciosa. Esos días fueron maravillosos y era prácticamente el juguete sexual de un hombre mayor. Era como mi papi. Me empecé a vestir como colegiala con dos colitas de pelo y le manoteaba el pene en cualquier lugar. Cada vez que se la chupaba, mi papito me agarraba de las colitas de pelo y controlaba el movimiento. Me embestía por lo menos tres veces al día y, cuando no lo encontraba en su habitación, me escabullía a oler su ropa interior

Sin embargo, todo tenía un final y llegó el día en el que se tuvo que ir.

Director Cummers: Ven conmigo. Quiero que trabajes como mi asistente personal en la fábrica. Te pagaré con mi semen.

Yo: ¿Estás loco? mi amo nunca me dejará ir.

Director Cummers: No te preocupes por él. Yo lo arreglo.

Pagó una importante suma de dinero y me fui con él. Nisiquiera tuve que hablar con el maestro, simplemente me subí a la camioneta de mi nuevo amo y nos largamos al norte de la isla. No tuve tiempo ni de tomar mis pertenencias y así fue como terminé perdiendo mi primer pasaporte y lo poco que me quedaba de cuando me consideraba un hombrecito.

La casa de este hombre era fenomenal. Enorme, olía muy bien, era como su verga. Empecé a dormir todos los días en la cama de mi nuevo jefe. Era su esclava personal y eso me excitaba. Fuimos a su trabajo y conocí un mundo nuevo. "Cummer's factory" era un predio enorme lleno de hombres negros siendo masturbados por sissys (algunos varoncitos en proceso de sissyficación, otras ya totalmente convertidas) y toda esa cantidad de semen era utilizada para crear Espermisodia. Ese líquido que se vendía en el extranjero y hacía tan adictiva las comidas en el resto del mundo.

Me encantaba mi trabajo. Era como la puta principal. Todos me respetaban cuando escuchaban mis tacones acercándome por el lugar. Además, yo sabía que todos esos hombres me querían cojer pero ninguno se atrevía. Me encantaba usar faldas cortitas y mirar con libinosidad a todos esos hombres siendo masturbados. Cuando había un problema de excitación con una de esas estúpidas sissys, iba yo misma a estimular al macho alfa y siempre salían litros de esperma que terminaban en un recipiente. Era una profesional. A mí el semen no me manchaba y sabía que era un producto comercial. Sin embargo, toda esa excitación me la llevaba para casa y me la pasaba abusando de la sabrosa herramienta de mi jefecito.
Llegó un punto en el que el hombre ni siquiera tenía ganas de tener sexo pero yo de todas maneras lo masturbaba para tener mi alimento. Sólamente paraba los domingos de mañana cuando íbamos a misa. Yo nunca fui religiosa pero el Director Cummers me llevó a conocer la filosofía de vida que llevaba la fé. Era muy interesante cómo se aplicaba el cristianismo en Leche Negra: Aceptaban el lugar que ocupaban los blanquitos sissys. Eramos seres inferiores y estaba en su naturaleza ser putitas adictas a la leche superior. Así, comencé a tomarme en serio este mundo y a participar en actividades de este lugar. Además, durante meses estuve tomando píldoras de feminización y, poco a poco, mi pequeño pene fue desapareciendo.

El día que me desperté con una vagina, estaba muy contenta. Fui a trabajar con una minifalda super transparente y una bombachita roja que se traslucía. Todos me miraban pasar y no paraban de fijarse en mi culito. Llegué a comentarle a uno de los muchachos que conocía hace más tiempo cuál era mi secreto: tenía una virgen vaginita para estrenar esa misma noche con mi amo y eso me tenía muy excitada. Me encantaba ser la fruta prohibída, que todos quieran estar conmigo y que yo no lo permita.

Media hora antes de cerrar la fábrica, fui hasta el baño de putitas. Me empecé a retocar el maquillaje y, de pronto, entró uno de los hombres negros de brazos cruzados mirándome seriamente.

Yo: Hola Pedro ¿me dejas salir? estás en el baño equivocado.

Pedro ni se inmutó. Me siguió mirando serio sin decir nada y me empecé a poner nerviosa. Luego, la puerta volvió a abrirse y entraron dos hombres más. Uno de ellos, era el que le había confesado mi secreto. Me empujaron al suelo y se bajaron los pantalones. Tres porongas enormes me estaban rodeando y yo las miraba con sorpresa e inocencia.

Pasó lo que tenía que pasar. Los tres hombres musculoso me tomaron y utilizaron como una muñequita. Me la metieron por la boca, por el culito y... por la vagina. Los tres hicieron lo mismo y poco a poco mi vagina se fue dilatando. Sin embargo, ese no fue el final. Abrieron la puerta del baño y pude ver una larga fila de todos los trabajadores de la fábrica. No tenía escapatoria. Tuvieron que pasar tres horas para que cada uno de los gigantezcos miembros de los empleados que, durante tanto tiempo había negado, me embestieron con fuerza y me llenaron con su lechita.

Terminé llegando a casa 4 horas más tarde y allí estaba mi jefe. Me dí una ducha y, cuando salí, ví que el hombre estaba armando una maleta pero no con sus cosas... con las mías.

Dueño: Te tienes que ir.

Yo: ¿Qué? ¿es en serio?

Dueño: Estás todo el tiempo arriba de mi pene y no me dejas trabajar. Eres demasiado adicta a mis fluídos y eso afecta la productividad. Además, estoy intresado en una sissy más jovencita... un varoncito hétero que acaba de entrar en la empresa y todavía se reniega de su condición. Él no lo sabe aún pero poco a poco lo estoy transformando en mi nueva esposa.

Me puse furiosa ¡¿Esposa?! ¡él nunca me había pedido matrimonio a mí! ¡¿y ahora quería casarse con un putito de mierda que nisiquiera aceptaba su condición?! Discutimos durante horas. Me puse a llorar, le supliqué que no me deje. Le manoteé el pene y se lo olfateé pero él me empujó e insistió en que me vaya. El taxi ya había llegado y me tenía que ir. Tomé mis cosas y me subí con dirección al sur. El taxista no sabía cual era el destino final y yo tampoco lo tenía decidido ¿a dónde iba a ir ahora? por si fuera poco, sentí algo raro en mi estómago y me quedé mirando hacia la ventana ¿sería posible que esté embarazada?

Futanari IslandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora