Capítulo 11

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Marnie

Los segundos se convierten en minutos y corren tan rápido, que antes de pensarlo, el reloj marca las once treinta de la mañana. Y aunque me encantaría estar preparando el almuerzo, en este momento estoy en una camioneta blindada. ¿A dónde nos conduce?, no estoy enterada.

Bueno, sé adonde voy pero no conozco la dirección.

Y el estómago me gruñe, debido a no haber desayunado siquiera. No es difícil adivinar que estoy furiosa y muy estresada por ello.

¿Qué ha pasado desde que acepté el trato de Fedorov? Intenté que mi madre se mudara a mi apartamento, obviamente se negó por la distancia y secretamente creo, que teme que mi padre la persiga y la traiga de los pelos devuelta. Pero después de que Kirill metiera la cuchara y la invitara a irse con nosotros, la trama cambió. Ella alegó que quiere cerciorarse que no me involucre demasiado y salga lastimada, lo que yo creo es que aceptó por Kirill. La idea de que mi madre se involucre con un miembro de una organización criminal, me aterra. Así que es bueno tenerla cerca, para vigilar la situación.

Ella se cerciorará que no corra peligro y yo, a ella con su ruso interesado. Lo tengo en la mira al desgraciado.

Armar las maletas fue una pesadilla, no las mías, sino las de la señora Venice Masen. Yo tiré lo que tuve a la mano en una mochila vieja, junto a una Desert Eagle calibre 50 que encontré en el escritorio de mi padre. ¿Demasiado armamento de gran tamaño? Si, pero antes muerta que en pelotas. Ella guardó suficiente ropa como para mudarse a la India y jamás regresar.

¿Mal augurio? No creo... Eso espero.

¿Y mi padre? Noqueado en la habitación principal por un cóctel de medicamentos que le inyecté en el cuello, administrado por mi progenitora. Suficiente para que olvide las últimas veinticuatro horas, no era el objetivo pero ayudará a los nuestros.

¿Dos mujeres solteras se mudarán a una casa llena de criminales rusos? Si, porque podemos decir que mi madre está más que soltera. ¿Estoy mal de la cabeza por haber tomado ésta decisión? Probablemente, pero sólo puedo pensar en una amenaza a la vez.

El viaje es incómodo, ya que el camino tiene muchos baches y Arkady no deja de quejarse. Mi madre se mantiene atenta a él y a su herida. Y yo estoy a punto de golpearlo para que se calle.

Artem está hace media hora en su teléfono, un repuesto que le trajo Stefan, el chófer. Llegó en silencio, ni siquiera se presentó formalmente ni preguntó por el amontonamiento de valijas o las invitadas de último minuto. Y desde que inició el viaje no ha dicho ni una sola palabra.

¿Sospechoso? Claro que si. ¿Es otro al que mantendré vigilado? Obviamente. ¿Estoy exagerando? Seguramente.

Kirill está pendiente de mi madre y ayuda en el cuidado del herido.

Por último, pero no menos importante, Marko. Después de bombardearme con preguntas sobre Harper e intentar robarme el teléfono para conseguir su número telefónico, se recostó en los asientos traseros y ronca a todo volumen desde entonces.

—Llegando —El anuncio hace saltar a más de uno—. No se duerman —Lo último lo dice palmeando la mano en la pierna del rubio, quien se despierta sobresaltado.

Tarde jefe, éste ya se tomó su siesta de belleza.

—¿Ya? —Se refriega los ojos y tuerce los labios, como niño chiquito.

—¿Aquí viven? —La estampa parece material para postales, y no, no me estoy refiriendo al paisaje. Sino a mi rostro, mi expresión de confusión. Me esperaba algo diferente.

¿Dónde está la mansión rodeada de personal armado, las camionetas de lujo apiladas una junto a la otra en la entrada y los dos perros Dobermam con collares a juego incrustados en diamantes?

Un Huésped Indeseado © (INTRUSOS I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora