07: Semana gótica

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DOMINGO

Esa noche fui a la casa de Emma, esta chica gótica con una personalidad bastante agresiva. No sabía cómo era el lugar al que iba a ir, tampoco tenía ropa más allá del uniforme de la empresa (Sakura me había prestado ropa de hombre mientras me quedé en su casa). Ahora estabamos entrando a un lugar muy distinto. Una casa muy oscura y desordenada con las persianas bajas y olor a cigarrillo. Instrumentos musicales y posters de bandas de metal con nombres extrañísimos que nunca escuché en mi vida. Me senté en el sillón y Emma me miró enfadada.

Emma: ¿Acaso dije que te podías sentar en mi sillón?

Yo: Perdón.

Me paré enseguida.

Yo: Necesito que me prestes ropa ¿tendrás algo de hombre que pueda usar?

Emma: Mira putita, no sé cómo te trataba Sakura pero aquí las cosas funcionan de una manera. Si te dejo vivir en mi piso, lo menos que puedes hacer es cumplir con lo que te diga ¿ok? usarás un uniforme a la hora de llegar a casa y harás todo lo que te indique ¿te queda alguna duda?

Emma se paró frente a mí con los brazos cruzados. Era más grande que yo y tenía las tetas muy duras. Me daba un poco de miedito.

Yo: S... Si, está bien.

Emma: Vamos a mi cuarto.

Entramos a su habitación y encontré una cama de dos plazas y un ropero. Todo de color negro y líneas blancas.

Emma: Aquí dormiremos los dos.

Yo: En... ¿en la misma cama?

Emma: Ja, ya quisieras, putita. Tu lugar esta ahí, detrás del ropero.

Caminé un poco y encontré una colchoneta pequeña y sucia tirada en el suelo.

Yo: Pero eso se parece a una cucha de perro.

Emma: Si no te gustan las normas de esta casa, puedo llamar a la jefa y señalárselo. No tengas duda que ella está buscando la excusa para delatarte por escapar de la justicia. Veremos si te gusta más la cárcel de Isla Futanari.

Yo: No, está bien... son sólo unos días.

Emma: Perfecto. Mañana a las 07:00 quiero mi desayuno pronto en la cocina.

LUNES

A las 05.00 de la mañana sonó el despertador y tuve que apagarlo rápidamente para no despertar a Emma. Yo me encontraba durmiendo en calzoncillos en mi colchoneta mientras ella roncaba en su cama. Tenía que prepararle el desayuno pero antes que eso, debía prepararme. Emma era muy escricta con sus normas. Lo primero que hice fue ir al baño y depilarme las piernitas una vez más. Tanto Emma como en el trabajo eran muy estrictos con ese aspecto, les gustaba que se vieran mis piernas suaves y delicadas. Luego, pasé a ponerme el uniforme que Emma me había preparado. Era un vestido típico de mucama. Ya me vestía todos los días como una puta sirviendo en Femboy Hooters ¿qué más daba vestirme de esa manera? nadie me iba a ver adentro de una casa.

Ese vestido delantal que dejaba mis hombros descubiertos se convirtió en la ropa que usé durante mi estadía con Emma. Una vez preparado, fui a la cocina a preparar el desayuno. De la heladera tomé una caja de cartón que decía "Espermisodia fresca". Abrí el tapón y olí. Era un olor penetrante, sabrozo, himnotizador e inconfundible: esa era la leche que me habían dado todo este tiempo. Tomé un pequeño trago antes de servirla en un vaso y me contuve de tomar más. Era deliciosa.

A las nueve se levantó Emma y yo la recibí de brazos cruzados en la cocina con una sonrisa de oreja a oreja.

Yo: ¡Buenos días mi querida ama! (me había pedido que la reciba así).

Futanari IslandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora